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ENTREVISTA

“Hay que replicar el modelo cafetero”

La Federación de Cafeteros llega a 90 años con nuevos bríos. Su gerente, Roberto Vélez, habla de los temas álgidos del sector, como la opción de sembrar otras variedades y las finanzas del FNC. Cree que el modelo del café debe replicarse en la fase del posconflicto.

17 de junio de 2017

SEMANA: En el pasado se decía que si al café le iba bien a la economía también. Ahora la economía no va muy bien, pero al café sí parece irle mejor…

ROBERTO VELEZ VALLEJO: Sí, indudablemente. De una crisis muy profunda que tuvo la caficultura, entre los años 2011 y 2013, con el apoyo del gobierno y el concurso de los cafeteros se hizo un proceso de renovación que hoy está dando los frutos en términos de volúmenes de producción. Pasamos de 7,5 millones de sacos a 14,5 millones. Ahora, la actualización de la tasa de cambio ha jugado un papel importantísimo. Volvimos a tener ingresos, que si bien no dan una rentabilidad exorbitante, sí producen utilidades al productor. Con mayor producción y mejor tasa de cambio, la cosecha cafetera pasa de 6,5 billones de pesos a 7,5 billones, que es lo que esperamos para este año. Un billón de pesos más, irrigados por la zona cafetera, le dan a la economía un empujón que hace que el café, aunque no tenga la relevancia de antes, sí incremente su importancia, no solo el sector agropecuario, sino en toda la economía. En las zonas de producción se ve un poco más de oxígenos que en el resto del país. Pero el día que la tasa de cambio vuelve a caer a 1.800 pesos, tendremos de nuevo una crisis en la caficultura y en otros sectores que tengan ver con las exportaciones.

SEMANA: Sembrar variedad Robusta en Colombia, para algunos es casi una herejía y afirman que no es la panacea. ¿Usted por qué lo respalda?

R.V.V: La panacea en la caficultura es complicada de encontrar. Está más orientada hacia la productividad y en eso hemos hecho un gran esfuerzo. Pasamos de 10 sacos por hectárea durante la crisis de 2012 a 18 sacos hoy. Pero estamos lejos de Brasil que produce 27 sacos por hectárea. Si podemos aumentar la productividad, el productor recibirá mejores ingresos. La otra manera, es aumentar el precio y disminuir los costos, en los que la mano de obra es lo que más pesa. En resumen. Uno quisiera encontrar la panacea del café con un aumento en la productividad, una disminución de los costos y un mejor precio internacional. Ese sería el coctel ideal para aumentar la rentabilidad al productor que es a lo que apuntamos.

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SEMANA: Pero frente a la variedad Robusta, ¿usted incentivaría la siembra?

R.V.V: No podemos decirnos mentiras. Hoy tenemos esa variedad. Ya hay café robusta plantado en los Llanos orientales y en zonas de Bolívar y Magdalena. Mire, en el mundo moderno, la proporción de arábica y robusta ha cambiado. Hace unos años, más del 70 por ciento del café que se producía era de variedad arábica y alrededor del 20 por ciento robusta. Eso cambió. Hoy la proporción está aproximadamente casi un 65 por ciento robusta y algo más del 30 por ciento arábica. Los gustos de la gente han cambiado. Pero independiente de eso, el país tiene hoy unas áreas nuevas que entrarán al juego para el sector agropecuario y que antes no estaban por la violencia. La pegunta que uno se hace es, si cabe allí la caficultura. Y sin duda, la respuesta es sí. En los Llanos hay capacidad para sembrar extensiones de robusta. Ahora, ¿se va a meter Colombia en la producción de robusta, con plata de los cafeteros colombianos? Por supuesto que no. Con la plata actual de los caficultores no me voy a poner a incentivar la producción de robusta. Otra cosa es que la Federación no se puede oponer a que gente en los Llanos siembre esta variedad.

SEMANA: Es decir, ¿tener esa variedad no afecta a los productores tradicionales?

R.V.V: Cuando yo hablé del tema, dije que a mí me gustaría que tuviéramos la formulación técnica de cómo sembrar robusta en Colombia. Ese no es un cultivo ilícito y lo que uno quisiera es que la Federación hiciera un trabajo científico al respecto para que cuando alguien quiera sembrar esa variedad, nosotros le podamos entregar un manual. Si hipotéticamente, ese productor exporta robusta pues tiene que pagar los mismos seis centavos de contribución al Fondo Nacional del Café (FNC), y esa plata va para todos los cafeteros. Es decir, serían más ingresos para el Fondo y para repartir entre los cafeteros. Ahora, la realidad uno la puede negar, pero llega un momento donde lo atropella. Repito, cuando muchas áreas vuelvan a ser productivas, la gente decidirá qué siembra. Y variedad robusta es un mercado. Pero eso no significa que vamos a acabar con el pequeño productor o a ponerlo a cultivar esa variedad. Para empezar, robusta no se da a 1.700 ni 1.500 metros. Se da en niveles de 700 u 800 metros. Ahora, el consumidor es consciente de que una cosa es comprar arábico y suaves colombiano y otra robusta. Uno no puede meterle goles al consumidor.

