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ENSAMBLADORAS EN COCHE

Optimismo con reservas tras la propuesta del gobierno a las tres ensambladoras

1 de julio de 1985

Una vez más, la industria automotriz en Colombia empezó a vivir su cuenta regresiva hacia la hora de la verdad, cuando el gobierno anunció la semana pasada, la firma de un "Acta de protocolo" con las ensambladoras existentes y su casa matriz, la cual debe fijar nuevas reglas de juego para la producción de vehículos en el país. La noticia fue dada por el ministro de Desarrollo, Gustavo Castro, en el marco de la asamblea anual de la Asociación Colombiana de Fabricantes de Autopartes, Acolfa, causando el debido revuelo entre los allegados a un sector, cuya evolución reciente ha sido preocupante .
Pese a que 1984 fue uno de los mejores años en la historia de las ensambladoras (se produjeron más de 45 mil unidades), ello no fue suficiente para disimular una crisis que estalló en el caso de Colmotores y se mantiene latente en Sofasa y la Compañia Colombiana Automotriz. Según los conocedores, los aumentos en costos de los insumos importados como resultado de la devaluación, y los controles de precios de los últimos años, se han combinado para que se llegue a un estrangulamiento paulatino de las plantas.
El primer campanazo de alarma lo dio Colmotores a comienzos del año, cuando en vista de las pérdidas sufridas en 1984 (3 mil 516 millones de pesos) planteó seriamente la posibilidad de que la General Motors, accionista mayoritario de la empresa, liquidara la inversión y se marchara del país.
La respuesta del gobierno al problema se concentró en el diseño del protocolo, a cargo del Ministerio de Desarrollo, el cual se discutió con las ensambladoras y cuya oficialización se debe producir en los próximos días. Una vez firmado el acuerdo se anexará a los contratos que el país ha suscrito con la General Motors, Regie-Reanult y Mazda y fijará nuevas bases con el fin de evitar que se repitan las angustias de los últimos meses. Básicamente, el protocolo introduce dos elementos principales:
la recapitalización de las empresas por parte del socio extranjero y la libertad de precios, quedando únicamente controlados los autos de menos cilindrada y los vehículos comerciales .
Sin embargo, pese a las alabanzas que recibió el protocolo en lo que hace a fijar un marco de acción definido para las ensambladoras, todavia queda entre el tintero mucho detalle que determinará los alcances reales del nuevo pacto entre el gobierno y las multinacionales. Aun a finales de la semana anterior se estaban efectuando reuniones entre el ministro de Desarrollo y los industriales del sector para tratar de llegar a un entendimiento general, pues pese a que las tres fábricas tienen problemas comunes también exigen ciertas consideraciones individuales.
Por el lado de Sofasa se estima que no hay mayores reparos al convenio.
Al fin y al cabo, los fabricantes de Renault son los más sólidos del mercado y los únicos que produjeron utilidades el año pasado. Los tropiezos de la empresa tienen que ver, primordialmente, con la tensa situación laboral que podría degenerar en una huelga tan aguda como la vivida en 1981, cuando la producción se detuvo durante meses.
Una situación menos holgada vive la CCA, que todavía sufre los trastornos causados por el empalme entre la Fiat y la Mazda. Pese a que sus modelos tuvieron una gran acogida en 1984, los observadores opinan que hay dificultades de orden interno que han incidido en una menor producción en lo que va del año. Miembros de la empresa, por su parte, sostienen que la situación ya se normalizó y los planes se desarrollan dentro de lo previsto. Con todo, es un enigma la actitud de la Mazda ante el compromiso de una recapitalización, pues hay quien afirma que los Japoneses no están dispuestos a meterle más dinero al negocio.
Colmotores, a su vez, expresa confianza en el texto final del protocolo, el cual decidirá el futuro de la empresa. Aunque el pacto será suscrito por las tres ensambladoras, existe consenso en que éste tiene nombre propio y que no hubiera sido formulado de no haberse planteado el retiro de la General Motors.
"Esto no es una victoria o una derrota, sólo un reto", sostuvo Herman quien expresó confianza en las posibilidades del país y la factibilidad de que su empresa salga adelante. En contraste con el optimismo del presidente de Colmotores, la semana pasada se encontraban especialistas que dudaban sobre el porvenir general de las ensambladoras. No obstante, los industriales del sector confían en una normalización de las condiciones, aunque reconocen que pasará mucho tiempo antes de que se recuperen los niveles de producción del año pasado.
"Habrá que esperar", sostuvo un ejecutivo del sector. Y agregó, usando un término propio de su actividad, que "no se puede negar que vamos en coche gracias a la situación de Colmotores".-