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Chicos superpoderosos

Esto es lo que piensan ocho ejecutivos menores de 40 años que han logrado llegar a altos cargos en importantes compañías.

2 de mayo de 2009

¿Cuál es el secreto para que un joven profesional ascienda vertiginosamente en su carrera y llegue a la cúspide antes que los demás? El azar fue la respuesta más común entre ocho profesionales entrevistados por SEMANA que han llegado a ocupar puestos de poder y responsabilidad en compañías colombianas. No obstante, al hablar con ellos fue posible detectar algunos comportamientos en común y, aunque no es una muestra representativa, establece un patrón entre los jóvenes exitosos.

La primera característica es que muchos de ellos han sido muy consagrados para el estudio e incluso se han graduado de manera anticipada, como Jaime Murra, quien a los 16 años recibió su diploma de bachiller y a los 23 ya tenía un MBA. Otros no fueron tan rápidos en lo académico, pero sí precoces en el trabajo, pues empezaron su vida laboral al tiempo que sus estudios universitarios. Es el caso de Andrés Felipe Rodríguez, quien a los 19 años ya trabajaba en el Congreso de la República, y el de Alfonso Gómez, quien alternaba sus clases de derecho con un trabajo de 'patinador' en una prestigiosa firma de abogados. Esta experiencia seguramente les dio una ventaja frente a sus compañeros, pues pudieron poner en práctica lo que iban aprendiendo en el aula de clase.

Y seguramente tener responsabilidades laborales desde muy temprano hizo que no le tuvieran miedo a asumir otros compromisos, como el matrimonio, siendo muy jóvenes. Ignacio Borja cuenta que a los 21 años tenía tan claro que quería casarse, que compró con su novia de 17 años, hoy su esposa, los muebles del dormitorio. Algo similar sucedió con Juan Carlos Pinzón, quien desde muy joven sabía que para él era importante la estabilidad de una familia. Lo anterior lleva a otro factor y es que la mayoría de estos ejecutivos tiene muy claro desde un principio a dónde quiere llegar. Tener esa claridad facilita mucho las cosas, pues todo se reduce a establecer unos pasos para llegar al objetivo propuesto. Felipe Batiste cuenta que desde el primer día de clase en la Universidad de los Andes sabía que nunca iba a ser abogado, pero que quería esa carrera como formación básica y que luego tendría que estudiar más para lograr una hoja de vida en el campo de la administración. Esto lo llevó a hacer un máster en finanzas y luego un MBA. De hecho, en las hojas de vida de todos estos ejecutivos resalta la amplia preparación académica, algunos con doctorados en sus áreas de especialidad, como Franz Hamman, o con estudios de posgrado de reconocidas universidades de Estados Unidos.

Pero tal vez lo más importante es que por el hecho de haber seguido los latidos de su corazón, hoy desempeñan sus cargos con mucha pasión, lo cual es clave para hacer las cosas bien. "Me fascina la economía, el éxito es tener pasión por lo que se hace", dice Franz Hamman. ¿Suerte? Sí, seguramente estuvieron en el lugar correcto a la hora indicada. Pero lo que queda claro es que estos jóvenes demostraron con sus resultados y su capacidad que están allí por sus propios méritos.