Home

Economía

Artículo

El pozo de la dicha

La bonanza de Cusiana: ¿será capaz la economía colombiana de nadar en tanto petróleo sin ahogarse?

5 de julio de 1993

EL RUMBO DE LA HISTORIA COLOMBIANA esta a punto de sufrir un cambio dramático. En 15 días la Empresa Colombiana de Petróleos, Ecopetrol, declarara la comercialidad del campo de Cusiana. Lo que quiere decir que dara vía libre a la explotación del yacimiento petrolero más grande que se ha encontrado en Colombia. Y que hará que en el futuro se tenga que hablar de antes y después de la bonanza petrolera.
La comercialidad será otorgada -por razones de prudencia, que son muy frecuentes en este tipo de proyectos- sobre un monto aproximado a los 1.500 millones de barriles. Pero ya está claro, de acuerdo con todos los expertos -incluyendo a las companías extranjeras con intereses en el campo- que Cusiana tiene entre 2.000 y 2.500 millones de barriles, que son equivalentes a todas las reservas que tiene el país en este momento.
Eso quiere decir que, a la vuelta de cuatro años, el país podría estar exportando entre 600 y 700 mil barriles diarios de crudo. Tres veces el crudo que se exporta en la actualidad. Y que a un precio promedio de 17 dólares por barril, los ingresos por ese solo concepto podrían estar entre 3.600 y 4.200 millones de dólares. Más de la mitad de lo que recibe hoy la economía colombiana por todas sus ventas al exterior.
De ese total, y dadas la modalidad de distribución de los recursos contemplada en los actuales contratos de asociación, la estructura tributaria del país y el régimen de regalías vigente, la nación incluídos los departamentos y los municipios -podrá contar, a partir de 1997, con un ingreso adicional que superaría los 2.500 millones de dólares por año. Es decir, lo recursos fiscales se incrementarán en casi cinco puntos del PIB.
Eso, a primera vista, es como sacarse la lotería. Y no entre una gran multitud de compradores de pequeños quintos, como sucedió con el rápido incremento en el ingreso de divisas de la segunda mitad de la década del 70, sino para un solo ganador. La bonanza de los 70 fue de los cafeteros. Esta sera de la nación. Y, por ende, del Gobierno, que es finalmente el que dispone de los recursos. Pero eso, que parece muy bueno, lo que significa es un gran riesgo para la economía. Tanto, que Cusiana no sólo genera muchas esperanzas, sino tambien mucho susto.
Esperanzas, porque como lo dijo en días pasados el ministro de Hacienda, Rudolf Hommes, es una gran oportunidad para tener una economía creciendo a un ritmo muy superior al actual, y con una situación financiera envidiable. Cusiana, según el Ministro, le dará a los gobiernos de turno una oportunidad única para realizar proyectos indispensables, como carreteras básicas y puentes, sin tener que recurrir al crédito externo. Y eso es lo más importante, que después de tantas afugias, el país podría tener por lo menos 20 años de tranquilidad cambiaria.
Pero susto también, porque el aumento previsto en exportaciones y recursos fiscales es tan grande, que el país se expone a vivir una especie de prosperidad al debe, con graves consecuencias estructurales. No faltan quienes pronostican la total petrolización de la economía y la aparición de circunstancias parecidas a las de Venezuela, con la diferencia de que la bonanza duraría menos y la destorcida le traería al país fenómenos por lo menos similares a los que se han vivido al otro lado de la frontera.
De allí que sea tan importante que el país comience a discutir cómo será el manejo de la bonanza. No sólo porque de ello dependerá el futuro de su economía, sino porque, a diferencia de lo que piensan algunos analistas -por el hecho dc que las grandes exportaciones de petróleo solo se producirán a partir de 1997-, el impacto de Cusiana empezará a sentirse desde ahora, con la declaratoria que hará Ecopetrol de la comercialidad de los campos.
