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EL MODELO DEL AÑO

Por primera vez en 20 años el gobierno desea implementar una nueva estrategia de desarrollo para la economía colombiana.

3 de julio de 1989

Para el común de la gente son términos que quieren decir otra cosa. Sin embargo, cuando el equipo económico del gobierno se sienta a hablar de liberación y de apertura, no se está refiriendo al comportamiento de los funcionarios públicos. En realidad, se trata de uno de los intentos de reforma más ambiciosos en la historia de la economía colombiana. Tal como lo dice el propio ministro de Desarrollo, Carlos Marulanda, "se está definiendo una nueva estrategia de desarrollo".
Esa, ni más ni menos, es la intención de los miembros del actual gobierno, quienes desde hace unos meses vienen dándole vueltas a una serie de iniciativas que, de ponerse en práctica, cambiarían radicalmente a la economía nacional. Aunque todo forma parte de una estrategia global que comenzaría a implementarse ahora y que debería ser continuada por el próximo gobierno, hay ciertas medidas que ya se vislumbran. En ese sentido, el Presidente de la República debe recibir un documento en el transcurso de este mes, con base en el cual se decidirá el curso a seguir en lo que queda de este gobierno.

En términos generales, lo que se está buscando es adoptar un modelo económico de apertura gradual hacia el resto del mundo. La idea ya se había mirado desde hace rato, pero sólo hasta noviembre pasado empezó a coger forma concreta. Fue en ese mes, que a lo largo de un puente de tres días los 50 miembros principales del equipo económico se reunieron en las oficinas del Instituto de Fomento Industrial con funcionarios del Banco Mundial y varios invitados especiales.
En esa ocasión se habló largamente de la situación y perspectivas de mediano y largo plazo de la economía colombiana, y se comentó que aunque el país podía considerarse satisfecho por su desempeño reciente, existían dudas sobre el futuro.

POR AHI NO ES
En particular, se dijo que cada vez parecía más difícil obtener tasas de crecimiento superiores al 5% anual, un ritmo modesto para un país en desarrollo. A pesar de que en Latinoamérica son pocas las naciones que llegan a ese nivel, la verdad es que Colombia necesita una cifra superior si desea ver una mejoria en los indicadores sociales y una reducción considerable en la tasa de desempleo. En consecuencia, se empezó a pensar que para obtener un crecimiento sostenido mayor era necesario comenzar a abrir gradualmente la economia.

De manera global, la idea consiste en darle prioridad al sector externo como motor del desarrollo. Aunque a primera vista todo se reduciría a promover agresivamente las exportaciones, lo cierto es que una estrategia aperturista también implica un cambio en la política de importaciones, en la actitud hacia el sector industrial y en la concepción general sobre cómo se obtiene el crecimiento económico.
El esquema es similar al utilizado en otros países en desarrollo cuyas economías se han comportado satisfactoriamente, como es el caso de las del sudeste asiático.

La iniciativa ha sido promovida por entidades multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Precisamente el Banco ha jugado un rol clave, aunque informal, en la definición de lo que podría aplicarse en el caso colombiano. Según la entidad, uno de los puntos fundamentales que es necesario cambiar es la política de importaciones. Como se recordará, en 1985 la administración Betancur obtuvo un crédito de 300 millones de dólares hecho por el Banco para financiar programas de comercio exterior. En ese entonces el país se comprometió a hacer más flexible el régimen de importaciones, que era muy rígido, sobre todo después de que la escasez de divisas le obligara a Colombia a apretarse el cinturón. Esos compromisos se cumplieron, pero en opinión del organismo internacional fueron insuficientes para lograr un cambio de fondo.

Los expertos sostienen que durante los últimos años la política de importaciones se ha encaminado a proteger por encima de todo a la producción nacional. Este esquema se basa no sólo en el régimen arancelario y cambiario, sino en el administrativo según el cual hay que llenar una licencia de importación para traer legalmente cualquier producto al país. Del total de 5.120 posiciones arancelarias, en 1988 había 50 en régimen de prohibida importación, 3.131 en el de licencia previa y 1.939 en el de libre importación. A su vez, el régimen de licencia previa se divide en la práctica entre aquellas que nunca se aprueban --normalmente las de bienes de producción nacional--, las que se aprueban parcialmente y las que se autorizan en su totalidad, como algunas materias primas de la industria química. Aunque ese esquema era lógico hace unos años, ha traido problemas crecientes. Está demostrado que en 1988 las empresas que no tenian competencia externa hicieron alzas exageradas en los precios de sus productos, aprovechando su condición dominante del mercado. Hechos como ese han convencido a ciertos funcionarios del gobierno que esa estructura requiere un vuelco total.

CONSEJOS DE AFUERA
Es por esa razón que las nuevas intenciones colombianas han entusiasmado al Banco Mundial. En una carta escrita el pasado 12 de abril por Shahid Husain, vicepresidente del organismo para América Latina y el Caribe, este le dice al ministro de Hacienda, Luis Fernando Alarcón, que "déjeme asegurarle que el Banco está muy interesado y dispuesto a considerar un préstamo para apoyar una reforma comercial ambiciosa".

