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El embajador de China en Colombia, Wang Xiaoyuan, dice que hay que fortalecer el intercambio comercial y la inversión entre las dos naciones. A Colombia han llegado empresas asiáticas como Hydrochina que hizo el Plan Maestro para el río Magdalena.

INVERSIONES

El dragón que entró a Colombia

La presencia china en Colombia ya se ve en todos los sectores económicos. En la última década el comercio con el gigante asiático se multiplicó por diez.

20 de septiembre de 2014

China, a 15.516 kilómetros de distancia, se consolida como el segundo socio comercial de Colombia. Hace rato desplazó a Venezuela y al paso que van las cosas, en unos años podría alcanzar a Estados Unidos. Hoy, cerca del 30 ciento de las importaciones proviene del país del norte, con el que está vigente un Tratado de Libre Comercio (TLC). Con China no ha sido necesario un TLC para estrechar los vínculos comerciales. Las importaciones colombianas desde el gigante asiático ya representan el 18 por ciento.

La decisión de China de fortalecer sus relaciones diplomáticas y comerciales con América Latina hizo que diera un gran salto comercial con los países de la región. Colombia no ha sido ajena a esta incursión. Mientras hace una década el país le compraba productos a China por 1.000 millones de dólares, el año pasado las importaciones provenientes de esa nación tuvieron un despegue fenomenal y rozaron los 10.000 millones de dólares. De ese mercado no solo ingresan zapatos y confecciones a precios muy bajos, sino también vehículos, aparatos eléctricos, celulares, maquinaria, hierro, acero, químicos, entre otros productos.

La presencia en Colombia de las grandes multinacionales chinas es una clara muestra del interés de Beijing por conquistar este mercado. Hace una década había menos de diez empresas de la potencia asiática establecidas en el país y hoy son más de 30. Pero si se agregan las comercializadoras internacionales y oficinas de representación ya va un centenar. Las gigantes de la tecnología como Huawei y ZTE fueron las primeras en ingresar y tienen una tajada importante del mercado. ZTE controla el 12 por ciento de la venta de teléfonos celulares.

Pero el gran empujón a la llegada de inversionistas asiáticos fueron los programas de infraestructura en vías, aeropuertos, puertos, petróleo y energía emprendidos en los últimos años. Uno de los primeros conglomerados en llegar fue Capital Airport Holding, que maneja a través de Airplan los aeropuertos de Medellín, Rionegro, Carepa, Montería, Corozal y Quibdó. Hydrochina se asoció hace unos años con Cormagdalena y este año le entregó al gobierno el Plan Maestro para recuperar la navegabilidad del río Magdalena.

Sinopec, la segunda petrolera más grande de China, adquirió hace unos años por 400 millones de dólares a la compañía de hidrocarburos Onimex de Colombia (hoy Mansarovar). Por su parte la petroquímica Sinochen invirtió 300 millones de dólares al comprar activos de la petrolera Emerald Energy. También llegó Kerui Group, especializada en perforación de pozos y tuberías.

Ahora, con la cuarta generación de concesiones viales se ha incrementado el interés. Por ejemplo, China Harbour Engineering busca participar en algunos procesos de licitación para construir las grandes vías que requiere el país. Y en la compra del 57 por ciento de las acciones de Isagén, la tercera generadora de energía del país, China Huadian Corporation estuvo entre los interesados. También han arribado compañías como T-P Link Technologies, un proveedor mundial en el sector de tecnologías, o Tiens, que es fuerte en la industria farmacéutica.

La diversificación


China es un gran demandante de productos básicos como petróleo y carbón, lo que ha beneficiado a América Latina en donde abundan estas materias primas. Sin embargo, la potencia económica de Asia también necesita otros bienes, como los agrícolas, un tema clave para un país que tiene 1.370 millones de habitantes.