Según estimaciones de las firmas que participan en el contrato de asociación, las inversiones totales requeridas para extraer todo el petróleo de Cusiana se aproximan a los 6.000 millones de dólares. Y a pesar de tratarse de una inversión con alto contenido de capital -y muy intensiva en importaciones- se ha calculado que, por lo menos, el 40 por ciento dc la misma podría tener un efecto desestabilizador sobre la economía interna, vía su monetización.
A pesar de que para el presente año las inversiones estimadas para el desarrollo del proyecto no superan los 500 millones de dólares, el año entrante podrían superar los 1.100 millones. Eso -sumado a los flujos normales que ha venido prcsentando la economía- podría tener un impacto muy negativo sobre la tasa de cambio. Tanto que el Gobierno está pensando en cómo se las ingenia para que la fuente de financiación -por lo menos del componente nacional- sea interna. Y para tal fin está contemplando la posibilidad de que parte de los recursos que tienen congelados los bancos comerciales en el Banco de la República por concepto de encaje se puedan invertir en bonos que financiarian los gastos que demande Cusiana.
Pero ese es realmente el primer campanazo. Porque de cumplirse las previsiones sobre la riqueza del yacimiento y el cronograma previsto para su extracción, sólo hasta 1997 se producirá un cambio importante en los niveles de producción. Y es entonces cuando la economía se verá sometida realmente a una presión que, de no manejarse adecuadamente, podría llevar al país a experimentar un mal que los economistas denominan la "enfermedad holandesa", que consiste en que por culpa de una renta de exportación -generada por un solo bien- se hace necesario revaluar la moneda, restándole competitividad a todos los demás productos.
Eso se podría evitar, por supuesto, si el gobierno de turno decide no cambiar para nada la política y dejar congeladas las reservas en el Banco de la República. Pero, como le dijo a SEMANA Eduardo Lora, director de Fedesarrollo, con un superávit en la cuenta corriente que podría llegar al cinco por ciento del Producto Interno Bruto, y con un superávit fiscal -dado que como se mencionó anteriormente, casi todos los recursos serían del Gobierno- del orden del dos por ciento, no hacer nada sería dificilísimo. Primero, porque la tentación de gastar sería muy grande para el Gobierno. Y segundo, porque las presiones políticas -en las regiones y el Congreso- no lo serían menos.
Pero si el Gobierno decide gastarse toda la plata -con todo y que eso podría producir mayores tasas de crecimiento- es clarísimo que el país se vería enfrentado a una enorme presión inflacionaria. Y dado que de acuerdo con la nueva Constitución el papel esencial -y obligatorio- de la Junta Directiva del Banco de la República es controlar el crecimiento de los precios, es casi seguro que ésta se vería obligada a recurrir al expediente de la revaluación. Y eso podría crear un escenario perverso de confrontación entre el Ejecutivo y el Emisor del cual saldrían perjudicados no solamente los exportadores, sino todo el país.
De allí que la mayoría de los expertos estén de acuerdo en que lo mejor que se puede hacer es crear un escenario de cooperación -que podría materializarse en un gran Pacto Nacional para el manejo de la bonanza-, que permita la adopción de medidas intermedias, con las cuales se puedan utilizar de la manera más productiva posible los recursos del petróleo, sin sacrificar el crecimiento económico, pero evitando que el país ingrese en una vorágine de gasto que a la larga lo dejen exhausto y débil, como les pasó a México y Venezuela.
Lo grave es que no existen muchos antecedentes en el mundo de casos exitosos de manejo de bonanzas petroleras de esa magnitud. Basta recordar los problemas que surgieron en países como México, Venezuela, Indonesia o Nigeria como resultado del boon petrolero. O aun en la misma Inglaterra, con el crudo del mar del norte. Para no mencionar los problemas que tuvo Holanda en los años 60 con el gas natural, y que dieron el nombre a la ya mencionada "enfermedad holandesa". Es más, uno de los pocos antecedentes que existen de un caso exitoso de manejo de una bonanza externa -no petrolera, sin embargo- es el de Taiwan.
