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EL BONCHE DE GONCHE

Cadena de irregularidades descubre el gobierno en e caso Gonchecol

13 de julio de 1987


En el mundo de los récords, los colombianos tienen su puesto asegurado: la culebra más larga, la esmeralda más grande, el mico más pequeño, los mejores trepadores en bicicleta, y... las quiebras de los exportadores de café. Es precisamente en esta última categoría donde la semana pasada se confirmó el ascenso de un nuevo plusmarquista al podio: la firma Gonchecol Ltda.

En efecto, el estudio de las cifras de la que fuera piedra angular del grupo "Gonche" de exportadores de café colombiano, ha revelado faltantes descomunales de dinero. Desde que el pasado 29 de enero Gonchecol se declarara en concordato preventivo obligatorio, investigadores del gobierno nacional han estado mirando las operaciones de la empresa. El análisis, que cubre hasta ahora el 20% del total de las transacciones de Gonchecol, indica que los problemas de la compañía son mucho más grandes de lo que alguna vez se llegó a pensar.

La compañía, constituida por la asociación de Gonzalo Echeverri Arango (17 mil cuotas), Julián Echeverri Arango (12.600 cuotas), Rubén Darío Echeverri y Hermanos Ltda. (12 mil cuotas) y Gonzalo Andrés Echeverri Rojas (8.400 cuotas), para un capital total de 50 millones de pesos, era, hasta el año pasado, una de las exportadoras de café más sólidas del país.

Las angustias de Gonchecol se hicieron públicas en el segundo semestre de 1986, cuando se conoció que algunas firmas exportadoras de café habían resultado golpeadas por los altibajos del precio del grano en el mercado internacional. Aunque en ese entonces se pensó que los problemas de la empresa estaban circunscritos a la destorcida de los precios del café, las pesquisas del gobierno indican que las dificultades venían desde hacía tiempo y que las pérdidas del año pasado precipitaron una quiebra inevitable.

Según las investigaciones, desde 1979 Gonchecol y varias de las compañías del grupo consiguieron préstamos sin garantías suficientes, constituyeron prendas inexistentes, colocaron ilegalmente millonarias sumas de dinero, aportaron respaldos fraudulentos a la banca extranjera, "inflaron" el valor de sus terrenos y edificios, e hicieron efectivas cartas de crédito sobre café nunca exportado, entre otras cosas. Y eso que apenas se ha analizado el 20% del total de operaciones hechas por Gonchecol en los últimos tiempos. Aún falta dilucidar el alcance de las transacciones con 9 trilladoras y seguir escarbando en la montaña de comprobantes y documentos.

Grano fantasma
Sin embargo, desde ya, los resultados son sorprendentes. Se ha hallado un pasivo sin registrar por 96 millones de dólares (algo más de 23 mil millones de pesos), cifra que equivale al concordato de Industrias e Inversiones Samper. A eso hay que agregar que sólo en 1985 y 1986 salieron de las arcas de Gonchecol 10.916 millones de pesos que no tienen soporte alguno ni justificación en la contabilidad. Las investigaciones del gobierno han revelado que los pagos mayores iban dirigidos, para citar algunos casos, a Inversiones Caribe Limitada --más de 3.200 millones--; al comisionista de bolsa Octavio Gallo Zuluaga y a la firma Octavio Gallo e Hijos--3.249 millones--, y a otros destinatarios como Trilladora Monserrate, Automotora Santa Bárbara, Rubén Darío Echeverri y Hermanos Ltda., y Echeverri y López Ltda.

Igualmente, hay problemas con los contratos de prenda sin tenencia, celebrados con bancos nacionales y extranjeros con el fin de respaldar obligaciones de la empresa. El episodio que tiene alguna similitud con el sonado proceso contra Alberto Duque en Estados Unidos, perjudicó en Colombia a bancos como el Santander, Comercio, Cafetero y Colpatria, y en el exterior; al Paribas y al Chemical Bank.

