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¿EN MANOS AJENAS?

El Banco Mundial, y nó el Fondo Monetario, determinará la suerte futura de Colombia y su política económica

17 de diciembre de 1984

"El país camina sobre una cuerda floja y cualquier imprevisto lo puede hacer caer". Con esas palabras calificó un economista la situación que enfrenta el gobierno en su esfuerzo por solucionar la crisis externa y fiscal, que amenazan con hacer de 1985 uno de los años más duros en la historia reciente de Colombia. Al igual que las personas que tienen que atender una obligación y no cuentan con el dinero necesario, la nación ha emprendido afanosamente un programa de búsqueda de nuevos préstamos internacionales, con el objetivo de conseguir los recursos indispensables para cubrir sus deudas. El servicio de la deuda colombiana, cuyo monto total rebasa los 11 mil millones de dólares unido al pago de importaciones del país, supera con creces las entradas por concepto de exportaciones, y el equipo económico se enfrenta a la disyuntiva de obtener recursos frescos de crédito, sino quiere acudir a entidades como el Fondo Monetario Internacional, el cual normalmente recte un programa de ajuste que crea desequilibrios sociales y políticos.
La nueva estrategia de contratación de préstamos para el sector público, se ha centrado en dos entidades de fomento internacional: el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Los vínculos que de tiempo atrás se han mantenido con los dos organismos, hacen pensar que sus analistas mirarán con buenos ojos las solicitudes de crédito colombianas que fueron presentadas en Washington la semana pasada por varios miembros del equipo económico, encabezados por la viceministra de Hacienda, María Mercedes de Martínez, y el Director de Planeación Nacional, Jorge Ospina Sardi. En esa oportunidad, los funcionarios expusieron los puntos principales del programa de ajuste que ha iniciado el ministro de Hacienda, contenidos en un documento confidencial donde se plasma la intención de "poner orden" en la economía colombiana. Dependiendo del visto bueno de ambas entidades de fomento, se espera utilizar su respaldo para inducir a los bancos privados a que presten fondos complementarios. Los proyectos presentados ascienden a unos 1.200 millones de dolares incluyen asignaciones para Ecopetrol por 130 millones, para la promoción de exportaciones por 300 millones, para el sector industrial y el agrícola por 150 millones cada uno, y para la hidroeléctrica de Río Grande por 200 millones de dólares. Adicionalmente, se quiere conseguir 400 millones de dólares con destino a Carbocol y otro tanto para el gobierno nacional, ante una serie de bancos privados. Lo anterior, debe sumarse a 1.500 millones de dólares que ya han sido contratados y que deben recibirse durante 1985. A su vez, la deuda externa privada parece estar enrutada hacia una vía de solución, aunque todavía subsisten los problemas y la desconfianza de los últimos meses. Grandes empresas como Avianca, Cementos Samper, Coltejer, Fabricato y Paz del Río, van por buen camino en sus renegociaciones individuales, con los acreedores. La espina del Banco de Colombia, que era quizás la traba numero uno, parece haber sido digerida con el acuerdo de la semana pasada y ello debería tranquilizar un poco a los bancos internacionales. Sin embargo, lo anterior no implica que se vaya a presentar una apertura. En lo que hace a las entidades financieras nacionales, solo se aspira a mantener las líneas de crédito actual, pues se anticipa que seguirá la prudencia en la aprobación de préstamos que se ha presentado hasta ahora. Para evitar un deterioro de la situación, se ha intensificado la labor de aumentar la confianza en el sistema financiero colombiano a través de las medidas para capitalización de la banca y el perfeccionamiento de la resolución 33 de la Junta Monetaria, que da los mecanismos para el pago de la deuda externa privada.
