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EL PLAN NUESTRO DE CADA AÑO

El gobierno aprueba el plan macroeconómico para 1987

16 de marzo de 1987


Esta es época de presupuestos y ni aún la economía nacional está exenta de ellos. Es por esa razón que el pasado 4 de febrero los asistentes al Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes--el organismo más alto entre los que intervienen en el diseño de la política económica--, tuvieron que someterse a una maratónica sesión para revisar el plan macroeconómico para 1987, preparado por el Departamento Nacional de Planeación. En un documento de apenas 15 páginas quedó consagrada la que debe ser la estrategia del gobierno para conseguir que este año el país continúe por la senda del crecimiento económico.

Al parecer, ese camino va a ser más tortuoso que el del año pasado. La caída en los precios internacionales del café ha llevado a que se estime que el valor de las ventas del grano pase de cerca de 3 mil a unos 1.500 millones de dólares. A pesar de que esa reducción va a estar parcialmente compensada por un aumento en las exportaciones de petróleo, carbón y algunos productos semiindustriales, el saldo no es muy alentador.

Ese diagnóstico contrasta con el clima de optimismo que se siente en el sector privado. Las previsiones de los empresarios continúan siendo buenas y aunque se reconoce que 1986 fue un año excepcional, no hay razones que impidan que este sea satisfactorio. Diversos observadores han pronosticado un crecimiento ubicado entre el 4% y el 5% para el año, cifra que, aunque dista de ser la ideal, es todavía positiva.

El problema, según se desprende del documento de Planeación, se basa en lo que pueda pasar dentro de un año. La disminución de las exportaciones, reunida a un servicio creciente de la deuda externa, puede llevar a que, con un poco de mala suerte, el país vuelva a las angustias de 1984. Aunque las reservas internacionales del país acabaron por encima de los 3.300 millones de dólares en 1986, no hay duda alguna de que disminuirán sustancialmente durante este año, a menos que lleguen recursos de crédito externo por unos 500 millones de dólares.

Pero aparte de esa señal de peligro, el plan macroeconómico para este año llama la atención sobre otros puntos importantes. El primero tiene que ver con las finanzas del Estado. Aunque se reconoce que el problema del déficit fiscal es ahora mucho menor, se dice que "el saneamiento financiero y el ahorro generado por algunas empresas del sector público descentralizado ha sido débil". Frente a esto el gobierno planea meter en cintura a una serie de entidades, ya sea para reducir sus déficit, o para que las que tengan excedentes de recursos se los transfieran preferiblemente al gobierno central. Si ese objetivo se logra, se tendrá una parte importante de los recursos del Plan para Rehabilitación y el programa de lucha contra la pobreza. Según el documento, la inversión del gobierno central debe aumentar en un 44%, cifra muy superior al aumento presupuestado para los gastos de funcionamiento.

En lo que tiene que ver con el sector externo también se planean estrategias en otros frentes. Por el lado de las exportaciones, se desea mantener lo que los técnicos distinguen como el tipo de cambio real, lo cual hace suponer que la devaluación se mantendrá en niveles similares a los del año pasado. A su vez se estima que las importaciones deben crecer en un 11%, o sea llegar a 4.250 millones de dólares, con el objetivo de mantener adecuadamente abastecido el mercado nacional.

El panorama monetario parece ser más holgado. En contraste con lo ocurrido en 1986 cuando la expansión del sector externo llevó a que hubiera un exceso de circulante en la economía, este año hay menos presiones, motivo por el cual el gobierno cree alcanzar con relativa facilidad la meta de un crecimiento cercano al 25% en los medios de pago.

En materia de precios también hay confianza. A pesar de las alzas de enero, las cifras del DANE indican que la situación no se ha desbordado. El gobierno tiene como objetivo mantener la inflación por debajo de la del año pasado y para ello cuenta con una serie de controles globales, al mismo tiempo que ha tomado medidas de estímulo a la producción de alimentos.

Por último, se hace un énfasis especial en el empleo, anotando que "la actual situación del mercado del trabajo es el principal problema que afecta al país". Para solucionarlo se acude en buena medida a la receta del crecimiento económico. La diferencia en este caso se basa en la entrada de los recursos para los planes del gobierno, con los cuales se cree que se pueda conseguir algún estímulo adicional.

Curiosamente, a pesar de tocar temas tan importantes, el documento aprobado por el Conpes, apenas si llamó la atención de los observadores. La aparición de algunas señales de advertencia en el panorama no alcanza a apagar la euforia actual, según la cual la economía colombiana continúa en la cresta de la ola y por el momento nadie parece preocuparse sobre lo que se va a hacer cuando llegue la resaca.--