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Curiosidades "made in" Colombia

De boas constrictor a pequeños aviones, la oferta exportable de Colombia es mucho más variada de lo que la gente cree.

1 de junio de 1992


EN UN DIA LABORABLE DE LA SEMANA SANta de 1990 llegó a la oficina de Andrés Zuluaga, alto funcionario de la Asociación Nacional de Exportadores, Analdex, un zapatero remendón que quería conocer los trámites necesarios para vender zapatos en los Estados Unidos. El hombre, que tenía un hijo en Miami, había recibido una carta en la cual le decía que sus amigos estaban encantados con los zapatos del barrio Restrepo que había comprado para hacer el viaje. Y quería mandarle varios pares, pero eso sí, acogiéndose a todas las normas legales de exportación. Zuluaga le dio la información, pero como no se trataba de un productor, pensó que la solicitud no tenía mucho sentido. Cuál no sería su sorpresa, sin embargo, cuando tres meses después regresó el zapatero a preguntarle cómo hacía para reintegrar los 1.200 dólares que le habían pagado por sus zapatos en los Estados Unidos.
Casos parecidos de tenacidad y decisión hay muchos. Y son ellos los que explican la enorme variedad que ha logrado la oferta exportable del país. Porque lo cierto es que a pesar de que casi todos los colombianos piensan que las exportaciones nacionales se reducen a 10 ó 15 productos -y muy pocos podrían hacer una lista superior- el país exporta de todo. O casi de todo: desde iguanas y boas constrictor promocionadas como excelentes mascotas, hasta máquinas esparcidoras de estiércol para el agro y pequeños aviones fabricados con tecnología nacional. Y la variedad es cada vez mayor. Un listado concedido a esta revista por el centro de información del Banco de Comercio Exterior de los productos con valores inferiores a 100 mil dólares exportados por el país en el primer semestre del año pasado -y que corresponden, en sentido estricto, a exportaciones menores- contiene cerca de 2.500 ítems, y tiene renglones tan singulares como curry, yerba mate, bálsamo de Tolú, chicharrones, billetes de banco y piedra pómez. Para no hablar de otra gran curiosidad: la exportación de whisky.
Es tal la variedad de productos vendidos al exterior, y la variedad de destinos, que pueden contarse con los dedos de la mano los funcionarios que saben a ciencia cierta lo que pasa con el comercio exterior del país. Y eso, por supuesto, da lugar a situaciones curiosas. A comienzos del año pasado, por ejemplo. Colombia decidió apoyar a los Estados Unidos y de- más aliados en la guerra del golfo Pérsico, y le decretó un embargo comercial a Irak. Pero cuando fueron a ver qué le vendía Colombia al invasor de Kuwait, resultó que en su gran mayoría eran dientes artificiales. Y eso poco afectaba la capacidad defensiva de Saddam Hussein. Aunque sí perjudicaba, y muy notablemente, a las firmas exportadoras de dientes del pais, que han hecho un gran esfuerzo en los últimos años para conquistar nuevos mercados y que hoy hacen ventas al exterior por un valor superior a los dos millones de dólares.
Como en el caso de los dientes, que ya es una industria organizada, con dos empresas registradas en el directorio de exportadores -Fábrica de Dientes Plus Dent y New Stetic, ambas en Medellín- y con ventas a cerca de 40 países, hay otras empresas exportadoras de curiosidades que han alcanzado una larga tradición. Por ejemplo, Emcoclavos. Nacida en 1971 como una sociedad formada por amigos, se dedicó en principio a "colonizar" el mercado nacional de clavos. Pero desde 1982 está exportando y hoy vende clavos para herrar caballos en Estados Unidos, Europa y varios países de América Latina.
Otro caso singular es el de Jorge Enrique Jiménez, dedicado desde hace 15 años a la exportación de subproductos animales. Siendo un estudiante de economía un compañero guajiro le comentó que él exportaba cola de res y crin de caballo desde Venezuela. Jiménez tomó la idea de hacerlo desde Colombia y así comenzó una de las exportaciones más curiosas registradas en Analdex. En la actualidad su empresa exporta cerdas de animal en bruto y procesadas listas para inyectar en brochas de pintura o hiladas para cinturones. Los principales mercados son Inglaterra, Francia y Alemania. Pero también se vende un poco en Bolivia y el Perú.
