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La Polar refinanció deudas a más de 400.000 personas, el 40 por ciento de su cartera, sin comunicárselo. Con esta maniobra, los balances siempre resultaban perfectos.

NEGOCIOS

El descalabro que nadie vio

Chile se estremece con el mayor escándalo empresarial de su historia. Durante una década, La Polar maquilló balances y engañó a todo el mundo.

5 de noviembre de 2011

Cinco meses después de que estallara el escándalo financiero más grande en la historia empresarial de Chile, las autoridades de ese país siguen tratando de armar las piezas de un rompecabezas que tiene innumerables fichas que no cuadran. Ocultamiento de información, maquillaje de balances, clientes, accionistas e inversionistas engañados, hacen parte de la debacle de las tiendas La Polar, que no fue detectada a tiempo por las autoridades financieras. El caso es comparable al de Enron, el fraude empresarial más grande de Estados Unidos, con operaciones contables fraudulentas que contaron con el apoyo de la firma auditora Arthur Andersen.

La Polar es una de las cadenas comerciales más conocidas en Chile. Fue fundada en 1920, pero en la última década tuvo su mayor crecimiento dentro y fuera del país. Hoy tiene 39 tiendas en Chile y el año pasado llegó a Colombia, donde tiene tres almacenes.

Como lo han hecho muchas compañías en su sector, La Polar vinculó al negocio del comercio la actividad financiera a través de la entrega de tarjetas de crédito, en este caso a familias de bajos ingresos. Todo funcionaba muy bien hasta que el pasado 9 de junio el castillo de naipes se vino abajo.

Sus directivos tuvieron que reconocer la elevada morosidad en su cartera y la falta de provisiones para respaldar los créditos. De ahí en adelante empezó la cuesta abajo: las acciones de la firma -que subieron 500 por ciento en seis años- cayeron 86 por ciento en un abrir y cerrar de ojos. La Superintendencia de Valores y Seguros del país austral puso lupa a todos los balances.

Pero el escándalo mayor se destapó hace una semana cuando un informe de auditoría de Ernst & Young reveló que La Polar nunca tuvo ganancias en los últimos diez años y que acumula pérdidas por 893 millones de dólares. El presidente de ésta, César Barros, reconoció que "es el maquillaje más grande de una empresa en Chile".

Todo comenzó a enredarse cuando la cartera en mora empezó a crecer, por lo que la empresa decidió llamar a sus clientes para refinanciarles sus deudas, pero después hizo una refinanciación masiva sin que los deudores lo supieran. Así, quitaba de los balances las deudas malas, que pasaban a cartera buena, dejaba a los clientes activos para que siguieran comprando en sus almacenes y no hacía provisiones, algo esencial en una operación de crédito para cubrir un eventual impago de los deudores.

La fórmula estaba marchando sobre ruedas hasta que un grupo de abogados que asesoraba a un inversionista descubrió inconsistencias que nadie había visto. Observó que el tercer trimestre de los años 2009 y 2010 fueron los peores para las grandes tiendas minoristas chilenas, debido a la crisis económica, pero no para La Polar. Otra luz roja fue la cartera, muy superior frente a sus grandes rivales como Cencosud o Ripley. Los abogados alertaron a las autoridades.

La olla a presión explotó en junio y hay afectados en todos los sectores: los clientes, a quienes se les aumentó el saldo de sus obligaciones; los fondos de pensiones que son accionistas y han visto caer sus inversiones; PriceWaterhouseCoopers, encargada de la auditoría, que está en la picota pública, y las entidades de control, que no vieron con rigurosidad las cifras.

La empresa se defiende diciendo que fue víctima de un fraude orquestado por un grupo de altos directivos: 15 funcionarios fueron retirados de sus cargos y siete exgerentes afrontan investigaciones judiciales, y no habla de quiebra sino de un plan de reestructuración que comprende el cierre de algunas tiendas en Chile y la apertura de otras: en Colombia planea abrir 11.

En las próximas semanas se conocerá qué fin tiene esta película. Otra lección para los empresarios sobre lo que no se debe hacer, y para las autoridades, que deben abrir muy bien los ojos.