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EL ULTIMO VASO DEL DESIERTO?

La perspectiva del racionamiento disparó la demanda por agua embotellada en Bogotá. ¿Habrá agua para tanta gente?

7 de abril de 1997

En las últimas semanas muchos habitantes de Bogotá han salido a buscar un botellón de agua al supermercado y han descubierto que están escasos o que sencillamente no hay. Al fin y al cabo desde el día en que se supo del problema en Chingaza la gente comenzó a desconfiar de las aguas del acueducto. Y la verdad es que hantenido razones para ello, pues en muchos barrios capitalinos ha salido de la llave un líquido color marrón, e incluso con residuos de tierra. Por eso el agua pura ha sido la única manera de prevenir dolores estomacales. Otros decidieron aprovisionarse de botellones para estar listos a la hora en que la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá anunciara lo que ya era inminente: el racionamiento de agua en una ciudad de seis millones de habitantes que comenzará este martes.Como era de esperarse, la perspectiva de una emergencia generó un crecimiento en la demanda de agua embotellada en la capital del país. De hecho, según datos de Bavaria, productora del Agua Brisa, en sólo dos meses ha habido un aumento en el consumo de 45 por ciento. Sin duda se trata de un crecimiento sorprendente si se tiene en cuenta que el del agua envasada es un mercado que tradicionalmente crece al 30 por ciento anual.Los bogotanos, que tradicionalmente han consumido en promedio ocho millones de litros de agua al mes, han demandado en los últimos dos meses unos 22 millones de litros ante la perspectiva de quedarse varios días con la cara sucia y los dientes sin lavar. Eso quiere decir que cada bogotano, en promedio, ha pasado de tomarse al mes el equivalente a dos botellas y media de agua de tamaño personal a consumir tres y media.Con este incremento en el consumo la capital se está posicionando como un buen mercado para la producción de agua envasada. Y es que, aunque parezca mentira, Bogotá no ha sido la mejor plaza para las empresas dedicadas al negocio. El consumo de agua embotellada en Colombia es de 480 millones de litros al año y, de acuerdo con Bavaria, Bogotá aporta 96 millones de litros, es decir el 20 por ciento. Según el director de mercadeo de la compañía del Grupo Santo Domingo, Jaime Martínez, "el porcentaje no es muy alto porque el mayor consumo se da en las poblaciones donde el acueducto es malo y donde hace más calor", que sin duda no es el caso de la capital del país.Al topeLa verdad, sin embargo, es que ante la inminencia del racionamiento a quienes viven en la capital poco les preocupan las cifras del mercado. Lo que ellos quieren saber es si las compañías están en condiciones de enfrentar un aumento en la demanda como el que está próximo a producirse. Y es que, aunque es difícil pensar que una persona utilice agua envasada para necesidades como el baño diario -pues el costo de un botellón es demasiado alto para eso-, sí es muy probable que algunas familias decidan utilizarla para otras labores domésticas como cocinar, lavar platos e incluso para el sanitario. De acuerdo con Cecilia Alvarez, vicepresidenta de contraloría de Bavaria, "nosotros estamos en capacidad de soportar un aumento en la demanda de 400 por ciento". Aunque SEMANA intentó obtener la respuesta a dicho interrogante por parte de los presidentes de Indega y Postobón, no fue posible localizarlos tras insistentes llamadas. Para muchos, semejante alarde de capacidad productiva puede resultar desmedido en medio de una crisis de escasez del preciado líquido. Pero el racionamiento capitalino no asusta a las embotelladoras. Según Fernando Mendigaña, funcionario de la dirección de salud pública de la Secretaría de Salud de Bogotá, "lo que ocurre es que la mayoría de las compañías de agua pura tienen una fuente propia que está por fuera de Bogotá, y por eso no se verán afectadas por el racionamiento".De ahí que la Secretaría haya emitido comunicados de prensa anunciando que la mejor alternativa en los días de racionamiento será recurrir al agua envasada. Según Mendigaña, "nosotros hemos hecho pruebas microbiológicas y fisicoquímicas de unas 20 marcas de agua y todas han resultado satisfactorias, de manera que lo más recomendable es recurrir a ellas" (ver recuadro).Bien paradosPero la ubicación de las plantas de producción no es el único factor que les ayudará a las embotelladoras a enfrentar el aumento en la demanda de agua. Ninguna de ellas es novata en el negocio y desde hace años todas vienen aumentando su capacidad productiva como una forma de enfrentar la creciente competencia.La empresa de mayor tradición en el trabajo de procesar el agua en el país es Postobón, que desde hace muchos años está posicionada con su tradicional marca Agua Cristal. Pero, como ninguna dicha es eterna, con el paso del tiempo comenzó a sentir el nacimiento de nuevas marcas como Manantial o Premio de Indega. Luego Bavaria lanzó el Agua Brisa en mayo de 1994 y las cosas siguieron cambiando. Indega decidió relanzar la marca Manantial e inaugurar una planta que le costó 5.000 millones de pesos y al año siguiente invirtió otros 10.000 millones para salir con la marca Santa Clara, con la idea de competirle a Postobón en uno de sus monopolios: el botellón. La compañía de Ardila Lülle, sin embargo, no se quedó quieta y durante todo ese período en el que la competencia creció decidió instalar nuevas plantas.Si a eso se suma que cadenas de supermercados de la talla de Cafam, Carulla y Exito han sacado también sus propias marcas de agua, la conclusión es que el auge del negocio no se pudo dar en un mejor momento. De hecho, todo parece indicar que la mayor competencia generó un aumento en la capacidad instalada, que ahora llega como anillo al dedo para hacer un poco más soportable el racionamiento.Tantos acontecimientos han llevado a un reacomodamiento del mercado del agua. Aunque el líder sigue siendo Postobón con las marcas Caribe y Cristal, pues tiene la fortaleza del botellón que es llevado por los camiones hasta la casa, la verdad es que en ese segmento le ha hecho mella el lanzamiento de Santa Clara, de Indega, que además produce las marcas de agua Manantial y Premio y es segunda en la competencia. Además Brisa ha logrado un crecimiento considerable, lo mismo que las aguas de los supermercados, pues todas han decidido salir con los garrafones.Al margen de cuál vende más, la verdad es que el mercado del agua embotellada, que junto con las sodas mueve unos 10.000 millones de pesos mensuales en todo el país y 2.000 millones en Bogotá, podrá llegar a manejar más de 2.700 millones sólo en la capital gracias a la falta de agua. Eso si se mantiene el crecimiento del 45 por ciento que, según los datos de Bavaria, se ha presentado en los últimos dos meses.Si se conserva esa tendencia el segmento del agua será el de mayor crecimiento este año dentro del sector de bebidas no alcohólicas. Y es que en los últimos años sólo los jugos le han hecho competencia, pues el consumo de gaseosas viene en descenso.Así las cosas, el agua embotellada será una buena ayuda para que una ciudad de seis millones de habitantes mantenga su vida dentro de los límites de la normalidad a pesar del racionamiento. Al fin y al cabo una cosa fue tener a los colombianos sin luz durante el tiempo en que duró el racionamiento eléctrico y otra muy distinta será tener a los bogotanos sin el servicio público más esencial de todos: el agua. De ahí que es muy probable que el peregrinaje por los supermercados en busca de un botellón, un garrafón o incluso una botella pequeña empiece a formar parte de la rutina diaria a partir de esta semana.