Precisamente en este sector es donde Colombia tiene un gran potencial que no ha sabido aprovechar. Así lo reconoce Zhou Quan, consejero económico y comercial de la Embajada de China en Colombia, quien afirma que hay mucho interés en el tema agrícola pero se requiere un marco legal claro, que le dé tranquilidad a los inversionistas extranjeros.

“China es un mercado muy abierto. Nosotros importamos anualmente algo más de 100.000 millones de dólares en productos agropecuarios”, dice. Colombia no ha explotado suficientemente este sector como sí lo han hecho otras naciones de América Latina. Los chinos compran carne de res y soya de Argentina, frutas y vinos de Chile, o harina de pescado de Perú. Y a Colombia, en materia agrícola, solo le compran café.

Según Zhou Quan, por el número de habitantes y especialmente por su ubicación geográfica, China ve con muy buenos ojos a Colombia. Incluso considera que podría convertirse en una plataforma para exportar a otros países con los cuales no tiene tratados de libre comercio.

En efecto, Colombia tiene en marcha un TLC con Estados Unidos y otro con Europa. Eso se convierte en una alternativa interesante para China, pues podría producir en el país, con un porcentaje de valor agregado colombiano y reexportar a esas otras naciones. Para muchos, un TLC con China podría ser el detonante de un mayor intercambio. Como dice Daniela Sánchez, directora de la Cámara Colombo-China, Colombia no puede vivir de espaldas al gigante asiático. Las empresas colombianas apenas exportaron a esa nación algo más de 5.000 millones de dólares el año pasado.

Por el contrario, Chile y Perú, dos naciones que hacen parte de la Alianza del Pacífico se han acercado mucho más a esa economía. Chile tiene un TLC desde 2006. Las exportaciones australes al mercado chino ascendieron el año pasado a 18.200 millones de dólares. Por su parte, Perú firmó un acuerdo en 2010 y ya China es su principal socio comercial. Costa Rica, que está haciendo gestiones para ingresar a la Alianza Pacífico tiene un TLC con esa nación desde 2011. China también es el principal socio comercial de Brasil.

Colombia y China han explorado la posibilidad de negociar un acuerdo comercial. El presidente Juan Manuel Santos abrió esa ventana durante la visita que realizó al Oriente, hace dos años. Sin embargo, las conversaciones no han avanzado debido, entre otras razones, al temor que despierta en el empresariado colombiano negociar con ese país, que es considerado como la fábrica más grande del planeta. La invasión de toda clase de productos asiáticos a precios muy bajos se constituye en una gran barrera a la hora de negociar. De hecho, el acuerdo con Corea, el quinto productor de automóviles del planeta, se encuentra en el congelador por el temor de las industrias automotriz y de electrodomésticos.

Los productores del agro, sin embargo, ven con buenos ojos los acuerdos comerciales con las naciones asiáticas para no seguir perdiendo ventajas. “Nosotros no somos el enemigo. Los dos países pueden combinar sus ventajas para sacar mutuo provecho”, dice Zhou, quien afirma que si bien la Alianza del Pacífico es un buen instrumento para acercar a las dos regiones no sustituye los beneficios que traería un acuerdo bilateral que fomente el comercio y las inversiones.

La realidad está mostrando la velocidad a la que se expande China, la segunda economía del planeta, la segunda en población y con un crecimiento en los últimos años superior al 7 por ciento. Gustavo Martín Ibarra, de Ibarra y Asociados, afirma que al gigante asiático le interesa buscar países para producir y exportar sin impuestos - el 70 por ciento de los aranceles que cobra Estados Unidos lo paga China-. Además el gobierno de Beijing en su estrategia de globalización obliga a las empresas a salir al mundo a invertir y buscar mercados. El plan está dando resultados. El intercambio comercial (importaciones y exportaciones) con América Latina está disparado. En el año 2.000 era de 12.000 millones de dólares y hoy asciende 261.000 millones de dólares. Por lo visto, la idea de que el gigante asiático en algunos años se tomará el mundo no es un cuento chino.