Además de este producto Jiménez Urrego exporta harina de cuernos y pezuñas. A través de un tratamiento químico, la empresa muele, clasifica y exporta dicha harina, que es utilizada en el exterior en la industria química para abonos, espumas y extintores contra incendios, y como fuente para la elaboración de alimentos de animales. También exporta puntas de cuernos de bovinos que son utilizados para fabricar sellos chinos y botones; harina de carnes elaboradas a base de vísceras de animales para fabricar alimentos concentrados para animales; mezcla de harina de carne, huesos, cuernos y plumas que se utilizan en el exterior como materia prima para la elaboración de abonos de jardinería. Y como si eso fuera poco, exporta a países orientales -como China y Singapur-aletas secas de tiburón y buche seco de pescado, como alimento para las clases adineradas de esas naciones.
Otra empresa curiosa, pero también con larga tradición, es la de exportación de peces ornamentales. En el directorio nacional de exportadores figuran 15 firmas dedicadas al negocio. Y el valor de sus ventas las excluye del listado que llamamos de "exportaciones menores". Según Jaime Triviño, gerente del Acuario Los Delfines, de Bogotá, dedicado desde hace 15 años al negocio, su empresa exporta en este momento 72 variedades de peces, con precios que fluctúan entre cuatro centavos y siete dólares. El 70 por ciento se exporta a los Estados Unidos y el 30 por ciento restante a Europa y Japón. A este último país las exportaciones comenzaron a efectuarse hace dos años y constituyen una verdadera odisea, pues en ocasiones los peces tienen que viajar hasta 50 horas.
Paradójicamente, hay otro renglón relacionado con la piscicultura -pero con fines opuestos- que ha tenido un rápido desarrollo en los últimos años. Se trata de la producción de moscas (anzuelos) artificiales para la pesca deportiva, que realiza la empresa Myser, de Funza, Cundinamarca. De acuerdo con los datos del Banco de Comercio Exterior, las ventas de anzuelos han superado en los últimos años los 150 mil dólares. Y, como en muchos otros casos, el negocio es resultado de una afición. Según le contó a Proexpo Alvaro Amaya, directivo de la empresa, "la fábrica de moscas artificiales para la pesca deportiva nació de la afición a la pesca, que con algunos amigos practicábamos hace varios años, entre los cuales figuraban embajadores y funcionarios extranjeros radicados en el país. El embajador de Canadá y un colombiano que fue mi primer socio me motivaron a incrementar la producción y me hablaron del enorme potencial que existía para las moscas en el exterior. Este socio se encargó de la promoción en los Estados Unidos y en poco tiempo su producción dejó de ser un hobby para convertirse en una industria".
Pero así como hay empresas muy establecidas, hay otras que apenas están empezando, y para las cuales el mercado internacional es en estos momentos de apertura un verdadero reto. Es el caso de Aviones de Colombia, que realizó en julio de 1991 el lanzamiento del primer avión colombiano debidamente aprobado para su producción en serie y que la semana pasada se estrenó como exportador, al enviar al Ecuador su primer Pijao, una aeronave liviana diseñada para fumigar con plaguicidas y herbicidas sólidos. El Pijao es una aeronave cuyo diseño hace posible los vuelos a muy bajo nivel y que cuenta con la maniobrabilidad necesaria para fumigar grandes y pequeños cultivos. Su costo internacional oscila entre los 160 mil y los 180 mil dólares.
Aunque Aviones de Colombia está en capacidad de fabricar hasta 90 aviones Pijao por año, en la actualidad están produciendo un avión mensual con un equipo de ingenieros y técnicos compuesto por 48 personas. Directivos de la empresa señalaron que el 70 por ciento del avión es hecho con productos nacionales elaborados en Aviones de Colombia. El 30 por ciento restante corresponde a elementos importados como las hélices, el motor, los instrumentos y los frenos. Desde su lanzamiento se han vendido seis aviones Pijao a empresas colombianas. No obstante, a partir de este año han comenzado a fabricar por encargo para países como Ecuador, México y algunos centroamericanos. Y en la actualidad estudian la posibilidad de vendérselo a Marruecos.
Otra empresa muy nueva, al menos en el terreno internacional, es Manitoba, de Cali, cuyo producto resulta también una verdadera curiosidad, sobre todo si se piensa en lo poco que se consume en Colombia: la mantequilla de maní. Creada con el respaldo de Fundaempresa, una fundación impulsada por las principales compañías de Cali para favorecer el nacimiento de nuevas empresas, Manitoba comenzó sus exportaciones en octubre de 1991 y hoy está colocando su producto en varios países del Caribe.
