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Con alianzas a la carta y una guerra sin cuartel con el Seguro Social, arrancan los nuevos fondos privados de pensiones.

6 de junio de 1994

POCOS NEGOCIOS HAN SUSCITADO TANTAS expectativas en Colombia como el de las pensiones. Desde que se comenzó a debatir el tema en la legislatura de 1990, los más importantes grupos económicos han venido analizando el asunto. Como el debate se demoró prácticamente cuatro años se crearon primero los fondos de cesantías y apenas hace un mes se le dio vía libre a los de pensiones.
Pero el régimen que aprobó la Ley 100 de 1993 no recogió finalmente el modelo chileno -sobre el cual se habían montado todas las proyecciones-, sino que estableció un sistema híbrido donde coexisten el sistema de reparto del Instituto de Seguros Sociales con el sistema de ahorro pensional de cuentas individuales de los fondos privados de pensiones.
"Aunque se generaron muchas expectativas, el negocio de los fondos de pensiones no va a ser muy rentable -afirma Javier Fernández Riva, presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF)-. Aquellas entidades que trabajan conjuntamente cesantías y pensiones pueden diluir sus costos comunes en los costos fijos, pero de todos modos la inyección de capital fresco es mínima y el tamaño del mercado no es suficientemente grande para atraer grandes inversiones. La mayoría de los que están metidos en pensiones lo hacen por defender el capital que tienen invertido en el negocio de las cesantías".
Esa menor expectativa de rentabilidad se ha manifestado en dos fenómenos: un proceso de uniones estratégicas entre sociedades administradoras de fondos de pensiones y una competencia a muerte -y en opinión de algunos, desleal- con el Instituto de Seguros Sociales.
El proceso de uniones estratégicas está motivado esencialmente por tres razones: una de índole económico-financiera, otra de orden tecnológico y una tercera de naturaleza logística. La razón económico-financiera surge esencialmente del manejo de la inversión, cuyo monto no sólo es relativamente alto -un mínimo de 2.500 millones de pesos-, sino que los escenarios de recuperación son de largo plazo. Estimativos iniciales indican que las sociedades administradoras van a presentar pérdidas durante los primeros años. Y ese período -dependiendo del grado de optimismo con que se analice- puede variar de tres a siete años. Entre los que se podrían considerar optimistas está el presidente de Porvenir, Pablo Albir Sotomayor, para quien "los cálculos de rentabilidad proyectados hasta el año 2003 fijan un flujo de caja positivo para el año 1997. En 1994 y 1995 los fondos pueden perder entre unos 6.000 y 9.000 millones de pesos en cada año. En el año 1996 los fondos podrían comenzar a reportar utilidades mínimas".
La segunda razón, de carácter tecnológico, tiene que ver con el hecho de que este tipo de instituciones no existían en el país y los fondos no conocen ampliamente el negocio. "Los fondos no quieren pagar el precio de la novatada", afirmó una fuente consultada por SEMANA, cuando de por sí la inversión tecnológica inicial supera los dos millones de dólares. Por eso requieren el soporte de tecnología blanda (Software y Know-how) y han acudido a administradoras chilenas -que han manejado éste esquema por más de 12 años- y peruanas, en algunos casos invitándolas como inversionistas y, en otros, contratándolas como asesores.
El tercer elemento que ha estimulado las uniones es el tema logístico. Concretamente la posibilidad de utilizar las redes de entidades financieras. Una cosa cierta de la operación de los fondos es que requieren un manejo complejo de sucursales y centros de servicio que, actualmente, dominan las entidades financieras.
Los principales exponentes de la tendencia a las uniones son Horizonte, Colfondos y, en menor grado, Porvenir. Horizonte nace de la fusión de cuatro grandes socios: el Banco Ganadero, Granahorrar, el Banco de Colombia y el Banco Superior (Diners). Y aunque no está confirmado, se viene hablando cada vez con mayor fuerza acerca de que la Organización Ardila Lulle se una a esa sociedad. Es interesante ver que grupos que antes no tenían vinculación económica directa, estén aunando esfuerzos para fortalecerse en un negocio de grandes ligas. Colfondos, que fue fundado por Colseguros y otras empresas del Grupo Santo Domingo, decidió aliarse con el Grupo Cruz Blanca, que tiene experiencia en los procesos chileno y peruano, y con el Citibank. Porvenir, que se ha convertido en el líder del sector, fue fundado por las entidades financieras de la Organización Sarmiento Angulo. Pero para el tema de las pensiones ha vinculado como inversionista a Provida, la administradora de pensiones más grande de Chile, con el 20 por ciento de la sociedad.
