Home

Economía

Artículo

SEGUROS

Explosión de pólizas

Los atentados recientes han llevado a un auge en las ventas de seguros contra terrorismo. Las personas encuentran cómo cubrirse, pero nadie quiere asegurar a las empresas.

23 de febrero de 2003

Al hablar de un seguro de automovil generalmente se piensa en cubrimiento contra robo y accidentes de tránsito, y rara vez en cobertura para casos de pérdida por terrorismo. Pero ahora, cada vez más, los colombianos empiezan a preocuparse por asegurar su patrimonio contra este tipo de siniestros.

"En las últimas semanas hemos visto un aumento considerable en el número de solicitudes de personas y de empresas que desean protegerse contra hechos derivados por acciones terroristas", dice el presidente de Liberty Seguros, Mauricio García. Igual opinión comparte el vicepresidente de seguros generales de Colseguros, Harry Grosh: "Las últimas bombas han generado una reacción espontánea de la población por adquirir seguros para proteger los bienes y la vida. Hemos registrado un aumento en las ventas de este tipo de productos en relación con otros meses".

A raíz de los atentados contra el Club El Nogal, que dejó 150 vehículos destruidos y 33 muertos, y la bomba en la ciudad de Neiva que echó abajo más de 70 casas y perecieron 16 personas, la gente ha empezado a entender que los seguros han dejado de ser un lujo para convertirse en algo necesario. "Desafortunadamente el colombiano sólo es consciente de los peligros que lo asechan hasta cuando ocurre un siniestro. Ahora resulta que todo el mundo está interesado en tomar pólizas antiterrorismo", dice el presidente de DeLima Marsh, Jorge Alberto Uribe.

En el ramo de vehículos, la mayoría de pólizas que existen en Colombia son integrales, es decir, cubren todo tipo de siniestros (incluidos actos terroristas). El año pasado las aseguradoras emitieron pólizas de automóviles por un valor de 945.313 millones de pesos, mientras que en seguros de vida individuales sólo 283.915 millones. Paradójicamente, los colombianos prefieren asegurar el carro para no perder la inversión, que asegurar la vida aunque eso signifique dejar desprotegida a su familia en caso de llegar a faltar. "Es un problema de cultura", señala Jaime Calvo, presidente de AIG.

Las razones que explican dicha situación no son propiamente económicas. Tanto es así que un seguro para un carro de 20 millones de pesos, vale aproximadamente 1.200.000 de prima al año, mientras que un seguro de vida para una persona que tenga entre 37 y 45 años de edad y que gane un poco más de cinco millones al mes, cuesta 700.000 pesos anuales.

En el caso de las viviendas, algunas compañías de seguros han diseñado diferentes pólizas que amparan desde siniestros como incendios y terremotos, hasta ataques terroristas o daños por agua. La tarifa promedio de los denominados planes integrales es del 2,6 por mil del valor asegurado.

Pero lo que resulta casi imposible de conseguir hoy en día son seguros para las empresas. Es el caso de uno de los principales bancos del país, cuyo edificio central está avaluado en 50 millones de dólares. Su presidente no ha encontrado hasta ahora quién lo asegure por más de un millón de dólares, esto es, apenas el 2 por ciento del precio total.

Los verdaderos 'paganinis'

Desde el 11 de septiembre de 2001, la mayoría de empresas del país han tenido enormes dificultades a la hora de encontrar pólizas que las protejan contra ataques terroristas. Días después de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, las multinacionales del reaseguro -cuyo negocio consiste en asumir una parte del riesgo que toman las firmas aseguradoras- optaron por restringir la cobertura por terrorismo en todo el mundo, incluida Colombia. Esto llevó a alzas del ciento por ciento o más en las pólizas que pagan los empresarios nacionales por este tipo de seguros y en un cambio en los montos asegurables de los bienes expuestos al riesgo terrorista, como centros comerciales, acueductos, centrales de energía, establecimientos industriales, sedes de entidades oficiales, entre otros. Así, a una sede de una empresa valorada en 20.000 millones de pesos apenas le aseguran daños por 2.000 millones de pesos.

"Hay demasiadas complicaciones a nivel mundial con este seguro. Las reaseguradoras internacionales quieren disminuir al máximo los riesgos por terrorismo", dice el presidente de la Federación de Aseguradores Colombianos (Fasecolda), William Fadul. A las dificultades internacionales hay que sumarles las particularidades del país que agravan la situación, como los hechos ocurridos en El Nogal que dificultan la expedición de este tipo de pólizas.

En palabras simples, esto implica que algunos sectores no están consiguiendo seguros y que cada día hay menos empresarios protegidos. Asegurar todos los posibles riesgos que se derivan de la situación de inseguridad que vive el país es tan costoso y tan mal negocio que la mayoría de compañías aseguradoras prefieren abstenerse de hacerlo. Se estima que el costo directo del terrorismo en las carreteras y pueblos del país vale unos 70 millones de dólares anuales, mientras que los costos netos del conflicto armado y de la violencia urbana representan un 3 por ciento del PIB.

Una de las salidas que Fasecolda, el gremio de los aseguradores, está promoviendo para no suspender del todo la cobertura contra terrorismo es la creación de un fondo nacional el cual sería financiado con recursos de las compañías de seguros, así como con aportes privados internacionales y del propio gobierno. Lo que se pretende con esta idea es que las aseguradoras tengan una menor exposición al riesgo y no se vean enfrentadas a responder solas por el pago de siniestros, sino que el Fondo actúe como reasegurador de última instancia. "La idea es que opere con un crédito contingente externo del Banco Mundial o del BID", agrega Fadul.

Desde el 11 de septiembre este tipo de fondos se creó en varios países del mundo, como Francia, Alemania, Estados Unidos e Inglaterra, entre otros. En Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno otorgó una cobertura federal de hasta el 90 por ciento de las pérdidas causadas por un acto terrorista a partir de 2003. En 2004 las firmas de seguros serán responsables por 12.500 millones de dólares de la cobertura y en 2005 la cifra subirá a 15.000 millones de dólares. La asistencia gubernamental, no obstante, estará limitada a 100.000 millones de dólares.

Pero a diferencia de lo que ocurre en el mundo desarrollado, el terrorismo no es un fenómeno nuevo en Colombia. Desde hace varios años la capacidad de los grupos al margen de la ley para causar daños ha sido muy grande y hay cierta 'familiarización' de la gente con las acciones violentas. Sin embargo, algunos análisis respecto del tipo de guerra que se avecina, coinciden en que se tratará probablemente de una guerra diferente, en la cual la respuesta de los terroristas será en las ciudades, con nuevos atentados que producirán más y mayores pérdidas.

"Por eso lo mejor es estar preparado y asegurar cuanto se pueda, antes de que los costos de las pólizas en el país comiencen a subir de nuevo en un porcentaje considerable", dice el vicepresidente de Seguros Bolívar, Diego Neira.