Más recientemente, hay un grupo de productores, casi artesanales, de regalos y artículos decorativos que se han lanzado con éxito, a conquistar el mercado europeo. Se trata de artículos de lino y de madera, de cerámica y joyería, de flores secas y de preciosas muñecas de trapo que han conquistado el corazón de los consumidores en el viejo continente. La gran creatividad artística de sus productores y el bajo costo de la mano de obra especializada en su elaboración, han hecho que tales productos tengan una gran aceptación en el mercado internacional.
Hay, finalmente, otro grupo de productores que todavía no están exportando, pero que tienen su mira puesta en el mercado internacional. Es el caso de Jaime Torres, que ya tiene todo listo para competir a nivel mundial con un producto que a muy pocos colombianos se les hubiera ocurrido producir para vender en el exterior: la pimienta verde. Experimentado agricultor, como que fue uno de los primeros en introducir en el país el cultivo comercial del maracuyá, Torres tiene sembradas en este momento 20 hectáreas de pimienta verde en su finca de Villeta. Y espera, a la vuelta de pocos meses, obtener una producción del orden de las 120 toneladas, cuya colocación ya tiene prácticamente asegurada, a pesar de la dura competencia que tendrá que enfrentar con países que tradicionalmente han sido productores de la pimienta, como India, Brasil, Indonesia y Madagascar.
De alguna manera, Torres está siguiendo el camino de otras empresas que han experimentado, con éxito, en campos similares. Tal es el caso de Exportables Ltda., una empresa familiar que nació hace ocho años y que se ha especializado en la producción y exportación de ají. Exportables tiene su sede en Bogotá, pero tiene sus propios cultivos de ají en el Valle del Cauca y le compra, además, a otros productores que cultivan el ají bajo su propia supervisión. Desde un principio, además, le vende la mayor parte de su producción a la empresa norteamericana Mcllhenny, que produce el famoso ají Tabasco.
Pero además de condimentos, son varias las empresas que han incursionado con éxito en la exportación de otras especies y de yerbas frescas. Morenos Ltda., por ejemplo,una empresa de la capital, exporta desde hace seis meses tomillo, romero y estragón a los Estados Unidos. Y acaba de iniciar la exportación al Ecuador de yerbas aromáticas, incluyendo la yerbabuena, la manzanilla, el cidrón y la limonaria. Aparte de eso ha exportado yerbas medicinales (como el marrubio) a España.

No todas las experiencias exportadoras,por supuesto han sido igualmente exitosas. Funerales Castaño, de Armenia, que aparecía hace dos años en el directorio de exportadores como proveedor de ataúdes, desapareció en la última edición. Alvaro Muñoz, un bogotano emprendedor, ensayó hace cuatro años con la exportación de quesos al Perú y a Venezuela. Pero tuvo la mala fortuna de que, por lo menos en el caso peruano, lo sorprendió la más grave crisis que ha sufrido en su historia la moneda de ese país -el sol, en ese entonces- y no pudo recuperar su inversión. Y la empresa La Palestina, de Cali, que intentó conquistar el mercado americano con la famosa panela colombiana y con el típico moscorrogio, tuvo que desistir hace dos años, según Alberto Giraldo, su auditor, "por falta de incentivos".
Pero el ingenio colombiano es infinito y el espectro del arancel es casi inagotable. Por eso no es raro encontrar en el directorio de exportadores empresas que ofrecen toda clase de servicios: venta de musgos y líquenes, cocos, uchuvas, tunas y té, condones y fuegos artificiales, juguetes para perros y gatos, palillos para dientes y estropajos, horóscopos y cajas fuertes, helicópteros y lentes de contacto. Para no hablar de los caballos de paso fino que se venden a los Estados Unidos, y del semen equino que comienza a conquistar mercados.
Todo con la tenacidad de una mujer que se presentó un día en Analdex a decir que quería participar en una misión comercial que la entidad estaba programando a Centroamérica y simplemente dijo que quería vender mesas metálicas. Con tan pobre descripción, los organizadores de la misión no pudieron encontrar clientes interesados en ninguno de los destinos. Pero la mujer se montó en el avión con su producto a cuestas y después de pasar por Honduras y Guatemala sin encontrar comprador, tuvo la suerte de llegar a El Salvador en vísperas de su más importante "Feria del Hogar". Y resultó que su mesa no era una mesa cualquiera: era una mesa de planchar que tenía la particularidad de convertirse en asiento y que llamó la atención de un poderoso empresario. "Para la feria -le dijo- quiero un contenedor de 40 pies completamente lleno. Y otro igual para diciembre". Con eso, y de una vez, la mujer vendió toda su producción. -