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¿Dolor de cabeza?

EL Gobierno estudió fornulas para controlar los medicamentos sin restringir la libertad de mercado.

17 de mayo de 1993

Dolor de cabeza?
LA SEMANA PASADA EL GOBIERNO RESTAbleció el control de precios para los medicamentos de tres laboratorios y sometió al régimen de libertad vigilada los productos de otros ocho. El Ministerio de Desarrollo consideró que los laboratorios sancionados abusaron de la libertad de precios que rige desde marzo del año pasado y contribuyeron de manera importante con alzas desmesuradas en sus precios, al incremento en el costo de la vida registrado en el primer trimestre del año.
La intervención del Gobierno no sorprendió a nadie. Porque lo cierto es que no se trata de un problema nuevo. De acuerdo con un documento interno del Ministerio de Salud, en el cual se analiza el comportamiento de los precios de los medicamentos en el país y se dan algunas recomendaciones para su control y manejo, se afirma que "los precios de los medicamentos en Colombia han tenido, durante años, incrementos muy superiores al proceso inflacionario del país".
Inclusive en períodos de control general de precios -el más reciente de los cuales se presentó entre 1990 y 1992 los costos de los medicamentos crecieron por encima de la inflación. En el último año de control, esto es en 1991, el incremento fue del 49 por ciento, frente a una inflación global apenas superior a la mitad de esa cifra. Y el problema no cambió con la liberación: entre febrero de 1992 y enero de 1993 el costo de vida subió 24.8 por ciento y los medicamentos 32.4 por ciento.
Según el documento del Minsalud en Colombia circulan hoy cerca de 4.000 especialidades farmacéuticas diferentes. Y si se toman 2.920 de ellas, de las cuales existen series de precios desde diciembre de 1990, se llega a la conclusión de que casi el 80 por ciento de los productos farmacéuticos incrementaron sus precios por encima del índice de inflación del Dane, y la tercera parte de ellos lo hicieron en un porcentaje superior al 40 por ciento.
El problema, sin embargo, no es exclusivo de Colombia. De acuerdo
con un artículo publicado en el Washington Post el 15 de diciembre del año pasado, entre 1985 y 1991 el costo de los medicamentos en los Estados Unidos subió un 67 por ciento, en tanto que el índice de precios al consumidor sólo creció un 26 por ciento. Es más, Colombia es uno de los países con menos crecimiento. De acuerdo con cifras manejadas por Afidro, el precio en dólares de los medicamentos en América Latina se duplicó entre 1987 y 1992, mientras en el país creció 65 por ciento.
Eso se debe a que, de acuerdo con los expertos, los medicamentos son bienes con una dinámica de mercado muy diferente a la usual. Primero, porque a diferencia de los demás productos, su adquisición está mediada casi siempre por la intervención de un tercero -el médico. que es quien decide lo que debe consumir el paciente. Y segundo, porque debido a los altísimos costos que puede implicar su producción el desarrollo de un principio activo puede tomar hoy en día hasta 10 años de trabajo y 200 millones de dólares de inversión los laboratorios son especialmente exigentes en el uso de sus marcas.
Según el documento del Ministerio, "cuatro o cinco productos idénticos (igual principio activo con igual forma farmaceútica y con igual concentración) pueden tener comportamientos de mercado totalmente diferentes, de acuerdo, con el manejo que los laboratorios hagan de sus marcas". Hay laboratorios, incluso, que gastan más en publicidad que en investigación, con el objeto de posicionar sus marcas y ganar fidelidad en sus usuarios. Y "esta publicidad se orienta con preferencia hacia el médico, que si bien no es el usuario, se es quien define que producto se debe o no comprar". En Estados Unidos los laboratorios gastan en promedio 5.000 dólares por médico en publicidad al año.
Eso explica a su vez el porque esos cuatro o cinco productos, que se caracterizan por tener el mismo principio activo, puedan tener precios tan diferentes. Y de eso no se escapa ningún país del mundo. Una pequeña muestra tomada por el Ministerio de Salud de los genéricos producidos en Colombia bajo distintas marcas y formas, indica que lo usual es que el precio de la alternativa más costosa duplique al de la alternativa más barata, y que en algunos casos la relación es superior de uno a tres (ver cuadro). Y en no pocas ocasiones los más caros son los más vendidos: "Varios productos líderes en el mercado tienen precios que superan a los demás competidores en rangos de un 50 a un 100 por ciento" .
