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DESHILACHADAS

A pesar de los anuncios de ayuda oficial, las textileras colombianas siguen registrando saldos en rojo en sus estados financieros.

11 de diciembre de 1995

LA FECHA DEL 5 DE JULIO está grabada en la mente de muchos textileros. Ese día se firmó el primer Acuerdo Sectorial para la mejora de la competitividad entre el gobierno y los industriales del sector. Este, además de servir de carta de navegación para el ingreso al próximo milenio, fue leído por el gremio como un espaldarazo. Era una respuesta clara para los clamores de cuatro años de incertidumbre, desde que se inició el proceso de apertura.
Con la firma del convenio las ilusiones fueron grandes. Tanto, que las tres principales empresas del sector, Coltejer, Fabricato y Tejicóndor, confiaron en cerrar con cifras azules sus actividades del tercer trimestre del año. Pero ese anhelo no se materializó pues las pérdidas fueron de 1.311 millones, 3.894 millones y 5.305 millones de pesos, respectivamente. Lo peor es que para lo que resta del año la situación parece que no va a mejorar en forma sustancial. A estas alturas, la situación para el presidente de Coltejer, René Gómez, es muy delicada porque "se suponía que ya para finales de 1995, con las medidas que el gobierno anunció, la empresa debería estar en una franca recuperación".
La participación de la industria nacional en el mercado sigue cayendo. De acuerdo con cifras del Departamento Nacional de Estadística, la demanda del sector de confecciones en 1995 ha disminuido en un 16 por ciento por efectos del contrabando. Muy a pesar de las medidas, 12 en total, que el gobierno adoptó en noviembre del año pasado para derrotar este flagelo. El gremio señala como culpable a la Dirección Nacional de Impuestos y Aduanas -Dian- por el poco empeño que ha puesto durante el presente año.
"La aplicación de las medidas fue prometida por el anterior director pero él salió y el nombramiento de su reemplazo se demoró como cuatro o cinco meses. Ahora la entidad ha estado concentrada en el estudio de la reforma tributaria", explica el presidente de la Asociación Colombiana de Productores de Textiles, Ascoltex, Iván Amaya. Lo contradictorio es que, según los productores, haber dejado de lado la lucha del contrabando fue uno de los peores negocios que pudo haber hecho el gobierno, pues se pregunta René Gómez "¿cuánto deja de recibir el Estado por todo el contrabando que entra al país que no paga ningún impuesto?".
Si bien los textileros estaban esperando resultados inmediatos, como ocurrió en las crisis de 1974 y 1982, éstos sólo se verán tras un proceso de varios meses. La Dian asegura que como el contrabando que golpea con mayor fuerza a los textiles es el técnico, aquel que se hace bajo la apariencia de la legalidad, hay que seguirle la pista a los importadores para poder cotejar los costos de sus mercancías con los mínimos establecidos. Otros factores, como la lentitud en la vinculación de las sociedades certificadoras y las sociedades intermediarias de aduanas, por el cúmulo de requisitos exigidos, han retardado aún más el proceso. Para acabar de completar los males, la adopción de cualquier programa es muy demorada por el virtual desmonte de que fue objeto la aduana.
Pero si las cosas en materia de contrabando andan mal, en cuestión de aranceles no van mejor. Uno de los puntos contemplados en el convenio de julio fue la presentación ante la Junta del Acuerdo de Cartagena de una reducción de los aranceles para el poliéster y el algodón, con el objetivo de contribuir a la baja de los costos de producción. La demora en este trámite también tiene descontentos a los textileros, porque según lo afirma el presidente de Fabricato, Jorge Restrepo, "ya se han dado reducciones de aranceles para productos que hicieron la solicitud, después que nosotros, como es el caso de la lana".
De acuerdo con lo anunciado por el Ministerio de Desarrollo la espera de la rebaja de gravámenes no va a ser eterna. En diálogo con SEMANA el titular de esa cartera, Rodrigo Marín Bernal, señaló que la baja del arancel para el algodón, del 16 al 5 por ciento, ya fue acordada por el Consejo Superior del Acuerdo y que la del poliester está en consideración. Para Marín, las afirmaciones de los textileros de que el gobierno no ha cumplido con los compromisos adquiridos en el acuerdo son injustas. Asegura que estos se han ejecutado a cabalidad y señala como uno de los logros de la actual administración, la aceleración de la devaluación.
A pesar de que el gremio había pedido en repetidas ocasiones la modificación de la política cambiaria, la actual cotización de la divisa golpea sus balances en el corto plazo. El presidente de Tejicóndor, Abel Pérez Gil, explica que este fenómeno obedece a que "el endeudamiento en dólares del sector textil es alto, entonces la devaluación del tercer trimestre incide negativamente sobre el estado de pérdidas y ganancias. El beneficio de la devaluación lo vamos a tener hacia adelante, ya que el contrabando cada vez será más caro y nuestras exportaciones cada vez mejores".
Y es que en la coyuntura actual las ventas al exterior han sido la tabla de salvación de las textileras. Como la demanda nacional se redujo de forma considerable, los ojos de los empresarios se volcaron hacia los países de Norte, Suramérica y Europa. Este año, las tres grandes esperan vender más del 25 por ciento de su producción en los mercados foráneos, mientras que Lafayette exportará el 14 por ciento. Jorge Restrepo reconoce que si "Fabricato no hubiese realizado en este primer semestre un esfuerzo tan grande para colocar su producto en el exterior ante el estrechamiento del mercado nacional, habría tenido problemas muy graves".
Si los textileros rajan al gobierno porque todavía no ha puesto en marcha las acciones para la superación de la crisis, en los planes a largo plazo no le va mucho mejor, sobre todo en lo que tiene que ver con materia crediticia. Aunque los empréstitos con el Instituto de Fomento Industrial -IFI- ya se acordaron, Abel Pérez de Tejicóndor considera que estos no se obtuvieron en las mejores condiciones: "la DTF más siete puntos es uno de los costos financieros más altos que tenemos y en unas cantidades insuficientes". Ante esta queja, el Ministro de Desarrollo responde que "esos son los costos del mercado. Además, tanto a Fabricato como a Tejicóndor se les dio más tiempo para realizar la capitalización prevista en el acuerdo".
De todas maneras los industriales sienten que son los únicos que están arrastrando el convenio tripartito. El presidente de Coltejer describe su soledad al señalar que "como los trabajadores no firmaron el acuerdo y el gobierno no ha llevado a la práctica sus compromisos, estamos ante un acuerdo unipartito, que únicamente cumplimos los textileros".
Sin embargo, la lluvia de quejas no es un sinónimo de que esta industria haya perdido la confianza en el futuro. "Yo no me atrevo a pensar que el gobierno va a seguir sordo, pues este no es un problema que sólo afecta al sector textil. Esto arrancó con los cigarrillos, los licores, luego los textiles, los zapatos y el cuero; lo que se está generando es una informalización de la economía y obviamente debemos detenerlo porque si no todos los sectores productivos se van a ver afectados", dijo Jorge Restrepo.