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Duro de atajar

El gobierno y el Banco de la República afilaron sus armas para frenar la caída del dólar. ¿Lo lograrán?

26 de diciembre de 2004

El Niño Dios llegó con dos noticias para los exportadores colombianos: una buena y una mala. La buena es que, a la luz de las medidas que han tomado en las últimas dos semanas, el gobierno y el Banco de la República no están dispuestos a permitir que el precio del dólar siga cayendo. La mala es que hay dudas sobre si podrán revertir un fenómeno -la debilidad del dólar frente a otras monedas-, que es mundial.

Por lo pronto, los mercados en donde se transa la divisa estadounidense están nerviosos. Prueba de ello son los recientes bandazos de la tasa de cambio, que luego de caer más de 160 pesos entre el primero y el 22 de diciembre y llegar a 2.316 pesos por dólar, su nivel más bajo en los últimos 30 meses, subió en un solo día, el 23 de diciembre, 65 pesos. Ante estos sobresaltos, cualquier pronóstico sobre el precio del dólar es una lotería.

Lo único cierto a estas alturas son las pérdidas que debieron soportar este año los exportadores colombianos, cuyos ingresos en pesos cayeron al menos 14 por ciento por efecto de la revaluación. Así, dicen los gremios, no hay negocio que aguante. Los floricultores, por ejemplo, han dejado de recibir alrededor de 200.000 millones de pesos, mientras sus costos, según Asocolflores, siguen creciendo. Las empresas de este sector se han visto obligadas a retrasar pagos, aplazar proyectos de inversión e incluso pensar en pedirle autorización al Ministerio de Protección Social para hacer despidos masivos de personal. Esta delicada situación, que amenaza en mayor o menor medida a todo el sector productivo colombiano, se agravó en las primeras semanas de diciembre, por lo que el gobierno decidió tomar cartas en el asunto.

Todos a una

En primer lugar, restringió la entrada de capitales extranjeros de corto plazo, de tal forma que los inversionistas que quieran traer sus dólares a Colombia deben dejarlos en el país por lo menos durante un año. Su objetivo es desincentivar la llegada de los denominados capitales golondrina que vuelan de un país a otro en busca de las rentabilidades más altas. A Colombia entraron por este concepto 374 millones de dólares más durante los primeros 11 meses de 2004, frente al mismo período del año pasado, según cifras del Banco de la República.

Para algunos analistas, el efecto de la restricción a la entrada de estos capitales es marginal, pues no es la principal causa de la abundancia de dólares que hay en el país. Sin embargo, aún es temprano para medir el verdadero impacto de esta decisión.

Por su parte, el Banco de la República bajó en 0,25 por ciento las tasas de interés a las que les presta o recibe plata de las entidades financieras. Con esta reducción, que se espera continúe en las próximas semanas, el Emisor busca que en el mediano plazo a los fondos de pensiones o los bancos les resulte más atractivo comprar dólares e invertirlos en el exterior que dejar su dinero en Colombia, sobre todo en títulos de deuda del gobierno, TES. Además decidió dejar de recibir los excedentes que a diario le depositan estas entidades, con lo que también pretende que prefieran al dólar.

No obstante, para cualquier inversionista todavía es mejor negocio comprar TES que meter su dinero, por ejemplo, en bonos del gobierno en Estados Unidos. Mientras aquí pueden obtener una rentabilidad en dólares cercana al 9 por ciento, allá no les pagan más de 4 por ciento. Por eso, todos los analistas consultados por SEMANA coinciden en que solamente si el Banco de la República bajara en mayor proporción sus tasas de interés, lograría que los inversionistas compren dólares y de esta forma frenen su desplome.

La única medida que parece tener efectos en el corto plazo es la compra masiva de dólares por el Banco de la República. En lo corrido de 2004 ha comprado cerca de 2.500 millones de dólares y, el pasado 21 de diciembre, anunció que lo seguirá haciendo. De hecho, la divisa ha ganado terreno en los últimos días, gracias a la intervención del banco central.

