Home

Economía

Artículo

CUANDO EL RIO SUENA...

Las cifras del gobierno confirman que la economía colombiana sigue en problemas.

24 de julio de 1989

La polémica comenzó con un simple diagnóstico hecho en el editorial de la revista de la Asociación Nacional de Industriales. Después de analizar varias de las cifras oficiales sobre el comportamiento de la economía, el texto concluía diciendo que "los problemas vienen desde finales del año pasado. La industria, por ejemplo, lleva por lo menos 8 meses continuos de caída en su producción industrial. Pensamos que ya a este fenómeno no se le puede llamar desaceleración o ajuste temporal. En Estados Unidos tres meses continuos de caída se llaman recesión".

Esa última palabra acabó poniendo el dedo en la llaga de una situación que, por decir lo menos, no es satisfactoria. Por más anuncios sobre una eventual recuperación del sector productivo, el comportamiento de este sigue siendo malo, sin que hasta el pasado mes de marzo hubiera síntomas de mejoría. Tanto a nivel del sector comercio, como al de la industria y la construcción, los números del propio gobierno indican que algo no está funcionando.

Para los conocedores, lo ocurrido es herencia del desempeño de la economía en 1988, cuando los atentados contra los oleoductos, la mala cosecha cafetera y la política económica --aparte de otros factores--influyeron para que el año acabara siendo mediocre. De un crecimiento estimado inicialmente en el 5% se llegó a uno del 3.7 , un signo claro de que las cosas no estaban marchando bien.

Ese declinamiento, que aparentemente se detuvo a finales del año, volvió a seguir su rumbo en el mes de marzo. A pesar de que las expectativas de los empresarios eran sustancialmente mejores, lo cierto es que las ventas no respondieron y por lo menos hasta abril no había evidencia de que el panorama estuviera cambiando. Eso sucede a pesar de que en ciertos frentes el panorama está más despejado que hace un tiempo. En particular, se ha conseguido rebajar la inflación en casi cuatro puntos porcentuales, con lo cual la demanda no debería resentirse tanto como el año pasado. También se ha solucionado parcialmente el problema del contrabando de productos desde Venezuela y la iliquidez que experimentó el sector financiero durante buena parte de 1988. Además, el sector exportador sigue viento en popa. Según el Banco de la República, los registros de exportación hasta mediados de mayo mostraban un aumento del 21% en dólares en las ventas al exterior.

Esa mejoría relativa hace todavía más confuso explicar qué es lo que sucede con la producción. Los empresarios se quejan de las altas tasas de interés y del bajo ritmo de gasto del gobierno. A su vez, este último se defiende diciendo que los industriales tiene parte de la culpa al haber hecho aumentos exagerados de precios a comienzos del año, cuando se esperaba que la ola alcista iba a ser difícil de controlar. Además, se dice que desde mayo hay evidencia de que ya lo peor pasó.

Como es corriente en estos casos, la impresión existente es que ambos tienen razón. Por el lado de las tasas de interés, las cifras revelan que estas se han mantenido dentro de los niveles históricos y que las entidades financieras están obteniendo un margen de ganancia similar al de antes.
No obstante, la verdad es que los datos oficiales no dan una idea sobre factores que encarecen el crédito como las famosas "reciprocidades".
Existen elementos que hacen pensar que una de las consecuencias de la iliquidez que vivió el sector financiero en 1988 fue,la de instituir toda una serie de mecanismos para que a las entidades no se les bajen sus depósitos.
Estos todavía se conservan a pesar de la vuelta a la normalidad y encarecen el costo del crédito, así no se refleje en la tasa de interés registrada por el gobierno.

También hay elementos que hacen pensar que, por lo menos durante el primer trimestre, el gobierno estuvo moderado en el gasto. Sin embargo, todo indica que ahora se está llegando a la normalidad, hasta el punto en el cual algunos piensan que los giros se están haciendo demasiado aprisa. Eso se complementa con las alzas exageradas de precios que se observaron en enero. Al igual que sucedió el año pasado, varias empresas trataron de compensar el menor volumen de ventas ampliando su margen de ganancia.

La duda, claro está, radica en saber si el segundo semestre va a ser mejor que el primero. Por ahora hay algunos elementos que hacen creer que en mayo hubo una ligera mejoría, pero todavia quedan factores preocupantes. Por una parte, los atentados recientes contra Ecopetrol son un duro golpe contra la producción minera que había venido mejorando. Por otra, la cosecha de café puede ser aun inferior a la del año pasado, lo cual tiene una fuerte incidencia sobre una parte del aparato agrícola e industrial. Además se encuentra la incógnita sobre los efectos que puede dejar el alza en la gasolina decretada el viernes pasado. Sin poner en duda la justificación que dio el gobierno, la verdad es que el aumento en el precio de los combustibles tiene un efecto que se contagia a otros sectores de la economia. En consecuencia, no se sabe qué pueda pasar con la inflación, que parecia estar bajo control. Si esta se dispara, será la confirmación de que todo el pais está sintiendo--quizás como nunca antes--los efectos del terrorismo en medio de una dinámica que puede dar al traste con cualquier esperanza de recuperación. "La guerra nos está golpeando a todos", sostuvo un miembro del equipo económico la semana pasada.

Pero, además de esa presión, el comportamiento mediocre de la economía está convenciendo a muchos de que hay que afinar el modelo de desarrollo del pais, una impresión que es apoyada por los organismos internacionales. SEMANA tuvo acceso a un borrador de un documento confidencial del Banco Mundial, en el cual se analiza el comportamiento de la economia colombiana. Según la entidad, si el pais continúa como va, el crecimiento promedio estaría cercano al 4% para la próxima década, con lo cual la tasa de desempleo llegaria al 20% dentro de 10 años.

En cambio, si se adopta un escenario en el cual se logre aumentar la tasa de ahorro e inversión, asi como liberar gradualmente el comercio exterior y mejorar la eficiencia de la inversión del Estados la historia seria otra. El Banco Mundial estima que en ese caso el crecimiento promedio a partir de 1991 seria del 5.5% anual, con lo cual el desempleo bajaria hasta el 7% y las exportaciones llegarían hasta 15.000 millones de dólares. Así mismo, el ingreso por habitante sería al menos un 15% más alto que el que se obtendria con las politicas actuales. La entidad afirma que "dentro de diez años Colombia podría estar preparada para un crecimiento rápido y sostenido que podria ponerla en las filas de los paises recién industrializados en los siguientes 20 ó 30 años, en cambio de enfrentarse al estancamiento y a una serie de crisis prometidas" por un escenario con elementos de manejo como los de ahora.

Esas afirmaciones deberían servir como base de reflexión ahora que el fantasma de la recesión está rondando de nuevo a la economía. Aun los técnicos del gobierno reconocen que sólo una gran dosis de suerte permitirá que a finales del año se alcance la meta del 4.5% de crecimiento económico. Aunque todavía no se piensa que este año será peor que el pasado, es claro que la situación está complicada y que a mediano plazo las cosas no pintan mejor. Si se tiene en cuenta que el Banco Mundial opina que el crecimiento debería ser del 4.8% anual para reducir el desempleo hasta el 7% en 1994, es claro que la ruta escogida no es la indicada, más aún cuando los atentados guerrilleros están probando que el camino no sólo es difícil, sino que también está minado.-