El gobierno ha dicho expresamente que no se justifica renegociar la deuda externa del sector público y ese sentimiento es compartido por los miembros de la Banca Internacional. Con excepción de contados proyectos del sector eléctrico, se sigue argumentando que el "perfil" de las obligaciones del gobierno es muy bueno. En el marco de la convención bancaria, celebrada la semana anterior en Cartagena, varios observadores de las entidades extranjeras fueron enfáticos al afirmar que el sector público está bien. Lo contrario sucede con el sector privado colombiano que, en opinión de un banquero, "debe olvidarse de nuevos créditos para inversión". Las únicas líneas para la industria serán las de promoción de exportaciones, ya que en terminos generales los extranjeros se muestran muy reacios a prestar debido a "los hondos y graves problemas que tiene el sector privado". Complementariamente, los banqueros consideran que su mejor garantía es la solidez misma del país así como la orientación de la gestión que adelanta el ministro de Hacienda.
En este escenario, no han faltado las críticas externas a la estrategia adoptada por el equipo económico. De un lado, se afirma que se estan introduciendo, de todas maneras, los ajustes que aconseja el Fondo Monetario Internacional, limitándose el margen de independencia en el manejo de la política económica. El alza en el precio de la gasolina, junto a los anuncios sobre revisión a la estructura de subsidios y alas restricciones en las importaciones, le han sugerido a varios analistas una "sospechosa" coincidencia entre el gobierno y el FMI. Además, se han arreciado los ataques debido a que no se han explotado todas las opciones y se ha preferido un esquema bajo el cual el próximo año presentará bajas en la producción real, alzas en el desempleo y un clima general de recesión económica.
Por su parte, la administración se defiende con el argumento de que el camino escogido es el único efectivo y que si bien en el corto plazo puede ocasionar problemas, en el término de unos dos años se verán los frutos de la política adoptada; para los especialistas oficiales, el déficit fiscal es el corazón del problema y su reducción hace necesaria la estrategia contraccionista. "Se trata tan sólo de tener metas consistentes", subrayó un economista del sector oficial, quien agregó que "Hay que armonizar la parte fiscal, monetaria y externa con miras a un mismo objetivo".
De tal manera, los cálculos que se han hecho, determinados por la disponibilidad de reservas internacionales para importaciones implican una reducción en el ritmo de la actividad económica. "Es imposible que la economía crezca como uno quiera, si la industria no puede traer maquinaria ni materias primas en la forma adecuada", insistió un miembro de la Junta Monetaria. Y añadió: "Hay que recordar que la inflación es el peor impuesto y por ello hay que mantenerla en niveles razonables, lo cual no sería combatible si el gobierno gasta demasiado, o se busca el crecimiento a toda costa. En lo que toca al desempleo no hay dentro de este plan un esfuerzo global para reducirlo, sino que se han preferido programas sectoriales dirigidos a áreas especialmente definidas, con la meta específica de que no sobrepase los niveles de este año".
Pese a las protestas que se han presentado, la ventaja que tiene el Ministro Junguito a su favor, es la de contar con el apoyo de los banqueros internacionales. Aunque es difícil que ello se traduzca en una apertura del crédito de los bancos privados en un futuro, se ha notado un clima más favorable hacia el país que ha influido para que las renegociaciones de la deuda privada, hayan sido menos traumáticas de lo que se había anticipado. La conmoción interna que creara hace unas tres semanas la publicación de un memorando del ministro al Presidente Betancur, donde se recomendaba la idea al FMI, da la impresión de haber sido reemplazada por un ambiente de "moderado optimismo", donde se espera que la confianza de las entidades de crédito internacionales, le permita al país seguir adelante sin más tropiezos. Con todo, la opción de un programa formal de préstamo con el FMI no se ha descartado. La suerte de las solicitudes de crédito en el exterior, determinarán el clima que se presente el próximo año. Para asegurar la confianza internacional en el país, se ha hablado de que las misíones del FMI vengan cada seis meses, y no cada año, como se acostumbra. Pero el pronunciamiento definitivo se hará de acuerdo a como se perciba la situación a mediados de diciembre.--