La magnitud de los cambios sugeridos por la entidad han llevado a algunos a creer que se está preparando una liberación comercial indiscriminada como la que tuvo lugar a comienzos de esta década y ocasionó en parte la recesión de la industria en 1982. Sin embargo, el gobierno ha dejado en claro que lo que se busca es una apertura gradual que podria extenderse durante años para que el sector productivo se pueda acomodar a las nuevas condiciones. En una carta que le dirigió el ministro de Desarrollo, Carlos Marulanda, al presidente de la Asociación Nacional de Industriales, Fabio Echeverri, el funcionario sostiene que "el proceso de apertura (debe) ser acompañado por una liberación gradual, cuidadosa y muy "a la colombiana" del comercio internacional, dirigida a incrementar paulatinamente el nivel de competencia externa en el mercado doméstico y con ello a acelerar la reestructurac¿ón de la economía en función del mercado internacional". Adicionalmente, el ministro sostiene que "los documentos preparados por funcionarios del Banco Mundial son simples sugerencias y opiniones que pueden coincidir o no con los lineamientos aquí expuestos, que se derivan de una política planteada autónoma y soberanamente por el gobierno nacional".

Esa afirmación calma los temores en torno a que se sigan al pie de la letra los consejos del Banco. En un documento escrito por Bruce Fitzgerald, un técnico de la entidad, y que fue presentado el pasado 23 de febrero, se hacen una serie de conclusiones y recomendaciones sobre la política comercial colombiana. Entre otras cosas se afirma que la política comercial del país "ha sido más como una montaña rusa que como una mejoría gradual a largo plazo". En consecuencia, se dice que "por haber limitado la presión de la competencia internacional sobre la industria doméstica, la protección ha contribuido probablemente a la desilusionante productividad de la industria colombiana (...), particularmente en algunas (industrias) altamente protegidas por licencias de importación (como los textiles)".

Ante ese diagnóstico, el Banco Mundial sugiere abrir la economía para hacer crecer las exportaciones hacer más eficiente la producción doméstica. Entre otras cosas, se propone "el uso de la tasa de cambio como el principal instrumento de protección y promoción de exportaciones, en remplazo de las licencias de importación con aranceles moderados y la eliminación de los subsidios de exportación". En otras palabras, se pide una mayor devaluación real, la eliminación del régimen de licencias por una de aranceles entre el 10 y el 20%, mejoría en la administración de aduanas y la eliminación de subsidios como el crédito de Proexpo y los Certificados de Reembolso Tributario (CERT) que se le dan a los exportadores.

Toda esa cadena de recomendaciones ha sido recibida por el gobierno con beneficio de inventario. Aunque en ciertos puntos hay acuerdo con el Banco Mundial, en otros no. En su carta al presidente de la ANDI, el ministro Marulanda sostiene que "quiero ratificarle nuestra intención de mantener, como indispensables para la estrategia de apertura, los actuales incentivos a las exportaciones".


LICENCIAS ABAJO
Por ahora, las baterías del gobierno se han enfocado hacia la reducción de aranceles que debería terminar a mediados del año con topes máximos del 35% para materias primas y bienes de capital y del 60% para bienes de consumo. Hay que recordar que a esa cifra se le suma una sobretasa del 18% y sobre el total se aplica un IVA del 10%.

No obstante, la parte más fuerte se está dando en las discusiones sobre el régimen de licencias. Aunque hay ciertos parámetros para calcular lo que podría pasar si una buena parte de productos se clasifican como de libre importación, la verdad es que --a ciencia cierta--nadie sabe lo que acabaría resultando. "Es, hasta cierto punto, lanzarse al vacío", le dijo a SEMANA un especialista en el tema.
Esa letra menuda--que algunos consideran fundamental--es la que está todavía por definirse. Aunque hay acuerdo en torno a los principios globales, todavía no se sabe cómo se van a alcanzar. Dentro de las ideas que se han sugerido están la de distribuir cupos informales de importación por productos con esquemas de adjudicación de divisas, como tómbolas, subastas, prorrateo o asignación directa. Cada uno de estos, sin embargo, presenta problemas prácticos que hacen todavía más difícil la decisión final.

A pesar de esas dificultades, el gobierno considera que es hora de comenzar con la apertura. El reto no es nada fácil. Hasta ahora el modelo de desarrollo colombiano--por más defectos que tenga-ha probado ser mucho más exitoso que el del resto de países latinoamericanos. Por eso el gobierno tiene que probar que la nueva estrategia no sólo asegura que las cosas van a estar mejor, sino que las posibilidades de un retroceso son minimas. Además es indudable que las empresas afectadas por el proceso de apertura van a orquestar toda una campaña en contra de la idea, con el argumento de que con el nuevo modelo el país se va a quedar con el pecado y son el género.

No obstante, para funcionarios como el ministro de Desarrollo, uno de los gestores de la iniciativa, la suerte está echada. "Esto es como pasar de la primaria al bachillerato" sostiene Marulanda. Aunque pocos creen que el cambio será sencillo y es muy probable que algunos se rajarán en el camino, los más entusiastas piensan que Colombia se encuentra en una posición ideal para ensayar. Incluso, algunos han llegado a plantear la necesidad de cambiar el decreto 444 de 1967, una de las piedras angulares de la política económica. Se habla de que es necesario conservar en el Estatuto Cambiario el sistema de reintegros, pero que hay que facilitar la legalización de los capitales que se encuentran en el exterior y no provienen de actividades ilícitas.

Si eso se hace, es algo que se verá con el tiempo. A diferencia de otros países como México o Bolivia, que adoptaron de un día para otro esquemas de apertura, Colombia no está presionada por ninguna entidad internacional para que cambie la estructura de su economía. Ese hecho demuestra de alguna manera la madurez relativa que se ha adquirido en el pais. Por primera vez en mucho tiempo se está pensando en la Colombia del año 2000, así se tenga el convencimiento de que al principio las cosas no serán fáciles. Los planes que se tienen son tan ambiciosos y se ha comenzado con tanta fuerza que es evidente que este gobierno piensa que en este caso no se aplica el dicho que reza que más vale malo conocido... que modelo aperturista por conocer.-