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EL PAPEL DE LA PRENSA

La sobretasa del 8% a las importaciones de papel periódico sigue produciendo protestas.

4 de marzo de 1985

Cuando a finales de diciembre anterior el Congreso de la República aprobara el proyecto que se convirtió en la ley 50 de 1984, poca gente se llegó a imaginar que dentro de las impopulares medidas de aumento de impuestos, la más protestada fuera el arancel del 8% a las importaciones de papel periódico. Al cumplirse siete semanas desde que el legislativo sacara la iniciativa a "pupitrazo limpio", todavía aparecen en los diarios, protestas por lo que se considera como un atropello a la libertad de prensa en Colombia. Apenas la semana anterior, la Sociedad Interamericana de Prensa pidió al gobierno desmontar la medida y afirmó que "merece nuestro inmediato repudio por atentar contra el derecho fundamental de las democracias, que es la libre expresión de las ideas". Un poco más directo fue el Sindicato Nacional de Distribuidores de Prensa y Revistas,quien afirmó que el alza en costos afectará los aumentos salariales "sometiéndonos a un gran número de trabajadores a quedar en la miseria, y sin tener la más remota posibilidad de darle a nuestros hijos una educación, pues con esta incertidumbre no los podemos matricular sin tener una base o al menos la estabilidad en nuestro trabajo".
La inclusión del gravamen al papel periódico dentro de la ley 50, tomó por sorpresa a los observadores, pues el proyecto original planteaba una exención explícita de impuestos. En opinión de quienes favorecieron la idea, el motivo era el de "o todos en la cama o todos en el suelo", según la expresión de un legislador, refiriéndose al hecho de que la sobretasa del 8% afectó a todas las importaciones. Con todo, en opinión de Luis Guillermo Angel, directivo de Andiarios, gremia que reúne a la prensa, la medida está enfocada directamente a constituirse en una censura de tipo económico contra las publicaciones de menor capacidad. "La libertad de prensa es una garantía constitucional y no admite consideraciones impositivas por más déficit fiscal, que exista", insistió Angel, quien agregó que "es un precedente grave el que se crea, porque el día de mañana un gobierno puede imponer una censura indirecta jugando con los costos de las publicaciones".
Por su parte, uno de los congresistas que apoyó la iniciativa sostuvo que solamente se estaba buscando un equilibrio de las cargas fiscales. "Si las cosas estuvieran bien yo no habría votado a favor, pero no es justo que los alimentos y las drogas paguen el impuesto y el papel no", explicó el legislador, que pidió permanecer anónimo.
Pese a la polvareda que se ha levantado con el nuevo impuesto, la impresión que se tiene es la de que no se va a desmontar. Mientras ello se decide, los medios escritos se quejan de un aumento exagerado en sus costos de producción. Amén del papel, la mayoría de los insumos son importados y los miembros de la industria sostienen que, como mínimo, el año anterior trajo un extracosto del 50%. Tradicionalmente, esas alzas han sido transmitidas al consumidor, pero en las actuales circunstancias se considera que el mercado se afectaría notoriamente si el precio del ejemplar de un diario pasara de treinta a cuarenta pesos. En la actualidad, son contados los medios que dan buenos margenes de utilidad y, considerando la baja pauta publicitaria de comienzos del año, se cree que 1985 verá más de una quiebra entre la prensa escrita.