Esta ha sido la fórmula utilizada por otros países con buen resultado. El real brasileño, si bien se ha apreciado respecto al dólar cerca de 7 por ciento durante este año, lo ha hecho en menor proporción que otras monedas. Sin hablar de China, que a pesar de estar inundada de dólares, ha mantenido la tasa de cambio en los mismos 8,27 yuanes de hace 10 años.

Al comprar dólares, el Banco de la República corre un riesgo: que los pesos que saca al mercado se traduzcan en mayor inflación. Si hay más plata circulando en la economía, los precios tienden a subir. Por ahora, según el más reciente comunicado del Emisor, la inflación está bajo control, pero algunos analistas advierten que con bajas tasas de interés y un generoso flujo de pesos al mercado, podrían aparecer presiones inflacionarias en el primer trimestre de 2005.

Pero quizá la medida más polémica aún no se ha tomado. La semana pasada el presidente Álvaro Uribe citó a una reunión urgente a sus ministros y algunos dirigentes gremiales para analizar posibles salidas a la revaluación. Se discutió de todo: desde establecer una tasa de cambio fija -algo que en realidad le corresponde al Banco de la República y que fue descartado- hasta darles ayudas a los sectores exportadores más golpeados. Al cierre de esta edición aún no se conocía el mecanismo de alivio que diseñaría el gobierno. En todo caso, cualquier compensación que se les dé a los exportadores implica mayor gasto público, en momentos en el que la frágil situación fiscal de la Nación exige todo lo contrario.

¿David contra Goliat?

Así, el descuadre de las finanzas públicas vuelve a estar sobre la mesa. No hay que olvidar que hasta noviembre de 2004, el sector público había traído 785 millones de dólares porque se endeudó en el exterior para financiar parte de su déficit. Disminuirlo a través de recortes de gasto sería entonces una medida de fondo para no tener que acudir al crédito externo y, por el camino, presionar la tasa de cambio a la baja. Claro, no es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana.

Una decisión que, en cambio, sí podría tomar el gobierno en el corto plazo es endeudarse localmente para pagar deuda en el exterior. Es decir, emitir TES para, con la plata que recoja, comprar dólares y salir de culebras afuera. En el fondo esto implica escoger la menos mala de dos opciones: presionar las tasas de interés de los TES al alza, con lo que la financiación le sale más costosa, o seguir contratando deuda afuera, más barata en las circunstancias actuales, y no ayudar a frenar la caída del dólar.

La pregunta que surge frente a todas estas iniciativas es si realmente está en manos del Banco de la República y del gobierno detener la revaluación. Que el dólar esté débil es una estrategia deliberada de las autoridades económicas de Estados Unidos, que buscan de esta forma reducir su gigantesco déficit comercial (la diferencia entre sus importaciones y sus exportaciones), cercano a los 700.000 millones de dólares. Al mismo problema se enfrentan la mayoría de países en el mundo, que están a la expectativa de si el alza paulatina de las tasas de interés en Estados Unidos logrará que los dólares regresen a ese mercado. Hace pocas semanas la Reserva Federal las subió por quinta vez en lo corrido de 2004, dejándolas en 2,25 por ciento, y se espera que terminen 2005 en 4 por ciento.

En Colombia, ya algunos analistas afirman que el dólar tocó fondo. Eso mismo dijeron cuando la tasa de cambio se acercaba a 2.500 ó 2.400 pesos por dólar. Es arriesgado sacar conclusiones en un mes como diciembre, en el que tradicionalmente entra al país una abundante cantidad de dólares por reintegro de exportaciones y remesas. Sólo en enero se sabrá si sirvió el remedio del Banco de la República y del gobierno contra la revaluación o si definitivamente los médicos capaces de controlarla están por fuera del país.