Un caso concreto se dio el 19 de mayo de 1986, cuando Gonchecol constituyó prenda sobre existencias de café por un valor de 150 millones de dólares. El contrato rige hasta el 31 de diciembre de 1989 y se firmó en Nueva York por intermedio de la Andina Coffee Corporation, radicada en Panamá, y enlace de las operaciones internacionales de Gonchecol y el grupo. Las supuestas existencias de café estarían ubicadas en las bodegas del conglomerado en Santa Rosa de Cabal, Manizales, Garzón, Pereira, Tuluá y Bogotá, y aunque por ley el acuerdo debería registrarse en cada lugar donde se respaldan los créditos, esto sólo se hizo en las dos primeras ciudades. Pero eso no fue todo. En este tipo de operaciones se asume que la garantía no puede ser inferior al préstamo y mucho menos inexistente. No obstante, en las bodegas citadas, el café, sencillamente, no aparece, hecho que--según el gobierno--indica que los bancos fueron defraudados.

El rosario de supuestas irregularidades no termina allí. De 24 escrituras públicas que garantizan otros créditos a Gonchecol, una sola lleva constancia de inscripción. Lo mismo sucede con las hipotecas. Por ejemplo, el terreno de la trilladora El Carmen de Gonchecol, cuyo valor en libros es de 11.7 millones de pesos, respalda un préstamo del Banco Cafetero por 17.8 millones con hipoteca de primer grado y garantiza en segundo grado créditos otorgados a la Andina Coffee por bancos extranjeros. Casos similares se encontraron con los terrenos de Gonchecol-Venadillo, un terreno--edificio en Tuluá y las propiedades de Gonchecol-Ibagué.

Las inconsistencias continúan, igualmente, con las operaciones de comercio exterior. La compañía matriz del grupo hizo efectivas 115 cartas de crédito que carecen del respaldo de los conocimientos de embarque respectivos, firmados por el capitán
del puerto de Buenaventura, de donde supuestamente salieron los bultos de café. El café nunca fue exportado y, además, en la sede de Gonchecol en Bogotá, se descubrió la papelería del agente de Aduana que intervino en los supuestos envíos: Gonchebun, otra empresa del grupo. En esas mismas oficinas reposan y allí se elaboraban --según las investigaciones gubernamentales--los recibos de carga y transporte del café desde las bodegas hasta el puerto, por parte de la Empresa Nacional de Transporte, Enaltra, también propiedad de los Gonches.

La lista de las irregularidades es larga. En octubre de 1986, Gonchecol realizó--según los documentos de su contabilidad--ventas por 333 millones de pesos a S.K.N. del Tolima, otra exportadora de café colombiano, sin que ésta haya recibido el dinero. Por el contrario, los pagos fueron hechos a favor de terceros.

También hay violaciones cambiarias. El 26 de diciembre de 1986 la Superintendencia de Control de Cambios inició una investigación contra Gonchecol por incumplimiento en el reintegro de dólares al Banco de la República. La empresa debía reintegrar 3.3 millones de dólares el 14 de julio de 1986 y 3.2 millones de dólares, cuatro días después. La entrega de los fondos no se hizo--a pesar de una prórroga de 30 días--lo cual ocasionó el comienzo de la investigación. Semejante cadena de acontecimientos seguirá siendo investigada en las semanas por venir. En días pasados, la Superintendencia de Sociedades decidió acudir a la justicia penal, la cual deberá atender un lío sin precedentes en la historia del país. Los cálculos preliminares hablan de un faltante de cerca de 40 mil millones de pesos, cifra cercana a la cartera mala del Banco de Colombia. Mientras tanto, los bancos extranjeros están exigiéndole al Lloyd's de Londres que responda por el caso.

A su vez, la agitación de los investigadores oficiales contrasta con el silencio de los socios. SEMANA intentó infructuosamente conocer la opinión de algunos de los dueños de Gonchecol quienes, al ser interrogados por las autoridades, se negaron a contestar sobre las operaciones, acogiéndose al artículo 25 de la Constitución Nacional. Las revelaciones del gobierno son de tal magnitud, que es indudable que el tema de Gonchecol dará mucha tela para cortar. Tanta, que desde ya se asegura que si el libro "Guinnes" de récords mundiales hace una selección sobre el café, el caso de Gonchecol ocupará--sin duda--un lugar de privilegio.--