Estas tres entidades se perfilan como las más grandes. Así lo han demostrado con la cuantiosa inversión publicitaria que busca asegurar una participación de mercado por encima del 20 por ciento. Detrás de ellas vienen cuatro entidades que podrían pelear un segundo segmento del mercado, que son Colmena, Protección, Colpatria y Davivir. Colmena decidió no asociarse con nadie para no diluir su imagen corporativa, pero ha contratado los servicios de asesoría de Integra, una administradora de fondos de pensiones del Perú. Protección resultó de la unión de cinco entidades financieras del Sindicato Antioqueño: Suramericana de Seguros, Banco Industrial Colombiano, Conavi, Confinsura y Reaseguradora de Colombia. Davivir está respaldada por Davivienda y otras entidades del Grupo de Seguros Bolivar, al igual que Colpatria, que es una filial de ese grupo. Por último, Invertir es un fondo de origen cooperativo y es lógico suponer que usufructúe los beneficios que el gobierno otorga para este tipo de entidades.
Además de las anteriores, se está hablando sobre la posibilidad de crear dos nuevas administradoras, que serían también fruto de uniones estratégicas. La primera tendría como socios a Skandia tanto a nivel de la compañía de seguros colombiana como de su matriz internacional, y la caja de compensación Compensar. La segunda sería una sociedad que resultara de la unión de Invermañana, Santander y Solidez para competir en el segmento del mercado regional.
El segundo fenómeno que ha caracterizado el lanzamiento de los fondos privados de pensiones es el enfrentamiento entre estos y el Instituto de Seguros Sociales. Apenas empezaron a aparecer los anuncios publicitarios privados, el ISS contraatacó con una ofensiva de publicidad sin precedentes. Con una campaña encabezada por el lema "Con la pensión no se juega", se trataba de sembrar dudas sobre la viabilidad de los fondos privados y establecer una serie de mensajes sobre esa entidad: que el ISS es "la opoción que le garantiza mayor seguridad a su futuro", que si se conoce el monto del salario "se puede calcular con certeza el monto dela pensión", mientras que "en los fondos de pensiones el monto de la pensión depende de las fluctuaciones de la tasa de interés del mercado y de los años de cotización" y que el ISS nunca ha dejado de "pagar una sola pensión que haya reconocido".
Según el presidente de la Asociación de Fondos de Pensiones (Asofondos), Jorge Humberto Botero, "el mensaje del ISS busca de manera incidiosa poner en duda la seguridad de las pensiones de quienes inviertan en los fondos privados. Lo sorprendente es que la reforma pensional se hizo precisamente por la crisis económica, la baja cobertura y la ineficiencia del ISS".
Muchos han considerado incluso que la campaña del Seguro Social constituye una competencia desleal. SEMANA trató de contactar a la directora del ISS, Fanny Santamaría, durante la semana pasada, pero fue imposible conseguirla. Sin embargo, la superintendenta Bancaria Delegada para Servicios Financieros, Beatriz Helena Torres, manifestó que "en cuanto al manejo publicitario, hasta el momento los fondos han respetado el procedimiento de autorización previa de la publicidad que debe hacer la Superintendencia. No se han presentado hasta ahora quejas por competencia desleal por parte de los fondos autorizados o del Seguro Social. Algunas campañas son más agresivas que otras, pero se han ajustado a las normas vigentes".
Dos de los principales representantes de los fondos se sorprenden sobre la salida publicitaria del Seguro Social. Pablo Albir Sotomayor, de Porvenir, considera que se busca crear un clima de pánico y que eso no deja de ser irónico cuando "el lSS tiene dos problemas: una historia negra y un sistema financiero desequilibrado estructuralmente. Para corregir el desequilibrio existen tres opciones básicas: que el Estado pague, que se incrementen las cotizaciones y que se reduzcan los beneficios. O una combinación de estos elementos". El presidente de Colfondos, Juan Guillermo Lalinde, por su parte, piensa que "el ISS tuvo el monopolio de la Seguridad Social por más de 25 años. Y a pesar de ello, sus resultados son pobres a nivel social y a nivel económico. Por eso no se entiende cómo el Congreso decidió fortalecerlo".
Pero esta es apenas la primera batalla de lo que se anuncia como una guerra sin cuartel por el mercado de las pensiones. En sólo un mes de funcionamiento, los fondos privados ya cuentan con más de 60.000 afiliados. Se espera que al finalizar 1994 puedan contar con un número que oscile entre 600.000 y 800.000 afiliados. Estos provendrán del Seguro Social, de las cajas de previsión oficiales y de la nueva fuerza laboral. Y en en la medida en que el punto de equilibrio para un fondo requiera una cifra del orden de los 150.000 afiliados, se puede tener la certeza de que la lucha será a muerte.