Y es por eso que el reto que tendrán los próximos gobiernos no es nada despreciable. Sobre todo si se tiene en cuenta la cantidad de recursos que habrá que manejar y su peso relativo para la economía (ver cuadro sobre distribución de exportaciones). Como se dijo al principio, durante el período 1997-2002 el Gobierno tendrá que manejar unos recursos fiscales del orden de los 2.500 millones de dólares anuales, de los cuales casi la mitad tendran una destinación específica, vía regalias, costos internos, inversiones locales y transferencias a los municipios.
Lo anterior quiere decir que de todas formas ingresaran al país un poco más de 1.200 millones de dólares anuales y que, por lo menos en principio, sera muy difícil evitar que se gasten. Sobre el resto, en cambio, el Gobierno tendrá mayor discrecionalidad. Es más, en caso necesario se podrían congelar. De allí que, según muchos expertos, la clave del éxito en el manejo de la bonanza estará en el uso de los recursos de ingreso automático. Y en especial de las regalías, cuyo monto será del orden de los 600 millones de dólares anuales en el período mencionado.
Sobre este punto se ha presentado un interesante debate en el Congreso, alrededor de un proyecto de Ley sobre el tema. Una versión del proyecto, aprobada ya por la Comisión Quinta del Senado, establece una repartición de las regalías según la cual los municipios productores se quedarán con una tajada que, en algunos casos, sería muy superior a sus necesidades. Y eso podría conducir a despilfarros, o por lo menos a una inadecuada utilización de los recursos, como lo demuestra la experiencia vivida por el país con las regalías generadas por Caño Limón.
Por eso el Gobierno ha propuesto un cambio radical a ese proyecto, que consiste en disminuir en más de la miad las regalías que les correspondan a los municipios petroleros cuando la producción sobrepase los 30.000 barriles diarios, con el fin de transferir esos recursos a un Fondo Nacional de Regalías que se encargaría de redistribuirlos en forma equitativa entre todas las regiones del país. Con esos recursos se podrían financiar, por ejemplo, las obras de infraestructura vial y portuaria que requiere la nación. Y no se tendrían que monetizar el resto de las divisas que se generen por la exportación del crudo.
En lo que respecta a la utilización de estas últimas existen toda clase de alternativas. Hay, sin embargo, un gran consenso, en cuanto a que se debería constituír un fondo de estabilización por fuera del país, que además de impedir que las divisas tengan un impacto fiscal o cambiario, permita darles un uso productivo.Y aunque apenenas están surgiendo las primeras propuestas sobre cuál podría ser dicho uso, ya existen por lo menos dos que resultan interesantes. Una es la de utilizar esos recursos para prepagar deuda externa colombiana, o por lo menos la parte más costosa de ésta. La otra es utilizar los recursos del fondo en el extranjero para constituír una garantía que permita atender el pasivo pensional generado por el déficit del Instituto de Seguros Sociales.
Claro está que, según los partidarios de dicho fondo -entre los cuales están algunos de los miembros del equipo económico del actual Gobierno y prestigiosos investigadores del sector privado- el mismo sólo tendría sentido si de entrada se le fijan unas características tales que, por un lado, le quiten al gobierno de turno la tentación de malgastar los recursos y, por el otro, le den al sector privado la suficiente confianza en la estabilidad de la política económica. Y para eso, de nuevo, parece indispensable un gran acuerdo nacional.
Lo cierto del caso es que el país está enfrentado a una de las mayores bonanzas de su historia. Y que, contra lo que el común de la gente piensa, eso puede no ser muy bueno. A no ser que, como lo dijo en días pasados el Ministro de Hacienda, en lugar de trabajar en escenarios de desastre, la nación entienda, como un todo, que puede trabajar en un escenario virtuoso, en el que Cusiana se convierta en la oportunidad que durante tantos años estuvo esperando el país.

