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"El Plan Brady es una recompensa por mal comportamiento"

ENTREVISTA:BENJAMIN COHEN:

21 de agosto de 1989


A pesar de las expectativas con que fue recibido en Latinoamerica, el Plan Brady sobre el manejo de la deuda externa es mirado hoy con creciente desanimo. Para saber la opinión de los expertos internacionales, SEMANA habló con el profesor Benjamín Cohen de Tufts University en Estados Unidos. El economista norteamericano estuvo en Colombia invitado por la Universidad de los Andes, e impresionó a los asistentes por su conocimiento del tema. Algunos apartes de su conversación con SEMANA:
SEMANA: Cuatro meses después de haber sido anunciado el Plan Brady, todavía no ha despegado. ¿ Qué sucede?
BENJAMIN COHEN: Soy bastante escéptico sobre lo que el Plan Brady pueda lograr. Hemos visto que el Fondo Monetario y el Banco Mundial están ahora de acuerdo en que un 30% de sus préstamos a países del Tercer Mundo sean destinados a planes para reestructuración de la deuda. Tres países se han beneficiado hasta ahora: México, Costa Rica y Filipinas, pero sólo en el primer caso se están adelantando negociaciones. Por eso se puede decir que algunas cosas están pasando, pero que otras que estaban en el plan original no se han dado. Tal es el caso de las garantías que deben dar el FMI y el Banco Mundial a ciertos esquemas, a las cuales se oponen los gobiernos británico y alemán.

S.: Si esos obstáculos se llegan a superar, ¿se vería una diferencia?
B.C.: Yo soy bastante escéptico en torno a que las cosas cambien, aun si el Plan Brady acaba siendo implementado, básicamente por dos razones. La primera es que los números que da el Departamento del Tesoro no son muy alentadores. Se habla de una reducción ponderada del 20% en la deuda lo cual, en el caso de los 15 deudores más grandes, equivale a unos 70 mil millones de dólares que a su vez cuestan unos 7 mil millones de dólares al año en pago de intereses. Pero en los 12 meses anteriores al anuncio del Plan Brady, las tasas de interés internacionales subieron en dos puntos porcentuales lo cual aumentó el servicio de la deuda en 7 mil millones de dólares. En consecuencia, si eso vuelve a suceder, el alivio para los países deudores no es muy grande. La otra razón es que el Plan se sigue apoyando en negociaciones voluntarias y caso por caso. La experiencia de los años anteriores muestra que es muy difícil que incluso los bancos se pongan de acuerdo entre ellos. Debido a que uno de los puntos centrales del Plan es que los bancos aumenten sus préstamos, esa falta de consenso es definitiva y los mecanismos del Plan estimulan a los disidentes.

S.: ¿Cómo ve el caso de Colombia?
B.C.: Ustedes tienen el problema adicional de que el Plan Brady no se hizo para países como Colombia. No han reestructurado su deuda, han conseguido créditos, tienen crecimiento positivo, etc. En cambio, el Plan es para países en problemas como Costa Rica, México o Filipinas. Es casi una recompensa por mal comportamiento.

S.: Cree que si esta situación se mantiene, ¿nada va a cambiar?
B.C.: No hay duda que si la situación empeora en países considerados estratégicos por Estados Unidos, habrá un cambio radical. Pero asumiendo que eso no suceda, no se puede esperar que con el tiempo vaya a haber arreglos. La situación también podría variar si se conforma un club de deudores, pero también en ese caso la experiencia reciente indica que eso no va a ser así. La otra posibilidad es que por el lado de los deudores haya cambios. Se está viendo que los bancos europeos y los norteamericanos piensan diferente y que aun en el caso de estos últimos hay diferencias de opinión entre grandes y pequeños. En resumen, no creo que sea cuestión de tiempo sino de organizar una coalición política que sirva de alternativa.

S.: Pero esa idea es difícil de poner en práctica...

B.C.: Sin duda. Los bancos prefieren el esquema caso por caso porque obtienen más ventajas negociando. Pero en artículos recientes he argumentado que lo que necesita abandonarse es la fórmula del caso por caso, aplicada voluntariamente. La alternativa que propongo sería la de establecer un intermediario neutral que facilitara las negociaciones para que los países paguen de acuerdo con su capacidad. Esta es equivalente a la ley de concordatos de Estados Unidos, la cual permite que en caso de que una empresa no pueda pagar, se acuda a una corte que actúe de intermediaria entre los dos lados. Esto permitiría que los derechos y obligaciones de cada bando sean respetados y que se encuentre un punto intermedio para los dos. No se trata de romper el esquema caso por caso porque las circunstancias individuales de cada país son diferentes.

S.: ¿Cuál es entonces la perspectiva del problema de la deuda?
B.C.: Si hablamos de los próximos dos a cuatro años, creo que vamos a tener más de lo mismo. Es decir que a algunos países les irá más o menos bien como a Colombia o Chile. Otros seguirán en problemas como Argentina y otros cuya situación irá empeorando con el tiempo. Todo eso hasta que haya un cambio fundamental en las circunstancias políticas que hagan cambiar la estructura actual de poder.

S.: Eso es bastante sombrío...

B.C.: Bueno, en este tema no me considero precisamente un optimista.