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Crece la audiencia

En medio de la polémlca sobre la Comisión Mixta para el Estudio del Café, SEMANA conoció intimidades de la cumbre de Kampala.

20 de septiembre de 1993

EL ANUNCIO DEL GOBIERno cayó como un balde de agua fría. La creación de una Comisión Mixta para el Estudio del Café, encargada de analizar el marco institucional de la industria para ver la posibilidad de hacerle algunas reformas, fue vista por los productores como una ruptura del tradicional marco de concertación con que se ha manejado el tema cafetero. Y aunque el Gobierno aseguró que sólo se trataba de hacer un estudio, y que no tomaría ninguna decisión unilateral, lo cierto es que el anuncio desconcertó a los cafeteros y, de alguna manera, opacó la que, sin duda, es una de las noticias más importantes que ha recibido el gremio en los últimos meses: los resultados de la cumbre de Kampala.
Días antes del anuncio en efecto, los países africanos se habían sumado al esquema de retención adoptado por los productores latinoamericanos en Río de Janeiro, y las cotizaciones del grano mostraron un nuevo repunte. Por eso, los cafeteros esperaban un pronto retorno a la mesa de negociaciones para hablar sobre precio interno. Y en lugar de eso recibieron la noticia de la Comisión.
Pero mientras se resuelve el problema interno, lo cierto es que las condiciones del mercado mundial del café cambiaron radicalmente después de la cumbre de Kampala. Y que lo más probable es que las cotizaciones se mantengan o sigan subiendo. Antes, incluso, del primero de octubre, fecha prevista para que empiece la retención.
El acuerdo es que después de esa fecha los países productores retengan el 20 por ciento de su producción exportable, y que dicha retención se mantenga hasta que el precio promedio de las diferentes variedades de café llegue a 75 centavos de dólar por libra. A partir de ese momento, y hasta que el precio llegue a 80 centavos, la retención se reducirá al 10 por ciento. De superarse este último precio, se comenzará a desactivar la retención. Y si pasa de 85 centavos se procederá gradualmente a liberar la cantidades retenidas. En esa eventualidad, la cotización del café colombiano habría superado el dólar por libra.
Dicha fórmula tiene algunas excepciones con las cuales se favorecen los países africanos, dadas las particularidades de su caficultura. Dado que - como se puede ver en el mapa- buena parte de la producción africana corresponde a cafés de la variedad robusta y que la mayor parte del exceso de inventarios en manos de los consumidores es de cafés arábicos, se decidió que si la cotización de los robustas pasa de los 60 centavos -aún antes de que el promedio general supere la barrera de los 75 centavos- la retención de los primeros se reducirá al 10 por ciento. Y si el promedio de robustas se coloca por encima de 65 centavos, se suspende la retención de ese origen.
Dicha fórmula es en realidad una variación de una propuesta presentada por Indonesia -que participaba -como observador en la reunión-, la cual separaba el programa de retención de arábicas y robustas, considerando referencias de precios autónomas para cada tipo de café. Tal propuesta contó desde un principio con la simpatía de los africanos, pues mitigaba el esfuerzo de la retención. A buena parte de los países miembros de la Organización Interafricana del Café les parecía muy elevado el nivel del 20 por ciento y algunos -especialmente aquellos que siguen dependiendo del café- señalaron que para ellos constituiría un esfuerzo muy considerable. Por eso abogaron por reducir la retención al 15 por ciento.
Los países latinoamericanos insistieron, sin embargo, en el valor político y la influencia positiva que podría tener para el mercado la adhesión general a la retención del 20 por ciento. Por eso, y después de analizar la situación con la delegación de Brasil, de oír a los países africanos y de considerar la importancia que tendría la participación de lndonesia en el esquema, la delegaclón colombiana decidió presentar su variación a la fórmula original de este último país, permitiendo que el ajuste en la retención de los robustas se hiciera en función de su promedio de precios, pero manteniendo el principio de ajustes basados en un precio compuesto.

SIN LA OIC
La fórmula de Colombia fue bien recibida por todos los países y permitió el respaldo general a la esencia del plan.. Ese no fue, sin embargo, de acuerdo con un memorando de la delegación nacional conocido por SEMANA, el único inconveniente que hubo que sortear en la reunión de Kampala. Otro punto que tuvo que ser discutido fue el papel de la Organización Internacional del Café.
En el plan de los africanos, la OIC tenía un papel activo en el manejo del esquema. Pero los latinoamericanos consideraron que dadas las características de la retención y el fracaso de las últimas negociaciones en torno del Acuerdo, llevar el esquema al seno de la Organización equivalía a solicitar la aprobación de los países consumidores. Por eso insistieron en poner el plan en funcionamiento al margen de la OIC, sin renunciar por ello a un futuro restablecimiento de la cooperación con los países compradores de café.
Una vez resueltos todos los problemas, y acordados los principios básicos del esquema, se redactó un documento -denominado Declaración de Kampala- que recoge la esencia de las deliberaciones y resume las medidas adoptadas por los productores, las cuales se resumen en tres puntos: 1- Adoptar la retención del 20 por ciento; 2- Establecer la Asociación de Países Productores de Café, y 3- Convocar una reunión en Brasilia los días 23 y 24 de septiembre para formalizar los estatutos de la Asociación y el mecanismo de control del plan de retención.
Previamente secreó un grupo de expertos con el fin de preparar un texto único sobre retención y el proyecto de estatutos que será presentado a la plenaria de productores de Brasilia, en la cual se deben consolidar los esfuerzos de los países cafeteros por "obtener una justa y remunerativa recuperación del precio del grano en el mercado internacional", como lo subraya en sus considerandos la Declaración de Kampala.