DIFICIL Y COSTOSO
CON CUSIANA, el país se ganó una lotería. Pero después de mucho comprar el boleto. Porque la verdad es que si en algún campo se hicieron esfuerzos e inversiones por encontrar petróleo, fue en el que hoy se conoce como Santiago de las Atalayas, en donde están loealizados los pozos de Cusiana.
La historia se remonta a 1960, cuando se realizó la primera campaña exploratoria en el piedemonte llanero, zona considerada con un potencial muy grande desde muchos años atrás. Entre 1960 y 1961, la Texas Petroleum y la Shell perforaron cuatro pozos, en los alrededores de lo que hoy es Cusiana, pero todos resultaron secos.
Diez años después, y con base en pruebas sísmicas mas sofisticadas, se inició una segunda campaña exploratoria, que se extendió hasta 1978. En ella particinaron cinco comidas -Continental, Intercol, Elf Aquitaine, Superior y Ecopetrol- y se perforaron 12 pozos. La mayoría resultaron secos y en otros aparecieron apenas manifestaeiones residuales de hidrocarburos.
A pesar de que algunos de los pozos perforados en esa segunda campaña llegaron hasta 15.000 pies de profundidad, hoy en día existe consenso en cuanto a que los fracasos respondieron fundamentalmente a problemas tecnológicos.
La tercera campana se inició en 1980 y en ella participaron -siempre por iniciativa de la Triton de Estados Unidos- Intercol, Union Texas y Colombia Oil Development, entre 1982 y 1986, y British Petroleum y Total, a partir de 1987. Y antes de encontrar petróleo se perforaron 22 pozos, con una profundidad promedio de 20.000 pies.
El primer pozo que arrojó resultados positivos fue Cusiana 1, que comenzó a ser perforado a finales de 1987 y fue volado por la guerrilla en enero de 1988. Después de las reparaciones permitió comprobar que en la zona realmente había petróleo en septiembre de ese mismo año.
En mayo de 1989 se comenzó la perforación de Cusiana 2, el cual tuvo que ser abandonado a finales de ese mismo año, por problemas mecánicos, cuando ya se habían perforado más de 11.000 pies. Después de adecuar los equipos, se repitió, con el nombre de Cusiana 2A, y después de año y medio (en septiembre de 1991) confirmó definitivamente la presencia del pozo .
Las inversiones realizadas hasta ese momento fueron muy grandes, pues el costo de algunos de los pozos superó los 20 millones de dólares. Pero no son nada comparadas con las que se tendrán que hacer en los próximos años para poder extraer el petróleo del subsuelo de Cusiana.
Según información de las mismas compañías, la inversión total en el proyecto será del orden de los 5.800 millones de dólares, de los cuales 1.725 millones corresponden a la perforación de los pozos, 2,450 a la instalación de los equipos para el tratamiento del crudo, el gas y las aguas residuales, y 1.000 a la construcción de oleoductos.
Todavía no se ha definido exactamente por dónde se sacará el crudo, pero el proyecto más probable es el que figura en el mapa adjunto.
El total de las inversiones se repartirá por partes iguales entre Ecopetrol, por un lado, y las compañías asociadas, por el otro.
PRECANDIDATOS FRENTE A CUSIANA
Roberto Gerlein
Los petrodólares son del Estado, a diferencia de los cafedólares que son de particulares. Por eso la riqueza de Cusiana debe utilizarse para darle salud y educación a los colombianos. Pero por importante que sea esa riqueza no alcanzará para sanear las necesidades de los 13 millones de compatriotas que viven en la pobreza absoluta.
Enrique Parejo
Creo que una parte importante se debería invertir para la adecuación de termoeléctricas y la inversión en hidroeléctricas, para así evitar el racionamiento que podría presentarse a partir de 1996.También he propuesto al país una política de generación de empleo a través de la inversión pública.
Rodrigo Llorente
Con esos dineros hay que procurar que el país vuelva a pensar en grande, para revivir los grandes proyectos regionales que se abandonaron hace más de 50 años: el tapón del Darién, la carretera al Mar, en Antioquia; la gasificación de la Costa Atlántica y las hidroléctricas de Urrá, La Miel y río Force.
Humberto de la Calle
Propongo destinar esos recursos a desarrollar nuestra infraestructura física y social. Es decir, aumentar la inversión en carreteras, acueductos y alcantarillados, educación y salud. Estoy en desacuerdo con que los dineros de Cusiana se destinen a macroproyectos, como grandes empresas estatales o metros.
Rodrigo Marín
El destino de esos dineros debe ser: aumento sustancial de la inversión social (educación, salud, saneamiento ambiental, vivienda y seguridad social); creación del Fondo de Seguridad Agropecuaria, modernización de la infraestructura (malla vial básica, puertos y ferrocarriles), y anticipación del plazo para reducir la tarifa del IVA.
David Turbay
Primero hay que analizar el efecto inflacionario de los recursos generados por Cusiana. Pero ante todo, esa riqueza debería trasladarse a la inversión social; al rescate de la vida del campo; a la conservación ambiental, y al mejoramiento de puertos, carreteras, ferrovías y toda la malla vial del país.
Antonio Navarro
Habría que invertir esos dineros en producción, porque una política de este tipo aumentaría consecuentemente el empleo en el país. Esa riqueza tiene que garantizar, a través de políticas sectoriales, una política industrial y agropecuaria, cosas que no ha hecho este Gobierno, por estar pendiente de los aspectos macroeconómicos Carlos Lemos Tenemos que pensar primero en la gente. Hay que invertir la riqueza petrolera en los sectores más pobres de la población y mejorar la calidad de vida del mayor número de compatriotas posible.
Desde luego, debemos invertir en infraestruetura y sobre todo en servicios públicos eficientes.
*Ernesto Samper y Andrés Pastrana no contestaron la encuesta de SEMANA.
Los otros precandidatos no pudieron ser localizados.