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FIN DE UNA ERA

Cómo queda el Banco de Bogotá después del retiro de Jorge Mejía.

19 de mayo de 1986

Había renunciado por primera vez hace 4 años. En ese momento, el presidente Betancur lo hizo quedarse. De ahí en adelante, habría de presentar renuncia varias veces para repetirse la misma escena. Finalmente, la semana pasada, Jorge Mejía Salazar, presidente del Banco de Bogotá, se retiró en forma definitiva de la dirección del banco privado más grande del país.
Mejía Salazar se había convertido en una institución dentro de una institución. Miembro de la junta directiva desde 1946, venía ejerciendo la presidencia desde hace 23 años. A lo largo de su administración el Banco de Bogotá tuvo la imagen de ser la entidad financiera más tradicional y ortodoxa del país. Sin embargo, esta habría de cambiar al comienzo de esta década, cuando una puja de poder por el dominio entre el Grupo Bolívar -el cual lo controlaba históricamente- y el Grupo Sarmiento Angulo, hizo necesaria la intervención del gobierno. Una controvertida y generosa fórmula oficial para refinanciar a los dueños, habría de quitarles el control del Banco para pasárselo al gobierno, a través de un fideicomiso. En los cuatro años siguientes, el banco tendría que pagar los platos rotos del terremoto especulativo, causado por la pugna. Mejía se encontró entonces en la incómoda posición de representar intereses contradictorios, como eran los del gobierno y los antiguos dueños.
En esta última etapa, el banco afrontó cuatro serios problemas. En primer lugar un enfrentamiento permanente entre los dos grupos privados y el gobierno sobre la necesidad de hacer una recapitalización accionaria. Como los reglamentos vigentes no permiten a los actuales dueños participar en el proceso, estos se oponian tenazmente pues al hacerse con recursos de terceros, se diluiría la composición accionaria de la entidad. Más grave tal vez era el problema de Cementos Samper. La empresa, vinculada al Grupo Bolívar, puso en peligro la estabilidad del banco a través de deudas que llegaron a los 11 mil millones de pesos. Una tercera dificultad se presentó en la sucursal de Panamá, donde un alto número de préstamos pasó a la categoría de dudoso recaudo, creando la posibilidad de millonarias pérdidas en dólares. Por último, las líneas de crédito de la banca extranjera cayeron de 1.300 a 300 millones de dólares como consecuencia de la crisis del banco y del país.
Mejia Salazar tuvo entonces que dedicarse a apagar incendios. Su retiro coincide, y probablemente obedece en parte, a que, por el momento, los cuatro incendios están apagados.
Una capitalización por mil millones de pesos fue impuesta por el gobierno en la última asamblea. La resolución 33 y otros mecanismos deja por ahora despejado el problema de la deuda externa de Cementos Samper y sus obligaciones para con el banco. Las provisiones hechas sobre las deudas de dudoso recaudo de la sucursal de Panamá (22.7 millones de dólares), exigidas por la Superintendencia Bancaria, dejaron un balance con 980 millones de pesos de pérdida durante 1985, pero saneado hacia el futuro. Adicionalmente, una acertada negociación con la banca internacional está a punto de permitir el restablecimiento de las líneas de crédito a los niveles tradicionales.
Circunstancias más propicias para un retiro eran difíciles de encontrar. No obstante, según varios especialistas, auncuando los incendios están apagados, quedan algunas brasas. A pesar de que la capitalización está aprobada, no hay claridad sobre la viabilidad de la misma.
Más compleja tal vez, a mediano plazo, la situación de la deuda de Cementos Samper. Según un analista financiero, la resolución 33 "no hizo sino aplazar el problema". Los 11 mil millones de pesos tienen 13 años para pagarse y la curva de desembolsos hace que la situación por ahora sea manejable, pero no necesariamente que lo sea más adelante.
¿A quién le corresponderá heredar el cargo? Se especuló que el delfín sería Alejandro Figueroa, el N° 2 del banco durante los últimos años. A pesar de las versiones de prensa al respecto, SEMANA pudo establecer que la Junta Directiva no ha estudiado aún el tema de la sucesión. Figueroa, banquero estrella de la nueva generación, parecería el remplazo lógico de Mejía Salazar, pero la naturaleza semiestatal que tiene el banco en el momento, hace que el cargo sea objeto de impredecibles consideraciones políticas.