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Más allá de los profundos racionamientos econométricos de la directora de Planeación Nacional, Carolina Rentería, lo que pasó con el dato de ingresos laborales puso en evidencia que al país no le cuadran las cifras

ESTADÍSTICAS

‘Freakonomics’

El despelote en las cifras oficiales la semana pasada es más grave que un simple error de cálculo.

9 de septiembre de 2006

Primera escena: el ingreso laboral de los trabajadores colombianos cayó 10 por ciento en los últimos dos años. Segunda escena: el ingreso laboral de los trabajadores colombianos cayó 5 por ciento en los últimos dos años. Tercera escena: los ingresos de los asalariados aumentaron 2 por ciento en los dos últimos años. ¿Cómo se llama la obra? Caos en las estadísticas oficiales.

Media humanidad fue testigo la semana pasada de esta especie de agujero negro en que cayeron las cifras que maneja el gobierno. De lunes a miércoles, los colombianos vieron cómo cambiaban el dato sobre ingresos laborales en los titulares de todos los periódicos. Una transformación tan inverosímil, que más parecía un chiste por escenas que información del órgano rector de la planeación en Colombia.

Que un ciudadano de a pie se equivoque haciendo una operación matemática, vaya y venga. Pero que los técnicos de Planeación Nacional se equivoquen cinco años seguidos en sus cálculos sobre ingresos de los trabajadores, eso no tiene presentación. Según la directora de la entidad, Carolina Rentería, las cifras estaban mal calculadas debido a fallas de coordinación entre dos dependencias, que sobreestimaron las cifras de 2004 para atrás.

Más allá de las peripecias aritméticas o profundos racionamientos econométricos de la directora de Planeación, lo que pasó con el dato de ingresos laborales puso en evidencia que al país no le cuadran las cifras. Para no ir más lejos, la semana pasada se registraron simultáneamente otros dos hechos estadísticos bochornosos: la inconsistencia en las cifras de seguridad de Bogotá y las inconsistencias entre el Dane y el Ministerio de Agricultura sobre los números del agro en torno a indicadores como crecimiento de cultivos y valor de cosechas, entre otros.

Lo más preocupante es que no son los primeros incidentes de esta naturaleza. Hace mes y medio, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, y el contralor general de la República, Antonio Hernández Gamarra, se 'agarraron' por la cifra de déficit fiscal. Mientras el gobierno nacional defiende la tesis de que en el año 2005 se registró un equilibrio fiscal, para los analistas económicos de la Contraloría, el sector público consolidado arrojó un déficit equivalente al 1,89 por ciento del PIB. Esa diferencia -por el uso de distintas metodologías contables- significa 5,3 billones de pesos.

De ahí para atrás los errores y las inconsistencias en las cifras durante la administración actual son historia patria. Todo el mundo se acuerda cuando el ex director del Dane César Caballero presentó su renuncia después de recibir una orden de Palacio para postergar una rueda de prensa donde divulgaría los resultados de una encuesta sobre la vulnerabilidad de la población ante la violencia. También está en la lista el Conpes en donde Planeación Nacional y el Dane proyectaron una cifra de crecimiento inferior a la estimada por el Presidente, y éste atribuyó la diferencia a que el subdirector del Dane era del Polo .

Hace unos meses, el presidente Uribe la arremetió contra la muestra industrial del Dane, diciendo que no correspondía a la nueva estructura productiva de la economía colombiana. Luego se ajustó y la producción industrial repuntó.

El gran problema, aparte de que las cifras no cuadran, es que con base en ellas se hace la loable planeación del país. Todas las políticas -económicas, sociales, industriales- se hacen de acuerdo con esa información oficial del Estado. Son guías esenciales para trazar soluciones y evaluar decisiones públicas.

El meollo es que ya nadie sabe si creerle o no al gobierno. Si la culpa es de las diferentes metodologías, ¿por qué no unificar de una buena vez por todas las reglas de contabilidad para todo el mundo? O las cifras están locas, o los que están locos son otros.