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EL TODO POR EL TODO

El presidente Collor de Mello tiene perplejos a los brasileños con su drástico plan de estabilización.

23 de abril de 1990

A penas empieza la partida y ya Collor de Mello se jugó los restos. En un acto de audacia ilimitada, el nuevo mandatario del Brasil apostó el prestigio de su gobierno a una sola meta: acabar con la inflación. "Mi presidencia lo jugará todo en la victoria contra este cáncer social... saldré victorioso o fracasaré en la medida en que este desafio sea enfrentado sin demora y sin tregua", aseguró en su discurso de posesión.

Dicho y hecho. Al otro día, el viernes 16 de marzo, expidió un paquete de medidas que dejó boquiabiertos a los 150 millones de habitantes que venian pidiendo acciones serias para combatir la inflación. Cansados con un aumento de precios que ya superaba el 70% mensual, y prevenidos por el propio Collor de Mello sobre lo que venía, los brasileños esperaban un duro plan de estabilización. Pero la receta, cocinada en los laboratorios de la superministra Zelia Cardoso de Melo (ver recuadro), superó las expectativas. Hubo quienes lo calificaron, incluso, como el plan de ajuste más severo aplicado en el mundo en los últimos diez años.

Anunciado en una reunión de gabinete celebrada a las 7 de la mañana (al mejor ritmo paisa), el paquete inicial constaba de 23 medidas que iban desde la congelación temporal de precios hasta la privatización de varias empresas estatales, pasando por la resurrección del cruceiro como unidad monetaria nacional.

Pero la más explosiva de todas era la "confiscación", por 18 meses, de todos los ahorros superiores a 50 mil cruzados (algo así como 450 mil pesos colombianos), con el fin de disminuir el dinero circulación. La medida, contra lo que se esperaba de un gobierno "derechista", afectaba al 10% más rico de la población. "Ningún partido de izquierda, por más extremista que sea, tendría el coraje de promover semejante confiscación", comentó el ministro de Hacienda de los gobiernos militares, el profesor Mario Henrique Simonsen.

Las protestas, por supuesto, no se hicieron esperar. A tal punto llegó el descontento de algunos sectores que, a sólo 48 horas de haber anunciado su plan, el presidente Collor tuvo que interrumpir su habitual "jogging" para firmar la prohibición de hecho para la justicia de intervenir por via provisional sobre varios puntos del plan.
La medida fue adoptada después de que un juez del estado de Mato Grosso concedió a varios inversionistas, entre ellos cinco jueces, el derecho a retirar sus dineros de una agencia bancaria, por encima del limite impuesto por el paquete oficial.

Pero la confiscación no es el único punto del plan que toca intereses de los sectores de altos ingresos. El programa incluye también la creación de nuevos gravámenes para las grandes fortunas y un aumento en los impuestos para los ingresos del capital y de la tierra. Simultáneamente, y para lograr la efectividad de tales medidas, contempla drásticas sanciones incluida la cárcel, para los evasores.
Con ello se espera incrementar los ingresos del Estado, cuyo desbalance fiscal es considerado como uno de los grandes obstáculos para controlar la inflación.

En el mismo frente, el plan de Collor pretende lograr una rápida caída en los niveles de gasto público.
Aparte de la suspensión de subsidios a los sectores de la producción, cuyo valor supera los 2 mil millones de dólares, el paquete de medidas contempla la reducción de 25 a 12 en el número de ministerios y la desaparición de por lo menos 24 entidades estatales. El plan afectó de inmediato además, a más de 30 mil empleados que figuraban en dos o más nóminas oficiales.

El objetivo global de la reforma fiscal, según la ministra de Economía, es eliminar el enorme déficit del gobierno brasileño. Según sus predicciones, el plan permitirá que a finales de 1990 el déficit actual, que supera el 8% del Producto Interno Bruto, sea convertido en un superávit cercano al 2% del mismo valor.

El impacto que eso tendrá sobre la economia será grande. Y negativo.
Sumada la congelación de circulante provocada por la confiscación de los ahorros de los brasileños con la disminución en los niveles de gasto público, la caida que tendrá la demanda agregada de la economia será sustancial. La mayoría de los observadores (incluidos algunos miembros del propio gobierno) han coincidido en que las medidas del Plan Collor provocarán una fuerte recesión en la actividad productiva. Y con ella una cadena de despidos que incrementará el desempleo a niveles desconocidos en los últimos años.

Esa no es, sin embargo, la única amenaza para los sectores trabajadores. Porque lo cierto es que el plan es tan drástico y tan vasto que alcanza para todos. Aparte de la eliminación de algunos subsidios que afectan directamente a las clases de menores ingresos, una de las medidas del paquete contempla un fuerte crecimiento en las tarifas de todos los servicios públicos. Los salarios, además, fueron congelados en los niveles previos al anuncio del programa, sin tener en cuenta la pérdida que había sufrido su poder adquisitivo en los dos primeros meses de este año, cuando la mayoria de los empresarios remarcó exageradamente sus precios en previsión de las medidas que podria tomar el nuevo gobierno.