SEMANA: ¿Es verdad que al país entró una variedad de Costa Rica que ya está en el eje cafetero y que es susceptible a la roya, lo cual tiene a muchos preocupados...

R.V.V: Eso es cierto. Han venido llegando distintas variedades. En Costa Rica lanzaron una variedad que acá está sembrada en alguna zona del eje cafetero. Aunque tiene muy buena productividad no es resistente a la roya y la taza no tiene la misma característica del café colombiano. Uno no puede prohibirlo. Aparte de los cultivos ilícitos, usted puede sembrar lo que quiera. Pero también han llegado otras variedades muy interesantes, de buena calidad y diferentes niveles de productividad. El problema es que todas esas variedades son susceptibles a la roya y tarde que temprano ese productor tiene que saber que puede tener riesgos fitosanitarios.

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SEMANA: A propósito dicen que la variedad denominada Cenicafé 1 será la revolución en la productividad del café en Colombia. ¿Es así?

R.V.V: Sí tenemos esa variedad que es muy parecida, en su arquitectura, a la caturra de antes. Es un árbol que mantiene la condición de resistencia contra la roya y la buena calidad. Con esa característica de matas pequeñas, caben más árboles por hectárea. Hoy tenemos 5.500 matas en una hectárea. Esta Cenicafé-1 aguanta casi 10.000. Pero naturalmente, en un primer paso. La idea es subir a 6.500 árboles por hectárea. Sería tener entre 1,5 y 2 millones más de sacos por cuenta de esa variedad. Vamos a empezar a distribuir la semilla. Las nuevas renovaciones serán con esa variedad.

SEMANA: Ahora que están de celebración, ¿qué ha significado Cenicafe para los cafeteros?

R.V.V: Muchísimo. Cenicafé tiene crédito en todo lo que ha hecho la caficultura colombiana. El modelo de tener un centro de investigación fundado en 1938 se lo desearía cualquiera. Allí tenemos todo el acervo de la caficultura que no tiene nadie en el mundo. El gran adelanto tecnológico se ve en la variedad resistente a la roya. Si no la tuviéramos tendríamos que fumigar contra esta plaga todos los años, como lo hacen muchos países. Eso sería un extracosto para todos los cafeteros de Colombia del orden de 200 millones de dólares.

SEMANA: Además de ser el café un instrumento para combatir la pobreza en el campo, ¿qué puede aportar esta industria en la fase del posconflicto?

R.V.: Creemos que el país tiene que mirar el modelo cafetero para ver que elementos puede recoger que puedan ser aplicables en otros cultivos. El modelo de la Federación ha sido exitoso en investigación, extensión y desarrollo. Si hay un gremio que conoce cómo se hacen esas cosas combinadas, es este. Del sector cafetero se pueden copiar otros cultivos. Por ejemplo, en cacao hay un gran potencial. Nosotros podemos ayudarlos para que no solo tengan el cultivo sino una institucionalidad a imagen y semejanza que apoye ese crecimiento. Mire una cosa, el tema de la garantía de compra es un modelo que ha sido fundamental para los cafeteros. Si se quiere incentivar un cultivo, es interesante pensar en un precio de garantía. Que quien se meta a un cultivo sepa que tienen asegurada la compra al mejor precio posible. Yo creo que hay que replicar el modelo cafetero en lo que ha sido exitoso.

SEMANA: ¿Cómo van las finanzas del Fondo Nacional del Café?

R.V.V: Los resultados han sido buenos. El fondo está otra vez en superávit. Sin embargo, hay un asunto que le complica las finanzas y es el tema de los pensionados de la Flota Mercante Grancolombiana. Una decisión jurídica le entregó al fondo la obligación de proveer la liquidez para pagarles la pensión a poco más de 800 personas y en ello hay que destinar unos 55.000 millones de pesos este año. Al FNC le entran 100 millones de dólares por contribución cafetera, es decir, unos 260.000 millones de pesos, de la cual una tajada bien importante está comprometida para los pensionados. El tema en lugar de solucionarse cada vez se complica.

SEMANA: ¿De allí la propuesta que usted lanzó hace algún tiempo de incrementar la contribución cafetera?

