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Carlos Mattos llevaba más de 23 años representando la casa Hyundai en Colombia. Anuncia millonarias acciones judiciales.

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El divorcio de Hyundai y Carlos Mattos

El quinto productor mundial de vehículos dio por terminada la relación comercial de más de dos décadas con el empresario. ¿Qué sigue en esta disputa?

3 de octubre de 2015

La noticia cayó como un baldado de agua fría. El empresario costeño Carlos Mattos, representante de Hyundai en Colombia, fue notificado la semana pasada de que su relación comercial con la compañía coreana terminaría en diciembre de este año.

El golpe fue grande para Mattos, uno de los empresarios más famosos del país, quien más impulsó el Tratado de Libre Comercio (TLC) que Colombia firmó con Corea del Sur y está pendiente de aprobación en la Corte Constitucional. Hyundai Colombia esperaba sacar provecho de este acuerdo al importar vehículos con menores aranceles y aumentar su participación de mercado. Pero la casa matriz dejó esos planes en el aire.

De esta manera se puso fin a una relación comercial que se prolongó por 23 años. En este tiempo, Hyundai pasó de ser una marca poco conocida en Colombia a una de las más vendidas, al punto que llegó a estar en el tercer lugar detrás de las grandes ensambladoras como Colmotores (Chevrolet) y Sofasa Renault.

En su afán de posicionar la marca, Mattos desarrolló una gran red de concesionarios, que hoy llegan a 61 en las principales ciudades del país. También se convirtió en el líder en la venta de taxis, con los populares ‘zapaticos’.

El 2011 fue el año estrella de la compañía con cerca de 30.000 unidades vendidas, ingresos cercanos al billón de pesos y utilidades por más de 50.000 millones. El crecimiento de la economía, las bajas tasas de interés, la revaluación y la mayor competencia de precios y modelos hicieron que se disparara la demanda de vehículos y que la compañía quedara entre las 100 empresas más grandes del país.

De ahí en adelante, una serie de circunstancias, varias de las cuales estaban fuera del control de Mattos, llevaron a que la situación comenzara a cambiar sustancialmente. Después del boom de la industria automotriz vino un descenso en ventas en todo el sector. La compañía pasó del tercero al sexto lugar mientras que su participación en el mercado cayó del 10 al 6 por ciento.

La devaluación de más del 50 por ciento en el último año habría incidido negativamente en sus resultados debido a que los carros importados se encarecieron. Entre enero y agosto de este año, Hyundai vendió 11.167 unidades, es decir, 14 por ciento menos que un año atrás. Sus competidores también cayeron pero el promedio del sector fue del 7 por ciento. Ese bajonazo en participación sería, según los entendidos del sector, el principal argumento de la drástica decisión de los coreanos.

Mientras tanto, la también coreana KIA, subsidiaria de Hyundai y su principal competidor, comenzó a tomarle ventaja. Hoy, según cifras de la Asociación Colombiana de Vehículos Automotores (Andemos), ya está en tercer lugar en ventas. Tanto KIA como Hyundai, a pesar de ser de la misma casa, compiten de tú a tú en los países donde están.

La casa matriz de Hyundai no ha querido dar mayores explicaciones sobre el tema fuera de señalar que la visión de negocios y decisiones comerciales de su actual representante “no se alinean desde hace un tiempo con las de la marca”. Pero, además de los temas empresariales surgieron rumores de problemas de química personal de Mattos con algunos funcionarios coreanos y colombianos que le fueron generando enemigos. El empresario es adicto al trabajo, de carácter fuerte, exigente como pocos, lo cual lo convierte en un hombre de resultados pero no en monedita de oro.

En el mercado se comenta que el otro motivo de discordia fue que Hyundai Colombia estaba muy concentrado en la venta de taxis, en lugar de darles mayor prioridad a las gamas medias y altas, que si bien son menos rentables, le dan mayor reputación y posicionamiento a una marca. Aquí hay tanto de largo como de ancho, porque gracias en parte a la venta de taxis Hyundai logró mayor posicionamiento y reconocimiento en el país.