Aún asi, las opiniones de la izquierda en torno del plan han resultado más favorables para Collor que las de sus propios aliados. Con excepción de algunas posiciones de tipo doctrinario, referidas a otras medidas del paquete que buscan promover una mayor apertura de la economía y una rápida privatización de un número importante de empresas estatales, su posición ha sido moderada. Y eso puede resultar muy importante para el gobierno cuando se discuta en el Congreso la aprobación del Plan. El nuevo presidente pensó en un comienzo utilizar facultades especiales para dictar sus medidas. Pero luego se acogió a una norma según la cual el Congreso tiene que aprobar el plan en un plazo máximo de un mes.
Medida inteligente, según los observadores, pues le pasó la responsabilidad de lo que finalmente ocurra a la clase politica de su país. En palabras de Auremiano Chaves, ex ministro de Estado, "Si rechazamos el plan de Collor de Mello seremos responsabilizados por el caos que afectará al país, y si hacemos alteraciones al plan estaremos dando al gobierno la posibilidad de culpar al Congreso por el fracaso de las medidas".

Pero mientras el Congreso decide, lo cierto es que las medidas adoptadas por el nuevo gobierno han empezado a cambiar la vida de los brasileños.

En su primera semana de aplicación, la actividad económica se vio prácticamente paralizada. Almacenes, cines, teatros, restaurantes y hoteles estuvieron completamente vacíos. Y el dólar, cuya cotización se dejó a las libres fuerzas del mercado, pasó de 77 cruzados el 13 de marzo a sólo 35 el viernes pasado, reflejando una drástica baja en su demanda.

El pais está en estado de shock. Y el presidente a la espera. Porque en lo que todo el mundo coincide es en que Collor se jugó el todo por el todo. Si el plan fracasa, fracasa el gobierno, antes de comenzar. Si triunfa, la décima economía del mundo tendría el camino despejado para solucionar otros problemas tan graves como el de la deuda externa. Los próximos 20 dias serán decisivos no sólo para el ambicioso y desprejuiciado presidente, sino para el futuro de Brasil.-


ZELIA SUPERSTAR
Con sólo 36 años, Zelia Cardoso se convirtió, de un dia para otro, en la mujer más poderosa del Brasil. El nuevo presidente, Fernando Collor de Mello, la escogió para manejar el ministerio de Economía, resultado de la fusion de tres antiguos ministerios: Hacienda, Planeación e Industria y Comercio. Con su nombramiento, la "profesora" Cardoso adquirió tantas funciones, poderes y responsabilidades como los que tienen en Colombia, juntos, Luis Fernando Alarcón, Maria Mercedes Cuéllar y Luis Bernardo Flórez.

Autora del "Plan de Choque" presentado por el Presidente al dia siguiente de su posesión, accedió a su actual posición por una gran casualidad. Siendo Collor de Mello gobernador de Alagoas, un estado con limitados recursos económicos, asumió personalmente los trámites de renegociación de su deuda interna. Acudió para ello, a comienzos de 1987, a la Secretaría del Tesoro donde trabajaba Zelia Cardoso. Neófito en el asunto, Collor solicitó y consiguio el auxilio técnico de la economista para la formulación de sus demandas. Y quedó tan encantado con su ayuda que la contrato como asesora cuando salió del gobierno. La antigua funcionaria aprovechó la ocasion para crear una firma de consultoria llamada ZLC, a la cual invító a sus colegas Carlos Henrique Moraes, Luis Eduardo de Assis y José:Francisco de Lima, que se constituyeron en el embrión del equipo económico de Collor.

En sus épocas de estudiante en el "Colegio de Aplicación" de Sao Paulo, su ciudad natal, Zelia Cardoso se codeó con una brillante camada de talentos que hacian resistencia al régimen militar. Y llegó a estar bastante cerca del Partido Comunista, lo que le puede servir en el futuro para sus conversaciones con la izquierda brasileña. Más tarde se graduó en economía en la universidad de Sao Paulo hizo una maestría en esa misma profesión, comenzó su carrera como profesora y en 1983, obtuvo su primer empleo público directora financiera de la Compañía de Desarrollo Habitacional del Estado de Sao Paulo.

Por esa misma época se hizo simpatizante del Partido Movimiento Democrático Brasileño (de centro izquierda cuyo grupo de economistas sería más tarde el encargado de aplicar el "Plan Cruzado". Hoy, sus antiguos compañeros la tildan de oportunista, por haberlos abandonado para asesorar a Collor, a quien consideran un hombre de derecha. Ella se defiende, sin embargo, asegurando que la política de Collor es de corte socialdemócrata, y que así lo demostrará en el gobierno.

Por ahora, lo cierto es que el paquete lanzado la semana pasada tiene desconcertados a la mayoría de los observadores. Mientras los partidos de izquierda lo respaldan, los propios aliados de Collor parecen dispuestos a presionar al gobierno para hacer algunos cambios. Y todo porque la receta resultó más heterodoxa de lo que se pensaba. Como buena cocinera que se confiesa, Zelia Cardoso procuró no dejar por fuera ningún ingrediente. Y el plato resultó explosivo.