R.V.V: Pero no solo por eso. Colombia tiene que renovar 100.000 hectáreas al año para que la caficultura mantenga una edad promedio entre 5 y 6 años. Hoy está en poco más de 8 años. Si no somos capaces de mantener renovaciones en ese nivel, se nos puede caer la producción y si esto pasa se caen las exportaciones y con ello las finanzas del fondo del café se disminuyen y no tendremos con que apoyar a los cafeteros. Y hay una realidad en Colombia, que no entro a calificar y es que el cafetero solo hace renovaciones si ve incentivo. En parte porque no tiene recursos. Alguien tiene que darle al cafetero un incentivo y eso tiene que venir del FNC, pero como dije, tiene las manos atadas. Si no tuviéramos colgado lo de la Flota estaríamos listos para renovar 100.000 hectáreas con incentivo. El gobierno nos ha ayudado mucho y pudimos el año pasado renovar 85.000 hectáreas, pero necesitamos más. Este año vamos lento y estoy preocupado. Cuando propuse el incremento de un centavo de dólar en la contribución cafetera, que no fue bien recibido, era para atender este asunto.

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SEMANA: Después de tensión que se vivió hace algún tiempo, cuando se temió incluso por el futuro de la Federación, retorno la calma. ¿Salió fortalecida la institucionalidad?

R.V.V: Yo creo el hecho de haber llegado a un gerente de consenso, fue el inicio de un nuevo relacionamiento, porque se acabó una parte del motivo del conflicto. La pugna fuerte entre comités hoy está superada. Por su parte, las dignidades que surgieron de un malestar puntual que no fue recogido bien y transmitido al gobierno, tomaron una decisión grupal de ir a las elecciones cafeteras y hoy son parte de la institucionalidad. Y no me queda la menor duda que lo que usted afirma es verdad, la institucionalidad salió fortalecida. Ahora estamos terminando de redactar nuevos estatutos, en un ejercicio democrático. El Congreso cafetero de 2013 ordenó revisar los estatutos y lo hicimos en una tarea conjunta con todos los comités del país, algo que nunca se había hecho en la historia. Esperamos tenerlos para el congreso extraordinario del 10 de julio.

SEMANA: Sorprendió a muchos que Asoexport - después de más de 80 años de creación- llegara a su fin, como gremio independiente. De alguna manera con la apertura de la Federación, se quedó sin sentido…

R.V.V: Yo lo que digo es que el tema confrontacional con la Federación se acabó. Ahora, en un nuevo escenario cafetero, hay que crear una nueva relación, con un esquema de cooperación, en extensionismo y sostenibilidad. Tenemos muchas cosas que hacer conjuntamente.

SEMANA: Hablemos de la celebración de los 90 años de la Federación Nacional de Cafeteros y en qué consiste el encuentro mundial de países productores.

R.V.V: La celebración será en Medellín en un Congreso extraordinario el 10 de julio. Pero también haremos algo que no se ha hecho nunca en el mundo del café. Vamos a hablar de algo que es evidente, pero que no lo tenemos muy claro. Se trata de una de las dimensiones de la sostenibilidad: el eje económico. Sobres las dimensiones social y ecológica se habla mucho, pero de la otra poco. Esa tiene que ver con la vida misma del producto y del productor. Los países productores que tenemos problemas comunes se han sintonizado con esta idea que hemos liderado desde Colombia. En el foro vamos a discutir de los problemas y de las soluciones. Se trata de un encuentra incluyente, donde también estarán agentes de toda la cadenas, pero con la agenda de los productores.

SEMANA: Pero ¿qué quieren conseguir con esto?

R.V.V: No olvidemos que tuvimos un modelo de mercado regulado por la OIC que arrancó en los 60 y terminó 30 años después. De los 90 para acá el mundo fue totalmente libre. Nos preguntamos, desde entonces, qué ha pasado socialmente en los países productores. Y lo que vamos a ver es unos indicadores sociales muy deteriorados. Tenemos que analizar qué hacemos. Otro punto de atención es que los estimativos señalan que al 2050 se necesitarán entre 30 y 50 millones de sacos más de café. Hoy producimos entre todos 150 millones. Si algún activo tiene el mundo del café es el crecimiento del consumo mundial que sigue avanzando entre 1,5 y 2 por ciento anual. Tenemos que mirar cómo vamos a cubrir ese crecimiento. Queremos buscar un acuerdo que involucre a toda la cadena sobre corresponsabilidad. El mundo cafetero mueve alrededor de 200 billones de dólares y de eso a los productores no les toca ni 20 billones, ni siquiera el 10 por ciento. Es como pensar en una nueva filosofía económica. Que todos los eslabones de la cadena estén bien. Por ejemplo, si hay que invertir para enfrentar el cambio climático, la plata no la tiene que poner solo el productor, que es el que menos gana. Hay que construir conjuntamente soluciones a los problemas.

SEMANA: Si usted tuviera que elegir la gran enseñanza que han dejado estas 9 décadas de la Federación, ¿Cuál sería?

R.V.V: Una fundamental: el valor de estar unidos. Tenemos una institucional fortalecida y eso es un activo invaluable.