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Duro de firmar

Aunque ya se hacen sentir las presiones preelectorales en ambos países, lo más seguro es que el TLC esté listo antes de lo que creen los colombianos.

12 de febrero de 2006

La tarde del pasado martes, el Presidente de la República, desde Bogotá, les ordenó a sus ministros de Agricultura, Comercio, Protección y Cultura, así como al jefe negociador, Hernando José Gómez, que dieran por terminada la décima tercera ronda de negociación que se desarrollaba en Washington. El primer mandatario había hecho seguimiento minuto a minuto a lo sucedido en la capital norteamericana y estaba al tanto de todos los pormenores. Momentos después, los funcionarios realizaron una rueda de prensa en la que se hizo oficial el anuncio y se concretó la orden presidencial. Aunque la noticia fue recibida como un fracaso por parte de la opinión pública y hasta por quienes defienden el TLC, como el ex ministro Rudolf Hommes, la verdad es que Uribe no tenía otra opción en ese momento, aunque siga anhelando cerrar pronto el proceso. La inminencia del día de Acción de Gracias impuso una 'línea roja', pues a pesar de que la celebración tenía lugar el jueves, robó toda la atención de los estadounidenses desde el mismo miércoles al medio día y sumergió a ese país en el fin de semana festivo más largo del año. Además, según conoció SEMANA, el martes por la tarde quedó claro para el equipo colombiano que el interés primordial de los gringos era finiquitar las negociaciones con Perú. Era evidente que no les iban a dedicar suficiente tiempo a los asuntos de Bogotá. A pesar de los deseos presidenciales, esa realidad no podía ser superada y no quedaba más que cumplir con algunas reuniones como la que encabezó el ministro de Protección, Diego Palacio, con los norteamericanos, para aclarar ideas en el tema de Propiedad Intelectual. No obstante, todos deberían empacar maletas y volver al país sin precipitar ninguna decisión. Así se frustraban las expectativas oficiales de cerrar "rapidito" el tratado, aunque uno de los empresarios que asistió a la ronda señaló que nunca hubo la sensación de que el TLC había llegado a un punto muerto. Por el contrario, desde entonces el equipo colombiano analiza cuáles serán las salidas, porque la prioridad es cerrar el acuerdo a como dé lugar. Y ese es el reto. "lo que puso Estados Unidos sobre la mesa en esta oportunidad fue insignificante", dijo el presidente de la SAC, Rafael Mejía, quien había llegado a Washington prevenido por la falta de respuestas para su sector. Pero la actitud norteamericana es explicable. Primero, es habitual que la posiciones se endurezcan en la parte final de las conversaciones, con el fin de arrinconar a la contraparte. Segundo, existe otro argumento mucho más sólido y que revela hacia dónde deberá Colombia enfilar sus baterías si quiere prosperar en el acuerdo. La presión política interna sobre el gobierno estadounidense es cada vez mayor. Por eso la principal amenaza es que el acuerdo de Colombia se convierta en apenas un remedo del acuerdo de libre comercio de Estados Unidos con Centroamérica (Cafta) o tenga dimensiones menores que las preferencias arancelarias del Atpdea. La 'cosa política', que hasta hace unos meses aparecía en el sistema de alertas con un nivel bajo, ahora aparece como alarma roja. Eso explica el retroceso en la mesa sanitaria y el silencio frente a las propuestas de Colombia en productos como frutas, hortalizas y leche. También es la causa de la negativa norteamericana a ceder en las normas que rigen el uso de materias primas para los textiles y las confecciones. Los técnicos norteamericanos están hablando con sus pares colombianos sobre las expectativas que hay en el interior del Congreso de su país. "Ellos mismos lo reconocieron, cuando echaron para atrás lo logrado en la mesa fitosanitaria durante las anteriores rondas, bajo el argumento de que las propuestas no pasarían en el Legislativo", dice el presidente de Analdex, Javier Díaz. Por eso el papel que van a desempeñar los ministros y el embajador en Washington, Andrés Pastrana, en las próximas semanas, será vital. Es necesario que se perciba claramente que Colombia no está pidiendo nada más allá de lo que Estados Unidos ya tiene firmado con otros países y algo apenas superior a lo establecido en el Atpdea. En Colombia, por su parte, varios analistas pusieron sobre la mesa que el gobierno estaba reculando en su afán, ante la inminencia de las elecciones. Según la última encuesta de Invamer-Gallup, por primera vez hay más colombianos en contra (50 por ciento) que a favor (42 por ciento) del TLC. En agosto el apoyo oscilaba en 55 por ciento. Este cambio en la percepción coincidió con la caída en favorabilidad del Presidente-candidato. Algunos incluso destacaron el giro en la retórica de hace sólo dos meses, cuando Uribe dijo que "van a llover rayos y centellas, pero si le hacemos unos ajusticos que estamos pidiendo, especialmente en ese sector agrícola, lo vamos a firmar y los vamos a aplicar rapidito". Esos "ajusticos" ya parecen ser mayores, como el mismo Uribe la semana pasada reconoció al plantear que "si el tratado no es equitativo, yo no puedo firmarlo". Sin embargo, el ministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, fue claro: siempre y cuando se logre un buen paquete, el Presidente Uribe está dispuesto a perder votos si se aprueba el TLC. Curiosamente, la demora en las negociaciones podría beneficiar también al Presidente, si se genera una corriente de opinión que destaque las amenazas de no firmar el TLC que se ciernen sobre sectores como el floricultor y otros exportadores. Un riesgo que ha resurgido entre los empresarios colombianos es que el tratado sea excesivamente 'limitado', algo que en su momento se conoció como el TLC light. La negociación va a entrar en una de sus fases más interesantes, lo que hace prever que no habrá una fórmula simple. Los norteamericanos han mantenido una posición inflexible y un vocero norteamericano sólo atinó a decir: "Estamos trabajando intensamente con cada país. Los temas son de naturaleza bilateral, pero estamos más cerca con Perú". El afán de Perú y la incertidumbre de Ecuador van a hacer que Colombia mire un panorama distinto, como reconoce Botero (ver entrevista). En temas como el textil y el sanitario, el país terminará solo, peleando por medidas que en últimas también van a beneficiar a los vecinos, pues en estos aspectos el acuerdo es multilateral. Sin embargo, esto puede tener un aspecto positivo y es que todo podría ser más expedito, pues no son necesarias consultas regionales. A partir de este lunes, el tema se volverá a agitar, pues habrá intercambio de información sobre los nudos gordianos, por vía telefónica e Internet. Si hay algún avance, se podría realizar una 'reunión de alto nivel' para analizar la situación. Sin embargo, en el panorama aparece otra línea roja, pues a partir del 13 de diciembre todo estará concentrado en la cumbre ministerial de la Organización Mundial del Comercio en Hong Kong. La meta es que antes de esa fecha, Colombia haya avanzado. Una negociación después del 31 de diciembre sería cada vez más difícil por la enorme complejidad de los temas abordados en un clima electoral en Colombia y Estados Unidos. Tal vez si el acuerdo no llegó como una Acción de Gracias, se aparezca a final del año. Para algunos será un regalo de Navidad, y para otros, una mala broma del día de los Inocentes.