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Moises Naím | Foto: Daniel Reina

ENTREVISTA

“El riesgo en la región no es el populismo sino el continuismo”

El escritor y columnista Moisés Naím explica por qué los ‘commodities’ seguirán altos a pesar de la desaceleración de China, cuáles países latinoamericanos aprovecharon mejor los vientos de cola de la economía global y qué riesgos ve en las reelecciones presidenciales.

14 de diciembre de 2013

SEMANA: El 2013 ha sido de protestas en muchos países. ¿Cuáles son las fuerzas que están moviendo a estos ciudadanos?

MOISES NAÍM: Hay varias fuerzas. La primera es el empoderamiento de la gente. La segunda son las aspiraciones y expectativas de los ciudadanos insatisfechos con los gobiernos y la tercera es el fracaso de los partidos políticos de servir como canales, para que la gente pueda protestar, exigir y demandar productos, servicios públicos o cambios importantes.

SEMANA: ¿Hay alguna conexión entre los descontentos de Europa, América Latina o Asia?

M.N.: Hay que diferenciar las protestas que ocurren en los países con más recursos, de aquellas que suceden en el mundo en desarrollo. Las razones por las cuales se toman las calles los indignados de Madrid, el movimiento Occupy de Wall Street, los jóvenes de Grecia o Italia son diferentes a las motivaciones de los estudiantes en Chile, la gente en Brasil o los agricultores en Colombia. En los países más avanzados se trata de una clase media que siente que su estándar de vida está amenazado, y que las oportunidades que tendrán sus hijos serán menores a las que ellos tuvieron.


Siente que el costo de la crisis económica está cargado desproporcionadamente sobre sus espaldas y no sobre las de los banqueros, los ricos o los políticos. En los países menos desarrollados lo que se ve es una clase media recién llegada. Son millones de personas que hace 20 años estaban en situación de pobreza. 

En Chile, Brasil, México o Colombia hemos visto una expansión de esta clase media que no es la que hay en Suiza o Estados Unidos. Es una capa de la población que ha crecido, que tiene más capacidad de compra y que aspira a una vivienda de mejor calidad, a mejores medios de transporte, servicios públicos, salud, educación y que quiere que los gobiernos la protejan.

SEMANA: ¿Qué tan afectada se verá América Latina con el cambio de escenario, es decir con la recuperación de las economías desarrolladas?

M.N.: Lo que sigue para América Latina es una dimensión un poco diferente. La región venía de un desempeño económico muy positivo y sabemos que está entrando en una etapa donde las fuerzas que impulsaron el crecimiento económico en la última década ya no van a estar ahí con tanta potencia. El precio de los commodities, que proviene de la demanda de Asia, va a menguar, el dinero barato va a empezar a disminuir y en general vamos a ver que los vientos de cola que empujaron a las economías latinoamericanas van a ser más vientos de frente.

SEMANA: Pero usted ha dicho que no ve una caída en los precios de los ‘commodities’ que han favorecido a la región. ¿Por qué lo cree?

M.N.: Van a seguir altos, pero no debido a que la demanda los impulse hacia arriba sino porque los costos de producción van a ser cada vez más altos. Esos costos tienen que ver con tecnologías más costosas y con que las comunidades y los trabajadores están exigiendo participaciones mayores. 

Mire una cosa, ahora lo que hay que producir por ejemplo en el sector petrolero es costa afuera, que es mucho más costoso. Por otro lado, el cambio climático está alterando los ciclos de las cosechas y generado sequías que duran más, hay inundaciones y destrucción de las cosechas. Por eso creo que seguirán altos.

SEMANA: ¿Se aprovecharon los buenos vientos?

M.N.: Colombia, Perú y Chile los aprovecharon extraordinariamente bien. Creo que Brasil también, pero Venezuela, Ecuador y Argentina los malbarataron.

SEMANA: ¿Qué riesgos ve en la tendencia que se está dando en la región, de mandatarios que quieren reelegirse de manera inmediata o de regresar al poder después de un tiempo?

M.N.: Yo creo que el riesgo de América Latina no es el populismo sino el continuismo que impide a las democracias salir de errores. La gran virtud de la democracia es que les permite a los votantes cometer errores y después corregirlos. Es decir, elegir gobernantes malos y, una vez que se descubre que son malos, sacarlos y votar por otros. Los trucos del continuismo que se utilizan en América Latina para garantizar que el mismo gobierno siga ponen en peligro esa característica básica de la democracia. 

Por otro lado, en países como Colombia por ejemplo, soy partidario de fortalecer al poder Ejecutivo pues pienso que está muy limitado por muchos factores. No quiero decir que hay que darle un cheque en blanco, sino continuar con los pesos y contrapesos necesarios. Yo preferiría un Ejecutivo que gobierne por seis años sin reelección nunca más. Es decir, que gobierne seis años con bastante más poder del que tiene ahora y que tenga tiempo de hacer sus cosas y que nunca más vuelva a ser presidente.

SEMANA: Ya que hablamos de Colombia, ¿cómo ve el proceso de paz?

M.N.: Me refugio en la respuesta que el  líder chino Zhou Enlai dio en los años setenta, cuando le preguntaron qué opinaba de la Revolución francesa. Después de meditarlo dijo “es muy temprano aún para saberlo”. Yo creo que eso se aplica al proceso de paz. Pienso que aún es muy temprano para tener juicios definitivos, fuera de desear que ocurra la paz.

SEMANA: Pasaron ya cinco años de la crisis financiera en Wall Street. ¿Cree que algo cambió en el mundo o, como algunos piensan, que todo sigue igual?

M.N.: Absolutamente. El mundo cambió. No creo que los banqueros hoy en día estén exentos de limitaciones y restricciones frente a lo que hacen. Siguen teniendo muchísimo poder, pero no como antes. La crisis europea ha tenido un impacto inmenso. Estamos hablando de países en donde muchos jóvenes está desempleados, lo que genera una dinámica política y social que no tiene precedentes en Europa. Me atrevo a decir que el impacto de la crisis económica de 2008 sobre la transformación del mundo fue mayor que los ataques terroristas del 11 de septiembre.

SEMANA: A propósito de Europa, ¿ve a la zona euro saliendo de la crisis?

M.N.: Sí la veo saliendo. Europa empieza a crecer de nuevo pero débil y fragmentada. En Europa no hay ningún jefe de gobierno fuerte. Lo que pasó es que el proyecto europeo, del que yo soy un entusiasta defensor, está en peligro. Aunque creo que va a seguir, no se abandonará. El problema es que ha perdido a los europeos.

SEMANA: Con la crisis financiera se ha cuestionado el modelo de mercado libre y planteado la necesidad de una mayor injerencia del Estado. ¿Qué opina?

M.N.: Hemos aprendido que es imposible tener un mundo en el que el Estado no tenga funciones importantísimas. Y que es imposible tener un país próspero sin que tenga un sector privado muy importante. El sector privado es el que crea los empleos mejor pagados, las innovaciones, el dinamismo de la economía, las soluciones para muchas cosas. 

Se necesita un Estado capaz de regularlo y de proteger a los más vulnerables y marginados. La discusión maniquea entre el capitalismo y el socialismo es tonta. La conversación que hay que tener es cómo combinar el Estado con el mercado para garantizar la mayor capacidad para generar dinamismo, empleo, innovación, crecimiento y progreso. Todo eso junto con un Estado capaz de controlar el sector privado.