Aparte de eso hay muchos medicamentos para los cuales sólo existe un proveedor, que puede manejar a su antojo los precios. Y casos en los que un laboratorio controla la totalidad de la oferta de un medicamento, a pesar de tener distintas presentaciones. De 180 productos analizados por el comportamiento alcista de sus precios en 1991 y 1992, el Ministerio de Salud encontró que en 11 casos existía un solo proveedor. En otros 28 casos los proveedores eran dos. Y sólo en 10 casos los proveedores eran más de cinco.
Por todo lo anterior, y a pesar de las decisiones adoptadas la semana pasada, el Gobierno considera que los controles directos de precios no son suficientes para regular el mercado, y que en no pocas ocaciones su aplicaciíon resulta contraproducente. De allí que, en su opinión, lo que se debe hacer es mejorar las condiciones de competencia para corregir las distorsiones actuales del mercado -ver cuadro- y para que sean la oferta y la demanda las que se encarguen de controlar los precios.
Por el lado de la oferta, el Gobierno estudia la posibilidad de impulsar la producción de medicamentos genéricos, con el fín de contrarrestar las distorsiones creadas por los productos de marca. Sobre todo en el terreno de los medicamentos esenciales, cuyos principios activos son conocidos y sus condiciones de equivalencia facilmente garantizables. Según el Ministerio, combinando las ventajas de un amplio mercado internacional de principios activos ya liberados de su protección patentaria, con las posibilidades de fabricación de los mismos en los nuevos contextos de apertura, es posible mejorar sensiblemente la oferta de medicamentos, sobre todo en lo referente al precio".
De acuerdo con todos los estudios, el mercado de productos genéricos tiene excelentes posibilidades en Colombia, pues hasta el año pasado sólo se conseguían en el país 150 alternativas terapeúticas bajo su forma genérica, y de ellas tan sólo 60 eran medicamentos esenciales. Lo que quiere decir que, conforme a las clasificaciones utilizadas en el país, había 375 medicamentos esenciales que se vendían bajo su forma de marca. Y en casi todos los casos las patentes habían caducado.
A los laboratorios, por supuesto, no les gusta mucho esa política, porque debilitaría su posición de privilegio en el mercado. Ellos afirman, sin embargo, que no se opondrían, siempre y cuando se garanticen ciertas condiciones que impidan la generación de competencia desleal. Y, según ellos, en Colombia no existe un código de Buenas Prácticas de Manufactura que sirva de base para la definición de criterios técnicos y objetivos de inspección a las plantas, ni existen mecanismos adecuados de control de calidad.
Otro componente, por el lado de la oferta, serían las importaciones. El pensamiento del Gobierno en este punto es que "en un contexto de apertura y de internacionalización de la producción el Estado debe ser un importador consuetudinario, en todas aquellas líneas de productos cuyos precios y calidades sean sensiblemente más favorables en los mercados externos". Todo ello, por supuesto, sin desmejorar las condiciones para la producción nacional, que requiere de una infraestructura administrativa y de servicios que le permita actuar con eficiencia y agilidad, y un gran apoyo para mejorar la calidad de su producción.
Por el lado de la demanda la preocupación principal radica en la falta de información del consunmidor. "EI mecanismo más efectivo para controlar los precios -según el Ministerio- es el de generar transparencia en el mercado, informando a los consumidores (y a los prescriptores) los precios de los productos idénticos, para que elijan el que más se adecue a sus preferencias". Algo se avanzó en esa materia con el Decreto 709, que exige al médico colocar en su formulación el equivalente genérico del medicamento esencial que esta recetando, y a los laboratorios identificar sus productos con ese mismo nombre. Pero según el Gobierno todavía quedan muchas cosas por hacer en ese campo.
El esquema resulta novedoso. Y dado que los mecanismos tradicionales de control no han funcionado, no deja de ser importante probar nuevas alternativas. Falta ver si el Gobierno está en capacidad de superar retos tan importantes como el garantizar un eficiente control de calidad y si es capaz de lograr una verdadera competencia en el sector sin acompañar su promoción de una oferta más eficiente y una demanda más racional con algun instrumento institucional que permita romper la concentración existente en el sector. Esa, al fín y al cabo, es la base del nuevo paradigma. -