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El refugio dorado

El precio del oro está disparado. La incertidumbre mundial ha llevado a los inversionistas a refugiarse en el metal. ¿Se está creando una burbuja que después podría explotar?

3 de septiembre de 2011

El oro siempre ha sido el símbolo de la riqueza. El más brillante de los metales es también el refugio al cual acuden los inversionistas cuando las monedas, las bolsas y la macroeconomía están amenazadas por recesiones e incertidumbre.

El apetito por el oro, en lingotes o en bonos, se sintió después de la recesión que vivió el mundo en los años treinta del siglo pasado, y en 2001 y 2002, tras los atentados terroristas contra las Torres Gemelas, que desplomaron los indicadores en Estados Unidos y templaron los nervios del resto de la humanidad.

Los tiempos actuales no son una excepción. Mientras Wall Street tuvo su peor desempeño en el último año durante el mes de agosto, y las bolsas europeas registraron las caídas más drásticas desde 2008, el valor por onza del oro casi alcanza la barrera psicológica de los 1.900 dólares.

Finalmente, cerró mes con un repunte de 12 por ciento, en 1.828,50 dólares, y una vez más fue evidente que el oro es una trinchera segura en medio del fuego cruzado. Los analistas coinciden en que no garantiza altas rentabilidades a corto plazo, pero aleja el riesgo cuando las acciones se desploman y las monedas pierden valor.

Así entidades como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Cepal digan que por ahora no hay riesgo de recesión, la incertidumbre sigue y se están replanteando las proyecciones de crecimiento a nivel global para este año. Por eso, los inversionistas, los administradores de grandes portafolios y los bancos centrales le están apostando al oro y con sus compras han incrementado su precio hasta niveles que no se veían desde noviembre de 2009.

Alejandro Gaviria, decano de Economía de la Universidad de los Andes, explica que se trata de movimientos a corto plazo en los que la gente se protege de las malas noticias. "En los próximos días el oro mantendrá una participación importante, y aunque se puede hablar de una burbuja, no necesariamente tiene que llegar a reventarse. Por lo pronto, las correcciones y los aumentos continuarán", dice.

Según el FMI, en Colombia el Banco de la República tomó la decisión de elevar sus tenencias de oro por primera vez en 13 años, y al lado, el vecino Hugo Chávez anunció que Venezuela empezará la repatriación de las 364 toneladas de reservas que tiene de ese metal, y justificó la decisión como un blindaje de su país ante la inestabilidad que viven las principales economías y mercados.

Sin embargo, hay quienes temen que este 'escampadero' circunstancial sí termine disparando los precios del metal a niveles tan altos que después, cuando pasen los días de agitación y se calmen las aguas, se podrían desplomar para ajustarse a niveles más acordes con la realidad de la oferta y la demanda.

Para Daniel Velandia, director de Investigaciones Económicas de Correval, es previsible que los bancos centrales estén comprando oro porque no pueden confiar en las monedas como el euro, el dólar, los francos o el yen. "Eso hará que puedan existir correcciones a la baja, aunque también es cierto que no serán permanentes, pues de no tranquilizarse la economía mundial, a largo plazo el oro puede mantener la tendencia alcista".

Por otro lado, protagonistas del mercado como Rafael Herz, presidente de la firma minera AngloGold, descartan por completo que se esté generando una burbuja y advierten que cuando retorne la estabilidad y las monedas tengan menos volatilidad, la gente saldrá del oro y volverá a las divisas y las acciones. "Los precios no se van a mantener a los niveles actuales ni tampoco a bajar a los de hace tres años. No lo llamaría burbuja sino un pico en la cotización, que tendrá corrección". La proyección de Herz es que, a comienzos del próximo año, el metal se estabilice en 1.500 dólares por onza.

Mineras no sienten el precio

Hay otra realidad del mercado y es que no existe una relación directa entre precio del oro y el valor de la acción de las compañías mineras que cotizan en los diferentes mercados de capitales.

¿Por qué? Herz explica que firmas como la que él preside hacen inversiones a largo plazo en sus labores de exploración y explotación, y que los beneficios por el aumento en la cotización no llegan a caja tan pronto. "La gente compra oro, no títulos de mineras que lo explotan". Sin embargo, Velandia dice que hoy todo portafolio de inversión a largo plazo debe tener algún título de una minera, no solo para diversificar, sino para beneficiarse en un tiempo prudente de los hallazgos del presente.

Prueba de que el precio del oro no va ligado con el valor de una acción minera se da en el caso de Mineros. El 22 de junio pasado, cuando empezó el apetito mundial por el metal, este título se cotizaba a 6.360 pesos. Dos meses después, el pasado 31 de agosto, su valor cerró en 6.000 pesos en la Bolsa de Valores de Colombia.

De todas maneras, el metal dorado no es la única alternativa a la que están acudiendo los inversionistas para protegerse y salvaguardar sus capitales. Por esas circunstancias que siempre hacen imprevisible el devenir económico, y contrario a lo que muchos pensarían, los bonos del Tesoro de Estados Unidos siguen generando confianza.

Cuando la agencia Standard & Poor's le bajó la calificación a ese país, muchos pensaron que el respaldo a los papeles estadounidenses. disminuiría, pero ha ocurrido todo lo contrario.

Su rentabilidad ha aumentado 15 por ciento desde que se bajó la calificación y la razón es que ningún otro activo -diferente al oro- cuenta con una liquidez ni aceptación semejantes. Por ahora no existen alternativas reales de reemplazo y por eso continúan considerándose activos de refugio.

Eduardo Sarmiento, decano de la Facultad de Economía de la Escuela Colombiana de Ingeniería, considera que más allá del boom en el precio del oro y de la fortaleza mostrada hacia los bonos estadounidenses, hay un problema de fondo que no se ha querido ver ni entender.

"Lo que pasa es que la crisis de 2008 no se ha terminado y lo actual es un coletazo", dice, y agrega que estructuralmente la economía de Estados Unidos se reactivó a partir de un gran déficit fiscal. Es decir, tapó un hueco con alto endeudamiento de la Nación, situación que no ha sido sostenible y que se agudizó por las resistencias políticas. "Cuando las grandes naciones empezaron a retirar los apoyos fiscales, la economía global se debilitó y se cayeron las acciones". Es lógico que cuando tiembla en las grandes potencias, se sacude el mundo entero.

Nadie sabe qué pasará. Mientras continúe la volatilidad de las monedas y la incertidumbre en los mercados, el oro seguirá ganando terreno y la devaluación del euro y del dólar no tendrá pausa. Si la nube negra sigue ensombreciendo a las economías fuertes, el coletazo se debe sentir, aunque todavía no ha llegado la hora del Apocalipsis. Aún quedan refugios.