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La guerra de monedas que se desató en 2010 afectó a muchos países que vieron revaluar sus divisas. Se dio un pulso de poderes entre China con su yuan y Estados Unidos con el dólar.

DESEMPEÑO

El mundo al revés

La crisis económica y financiera cambió paradigmas y revolcó el planeta. La nueva realidad se hizo sentir en 2010.

18 de diciembre de 2010

El Viejo Continente sufre de los mismos males que le criticaban en el pasado al Tercer Mundo. El dólar estadounidense, el rey de las divisas, se debilitó ante el resto de monedas del planeta y se desató una guerra de divisas sin precedentes. Los países latinoamericanos ahora son los de mostrar y la niña bonita del barrio. Mientras tanto, China tiene el sartén de la economía global por el mango.

Líos tercermundistas

Los europeos vivieron en 2010 una pesadilla por cuenta de los mismos líos que en el pasado parecían exclusivos de las economías subdesarrolladas: excesivo gasto de los gobiernos, elevado endeudamiento público, desequilibrios fiscales, desconfianza entre los inversionistas, malestar social y debilidad política para emprender reformas económicas.

En la periferia de la zona del euro se han concentrado los mayores problemas. Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia han puesto a prueba la unión monetaria en su corta historia. A comienzos del año, los griegos estrenaron los mecanismos de apoyo que tuvo que crear la eurozona para rescatar a sus miembros en dificultades y en riesgos de entrar en una cesación de pagos. A regañadientes, Irlanda, sumida en una terrible crisis financiera que llevó a la quiebra de bancos, tuvo que aceptar un salvavidas similar al de Grecia, bajo el compromiso de realizar dolorosos ajustes fiscales, y los inversionistas asustados han castigado a Portugal y España, pues temen que sigan el mismo camino de sus vecinos.

Los recortes del gasto y las reformas pensionales avivaron el descontento social en Europa. En Grecia, el plan de ajuste afecta a todos los pobladores y ocasionó disturbios sociales. En España, el recorte implicó reducir los sueldos de los funcionarios, congelar las pensiones, reformar el régimen laboral y más impuestos.

Pero no son solo los países llamados Pigs (por las iniciales de sus nombres Portugal, Irlanda, Grecia y España, que en inglés componen la palabra 'cerdos') los que están obligados a hacer recortes. En el resto de la zona también. Francia emprendió una reforma pensional que durante varias semanas provocó manifestaciones públicas.

La crisis del Viejo Continente ha hecho temblar el euro. Prestigiosos diarios y economistas se preguntan si la moneda única sobrevivirá. Para los premio Nobel de Economía Paul Krugman y Joseph Stiglitz, su futuro es sombrío y nada se puede vaticinar.

Para otros, los políticos deben convencer a los ciudadanos de que es preferible el ajuste fiscal que el colapso del euro, que terminaría por afectarlos a todos. La Unión Europea es consciente de lo que está en juego si las reformas no se aplican.

El asunto es que el fuego que se prendió en Europa será difícil de apagar. En 2011 el mundo seguirá a la expectativa de cómo marchan los planes de ajuste en el Viejo Continente.

La guerra de monedas

La FED -el banco central de Estados Unidos- inyectó liquidez por montones a la economía norteamericana, para tratar de acelerar la recuperación, que ha sido demasiado lenta. Pero el efecto de esta avalancha de dólares en el mercado gringo repercutió en todo el planeta.

Los capitales salieron a buscar mejores rendimientos en otros países en los que las tasas de crecimiento son más altas y sostenibles. La consecuencia ha sido un mundo inundado de dólares, que ha provocado una revaluación de las monedas locales de los países de América Latina.

Esta política deliberada de Estados Unidos para mover su economía y mantener una moneda devaluada ha puesto en apuros a muchos países que se han visto a gatas para mantener su competitividad ante la apreciación de sus divisas. Esto no le ocurrió a China, que mantiene controlado el yuan.

Pues bien, este desorden monetario nunca antes visto en el mundo ha desatado lo que el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, llamó la "guerra de divisas". El tema ocupó la atención del Fondo Monetario Internacional (FMI), de los más expertos economistas del planeta, y del G20 (las economías avanzadas y en desarrollo), que trataron de ponerle orden a este caos, Sin embargo, no será fácil detener esta guerra mientras las dos potencias, China y Estados Unidos, sigan midiendo fuerzas.

A los chinos se les acusa de mantener artificialmente devaluado el yuan para no afectar su competitividad, favorecer a sus exportadores y seguir creciendo a altas tasas. A Estados Unidos se le critica por inundar el mundo de dólares en una política deliberada (aunque no lo reconozca) por devaluar su moneda y reactivar así su economía. La mayoría de los gobiernos tomaron medidas desesperadas para tratar de contener la avalancha de dólares que llegó a las economías. Todas las apuestas para 2011 indican que el rey dólar se seguirá debilitando a costa del resto de monedas del planeta.

