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DIEZ CONTRA UNO

El asesinato del vicealmirante Meléndez y la muerte de 15 campesinos en Antioquia y Cesar, la cuota de sangre de la semana pasada

26 de mayo de 1986

Con el asesinato del vicealmirante retirado Eduardo Meléndez en cercanías de Chigorodó, en la ensangrentada región del Urabá, el Ejército Popular de Liberación parece haber querido dejar en claro que ha vuelto a sacar las garras y que está de lleno en la guerra. "Es una guerrilla cobarde y alevosa, que sólo ataca para sacarle dinero a los campesinos y sembrar de violencia los campos", fue la declaración que ofreció el ministro de Defensa, general Miguel Vega Uribe, durante el entierro del vicealmirante, asesinado el miércoles 23.
Cobarde y alevosa sí fue la acción, como dice el ministro, porque fueron, según los testimonios recopilados, diez contra uno. Diez hombres fuertemente armados que, de acuerdo con las versiones de los testigos, fueron a la finca de Meléndez con el exclusivo propósito de asesinarlo. Al parecer, la decisión del grupo guerrillero de eliminar a Meléndez había sido tomada a raíz de la actitud asumida por éste ante algunas tentativas de extorsión. Como es obvio conociendo la formación militar y la posición de principios frente al problema de la guerrilla de Meléndez, éste decidió desafiar al grupo, actitud que el EPL consideró que debía ser "castigada" .
A pesar de que no existe una confirmación oficial absoluta con respecto a que haya sido el EPL, no hay prácticamente nada que permita ponerlo en duda, ya que los 10 integrantes de la célula que asesinó a Meléndez se identificaron como miembros de ese grupo y gritaron consignas alusivas a éste. Además, el EPL es una organización que siempre ha reivindicado el secuestro como forma de lucha y fuente de financiación. Aun durante la tregua mantuvieron secuestrados, como lo confesó en las escalinatas del Palacio de Nariño su entonces vocero, Oscar William Calvo, asesinado meses después en lo que se supone fue un acto de veganza por parte de familiares de un secuestrado nunca devuelto. Por otro lado, Urabá ha sido durante años "su territorio", no sólo en lo referente a operaciones militares y extorsivas, sino también en cuanto a dominar organizaciones populares, como los sindicatos y agremiaciones de la región.
OTRAS BALAS
Pero, como suele suceder con los problemas de la guerra y la paz, las balas asesinas y los hechos escalofriantes no provienen de un solo lado. La semana pasada fueron asesinadas 8 personas, integrantes de dos familias, en Chimichagua, Cesar, la remota población donde en mejores y más pacíficos tiempos, se paseaba la piragua de Guillermo Cubillos. Sobre este múltiple crimen circuló inicialmente una versión, recogida en principio por la prensa según la cual el móvil podía ser una venganza contra un grupo de abigeos que venía actuando contra los ganaderos de la región. Sin embargo, la idea de que se trataría de una operación más de los muchos "Terminator" que se han tomado al Cesar, no es la única posibilidad contemplada en el análisis de lo sucedido. El gobernador del Cesar, Luis Rodríguez Valera, declaró a fines de la semana pasada que una segunda versión apuntaba hacia la posibilidad de un enfrentamiento entre "terratenientes y campesinos por cuestiones de tenencia de tierras" que al parecer han venido afectando a la zona desde hace varios meses.
Esta última versión parece tener mayor validez, teniendo en cuenta que difícilmente dos familias--incluyendo menores de edad--se unen para conformar bandas con el fin de robar ganado. En cambio si puede tratarse de colonos que intentaban el reconocimiento de la Junta Regional del Incora de la propiedad de unas tierras.
Y como para dejar bien en claro que la paz sigue estando muy lejos, 6 campesinos más murieron asesinados en Briceño, Antioquia en una acción que extraoficialmente las autoridades han atribuido al IV Frente de las FARC. Los asesinatos, que se presentaron el domingo 20 en la finca "Chaguisal", al norte del departamento, se habrían presentado porque las FARC sindicaban a las víctimas, integrantes de una misma familia, de colaborar con el Ejército.
Lo anterior queda enmarcado dentro del actual cruce de declaraciones de los dirigentes de las FARC y de la Unión Patriótica, con las del general Vega Uribe, acusándose mutuamente de hostigamientos y violaciones a la tregua. Las denuncias de uno y otro lado se refieren a hechos que se han presentado en diferentes departamentos, como el Cauca, Antioquia, Santander, Cesar y Huila.
Como siempre, la comprobación de esas denuncias es poco menos que imposible y sólo cabe esperar que no se trate de la antesala de la ruptura de la tregua con el único gran grupo guerrillero que aún sigue embarcado en la nave del proceso de paz. --