Mattos se defiende y asegura que ha cumplido los compromisos y las metas de ventas que le impusieron desde Seúl, a pesar de las adversas circunstancias de los últimos años. El empresario afirmó la semana pasada en un comunicado que por culpa del alza del dólar su compañía podría registrar pérdidas por 1.000 millones de pesos este año. Además, dice que las condiciones actuales del negocio obedecen a un intempestivo cambio en la política comercial y a las cada vez más exigentes e imposibles condiciones de cumplir impuestas desde Corea. “La falta de planeación y la desorganización de la casa matriz nos han ocasionado cuantiosas pérdidas durante los dos últimos años”, indicó el empresario.

Lo cierto, hasta el momento, es que si no hay un arreglo entre las partes de aquí a lo que resta del año se vendrán demandas millonarias. El empresario colombiano anunció que no se quedará quieto y que hará valer sus derechos porque durante más de dos décadas realizó inversiones por 500 millones de dólares para posicionar la marca. Además, dijo estar dispuesto a defender los empleos de 4.000 trabajadores.

Mattos anunció que contratará a los más prestigiosos abogados del país. Inicialmente se pensaba que la defensa la asumiría DLA Piper Martínez Neira, de la cual es socio el exministro Néstor Humberto Martínez. Sin embargo, debido a un conflicto de intereses este bufete se marginaría, ya que DLA Piper representa a Hyundai a nivel mundial.

La disputa jurídica sería de marca mayor porque Mattos espera que Hyundai Motor Company le reconozca el good will y las millonarias inversiones en la red de concesionarios. Si llegara a perder la representación de la marca coreana no se sabe aún quién lo reemplazaría. Una de las posibilidades que se menciona es que Hyundai decida montar su propia operación y manejar su negocio directamente sin intermediarios. Otra alternativa es que lo haga a través de un tercero y el rumor que más suena en ese escenario sería uno que indignaría a Mattos.

Se trata del grupo ecuatoriano Eljuri, un emporio familiar de origen libanés conformado por cerca de 160 empresas del sector comercio, medios de comunicación, finanzas y automotriz, entre otros. Tiene la distribución y concesión de más del 80 por ciento de los vehículos que se venden en Ecuador con las marcas Skoda, Chevrolet, Hyundai, KIA, Honda, Ford y Volkswagen. En Colombia, el conglomerado representa la marca KIA, por medio de Metrokia, y tal vez por eso se menciona que está muy interesado en quedarse con Hyundai. Para lograrlo, su carta serían los resultados alcanzados en los últimos años en el país donde maneja cerca del 10 por ciento del mercado, con ventas que el año pasado llegaron a 31.663 unidades, es decir, 10.000 más que Hyundai.

Mattos consideraría esto un golpe bajo pues libra desde hace años una disputa judicial con este conglomerado. El tema está relacionado con el hecho de que el empresario colombiano en un momento dado compró el 10 por ciento de Metrokia, pero según él supuestamente sus acciones desaparecieron. El cuento es muy enredado pues él habría pagado por ese paquete accionario 1,2 millones de dólares, y por perder el pleito en algunos tribunales hasta ahora no le han reconocido la inversión ni las acciones. Como es insólito que desaparezca un 10 por ciento de una empresa importante, él sigue reclamando sus derechos en las instancias que le quedan.

El pleito entre Hyundai y Mattos apenas empieza, los dos tienen artillería pesada y están dispuestos a llegar hasta el final. Como el contrato de Mattos con la casa matriz se termina el 31 de diciembre de este año parece un hecho que no se lo renovarán. Por lo tanto en la guerra judicial que se avecina no está en juego la continuidad del empresario como representante sino el monto de la compensación a que tendría derecho. Esa suma se desconoce pero sí se sabe que en su mejor momento Hyundai Colombia llegó a valer 1.000 millones de dólares y que con la caída en las ventas esa cifra llegaría a la mitad. Pero ese es el precio del negocio si se vendiera y lo que hay sobre el tapete no es una venta sino la indemnización por la terminación de un contrato.

Como sucede con frecuencia los buenos matrimonios a veces terminan en divorcio. Eso es lo que parece estar sucediendo en este caso.