El motor mundial

Definitivamente, los chinos tienen ahora la sartén por el mango en la economía. Hace dos décadas adoptaron un modelo de crecimiento basado en las exportaciones, y el resultado es un mundo inundado de manufactura china.

Lo que haga o deje de hacer el gigante asiático puede mover el mundo. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento fuerte y sostenido registrado por China en los últimos años ha servido como engranaje movilizador del comercio mundial, lo que ha beneficiado a los países exportadores de materias primas, como Australia, Indonesia, Nueva Zelanda y América Latina, y de bienes de capital, como Alemania, Japón y algunas economías recientemente industrializadas.

El alto consumo de materias primas de China ha ayudado al crecimiento a corto plazo de otras economías emergentes.

El gigante asiático se está disputando palmo a palmo el puesto de la segunda economía mundial: el PIB chino volvió a ser superior al japonés en el tercer trimestre de 2010, pero el de Japón fue mayor que el de China en los primeros nueve meses del año. La economía nipona era, desde 1968, la segunda mayor del mundo, detrás de la de Estados Unidos, dice un informe de AFP.

El PIB chino ya había superado el de l país del sol naciente en el segundo trimestre del año, aunque el nipón se mantenía por encima del chino en el total del semestre. Los analistas prevén que el PIB de China, con sucesivos crecimientos trimestrales en torno al 10 por ciento, debería superar para el conjunto de 2010 al de Japón, que por su lado lucha por no sumirse en una nueva recesión en el cuarto trimestre de este año. En efecto, la salud de la economía japonesa genera algunas inquietudes. El comercio y las exportaciones, su motor esencial, se ven afectados por un yen demasiado fuerte y una declinante demanda exterior. Sin embargo, el PIB por habitante de Japón sigue siendo unas 10 veces superior al de China, según datos del FMI. El archipiélago japonés tiene muchos menos habitantes (125 millones) que China, el país más poblado del planeta, con 1.300 millones.

Lo importante es que China mostró, en esta reciente crisis, que puede ser la economía que dé equilibrio al mundo y evite que todos se vayan al fondo.

La niña bonita

"La región de América Latina y el Caribe está dejando atrás la crisis mundial a un ritmo más rápido que el previsto, gracias a sus sólidos fundamentos de política macroeconómica, un considerable respaldo de política, condiciones favorables de financiamiento externo y fuertes ingresos generados por las materias primas". Así se refiere el FMI a las perspectivas de Latinoamérica.

Mientras los países desarrollados están creciendo poco y con problemas, los emergentes de América Latina crecen mucho y de forma bastante sana. Se prevé que el crecimiento de la región alcanzará un promedio de 5,7 por ciento en 2010 y 4 por ciento en 2011.

Esto ya de por sí implica una transformación que tiene sus consecuencias en las decisiones de los inversionistas. Hoy los que tienen capitales tratan de mirar hacia los países donde las tasas de crecimiento son más altas y sostenibles, y eso lo están encontrando precisamente en América Latina.

Los países de esta región que en el pasado eran ejemplo de indisciplina fiscal, alto endeudamiento e inestabilidad política hoy son modelo para muchas economías, aun las más avanzadas.

En una de sus carátulas, el semanario británico The Economist señaló que América Latina ya no es "el patio trasero de nadie", en un informe en el que destaca la ascensión de esta región. Resalta la fuerte recuperación después de la crisis y afirma que América Latina fue por primera vez solo un "testigo inocente, no un protagonista".

A pesar de que la región sigue siendo todavía la más desigual del mundo, ha presentado una caída de las tasas de desempleo, lo que ha permitido la salida de la pobreza de decenas de millones de personas. La revista destaca también el interés creciente de las multinacionales en los enormes recursos naturales de la región.

Pero el hecho de ser la niña bonita del paseo le está trayendo riesgos mayores. La llegada de grandes capitales atraídos por esas mejores perspectivas económicas está revaluando las monedas locales.

En América Latina, la mayoría de los gobiernos han tomado medidas desesperadas para tratar de contener la avalancha de dólares que está llegando a sus economías. Los bancos centrales están comprando divisas a la lata y aumentando sus reservas. En algunos países, como Brasil y Perú, se han aplicado controles a los capitales golondrina (de corto plazo) que están aterrizando en la región en busca de mejores rentabilidades. Con una región que, como dice el FMI, crecerá por encima del 5 por ciento este año, es de esperarse que los inversionistas tengan sus ojos puestos acá.