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Falta de plata

Una subida inesperada en las tasas de interés amenaza con comprometer la ya precaria salud de la economía.

18 de diciembre de 1989

Ni siquiera la gente de más experiencia se esperaba algo parecido. Quizás por eso, cuando desde comienzos de noviembre el sistema financiero colombiano empezó a mostrar síntomas serios de iliquidez, la mayoría de las entidades estaba con la guardia abajo. La respuesta de las instituciones financieras fue la obvia. En las dos primeras semanas del mes las tasas de interés se dispararon, alcanzando los niveles más altos del año y amenazando con llegar a los registrados a mediados de 1988, cuando las autoridades monetarias se vieron obligadas a regular por decreto el costo del dinero. Pero aún el aumento en las tasas empezó a preocupar a más de un especialista, debido a que estas pueden comprometer la ya precaria salud de la economía. "Lo que menos necesitamos en pleno plan de ajuste es que el sector monetario se nos salga de las manos", le dijo a SEMANA un experto en el tema.
Y eso no debería ser así. Una mirada a las cifras revela que no sólo están dadas las condiciones para que las tasas de interés bajen a los niveles que han tenido a lo largo del año, sino para que disminuyan todavía más. Sin embargo, un mal manejo de la situación por parte del gobierno ha sido definitivo para que se presente un problema que no debería estar ahí.
Todo comenzó cuando desde mediados de este año se vio que los préstamos de los diferentes intermediarios estaban aumentando a un ritmo superior al esperado. Las colocaciones de los bancos subieron en más de un 30% y las de las corporaciones financieras y las compañías de financiamiento comercial en más de un 40%, con respecto a los niveles de 1988. Eso se combinó con un crecimiento poco satisfactorio de ciertas cuentas. En el caso concreto de los bancos se vio que los depósitos en cuenta corriente y en cuentas de ahorro -dos de las fuentes más baratas de recursos- estaban perdiendo participación frente a otras alternativas como los certificados de depósito a término.
Sin embargo, a pesar del aumento en el costo promedio de captación, la situación no era grave. Incluso esta era tan manejable que en agosto las principales entidades de crédito llegaron a un pacto de caballeros para conseguir una disminución en el nivel de las tasas de interés. Este resultó exitoso en un comienzo, pero desde mediados de octubre los problemas empezaron cuando una serie de entidades del sector público debió ponerse al día en sus obligaciones con el exterior para que al país se le desembolsara el crédito "Challenger". No obstante, a finales de ese mes una serie de pagos de la Tesorería General de la Nación le dio nuevamente liquidez al mercado, con lo cual se pensó que el chaparrón había pasado.
Esa impresión terminó cuando se vio que a comienzos de este mes la demanda de dinero aumentó. Como consecuencia las tasas de interés comenzaron a subir y ya la semana pasada había entidades pagando tasas del 32% trimestre anticipado por depósitos a 90 días, unos tres puntos porcentuales por encima del nivel promedio del año. Especialmente llamativo fue el comportamiento de las tasas de interés de corto plazo. Las operaciones que administra el Banco de la República para darle liquidez al sistema comenzaron el mes en cercanías del 30% nominal anual y acabaron la semana pasada por encima del 36%.
Semejante disparada se volvió preocupante. No sólo el nerviosismo ante las perspectivas de la economía creció, sino que hubo temores de que el alza en las tasas de captación se le trasladara a los usuarios del crédito. De ser así, se cree que se acentuarían las dificultades de la economía y aumentarían los síntomas del desajuste.
Eso, claro está, depende de que la estrechez de estos últimos días continúe. Según los conocedores, el villano de la situación es,una vez más,el gobierno, pues la demora en los pagos de Tesorería se ha conjugado con el manejo no siempre acertado que le ha dado el Banco de la República a las operaciones de corto plazo. Adicionalmente, la demora en la salida de la cosecha cafetera ha aplazado la llegada de fondos a las zonas productoras del grano. Por lo tanto, todo radica en saber si los giros van a comenzar pronto -antes de que se acabe el año deben salir unos 250 mil millones de pesos- o si el Banco de la República suple ese faltante temporalmente. En teoría, la situación debería mejorar esta semana, pero si eso no es así, lo que hoy es una estrechez temporal amenaza con convertirse en una dificultad permanente para el sector privado, con todas las secuelas previsibles. Las estimaciones más recientes sobre el crecimiento de la economía hablan de que este será de 3% en 1989 y de 2.5% en 1990. Estas cifras, calificadas desde ya como mediocres, pueden ser incluso inferiores, porque los economistas saben que con tasas de interés altas toda situación económica mala es susceptible de empeorar.