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El vicepresidente Germán Vargas Lleras y el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas. | Foto: Archivo SEMANA

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El pulso entre dos pesos pesados del Gobierno

¿Hasta dónde llegará el rifirrafe entre el vicepresidente, Germán Vargas Lleras, y el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas? Aquí está la respuesta.

10 de febrero de 2015

Hace unas semanas, el vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, se quejó públicamente de la lentitud del Ministerio de Hacienda para darles visto bueno a los proyectos presentados dentro de las asociaciones público privadas (APP).

Según el vicepresidente, “hay mucho funcionario temeroso en Hacienda” que está obstaculizando los proyectos de iniciativa privada en los que la Nación no aporta plata, y citó el caso de la malla vial de Meta, que tuvo que ser presentado siete veces antes de recibir la bendición de esa cartera.

La andanada del vicepresidente cayó como una bomba en el Ministerio de Hacienda, sobre todo porque mientras se tildaba de burócratas a sus funcionarios, Mauricio Cárdenas –jefe de la cartera- asistía al Foro de Davos en Suiza, en donde mostraba a los inversionistas internacionales las oportunidades de negocio en el sector de la infraestructura en Colombia.

Aunque no hubo pronunciamiento oficial del ministerio, era claro que no se iban a dejar echar toda el agua sucia encima. Por ello publicaron un documento –que circuló internamente- en el que no sólo se afirma que “no es cierto que esa cartera tenga centenares de APP de iniciativa privada para evaluación”, sino que marcha al ritmo que debe ir.

Según Hacienda, sólo ha recibido tres proyectos de APP de iniciativa privada, de los cuales dos han sido aprobados. En total, dice el informe, desde el 2013 el Ministerio de Hacienda les ha dado la bendición a 25 proyectos de infraestructura APP, de los cuales 23 han sido de iniciativa pública y sólo dos de privada.

Frente al rifirrafe por las APP hay que decir que en los dos lados hay algo de razón. El vicepresidente está metido de pies a cabeza en el desarrollo de la infraestructura del país, un tema en el que el retraso es monumental. Como Vargas Lleras sabe que el Estado es difícil de mover, quiere ponerles, con su presión, todo el acelerador a las APP. La verdad es que siempre hay cosas por mejorar en el Estado, incluida la mayor eficiencia de los técnicos.

Por el lado del Ministerio de Hacienda también hay razones. El papel de esa cartera en la evaluación de los proyectos presentados busca evitar que la Nación asuma futuros sobrecostos en las APP privadas. Aunque los particulares puedan comprometerse con toda la plata, Hacienda tiene que evaluar que los riesgos ambientales, sociales, geológicos o prediales no terminen en graves consecuencias fiscales.

Según la OCDE, las modificaciones, adiciones y renegociaciones a los contratos de concesión entre 1994 y 2009 le han costado al país 11,6 billones de pesos por encima del costo inicial de los proyectos.

Ahora bien, muchos creen que estas diferencias relacionadas con las APP fueron una buena disculpa dentro del pulso político que enfrentan estos dos altos funcionarios. Un roce similar se presentó el año pasado con ocasión de la elaboración del presupuesto general de la Nación, cuando fue vox pópuli el malestar de Hacienda por los compromisos adquiridos por el vicepresidente Vargas en las regiones.

Los proyectos regionales, aunque muy loables y necesarios, por su costo fiscal deben ser avalados por el Ministerio de Hacienda, que maneja el bolsillo del Estado. Pero en esa ocasión la Vicepresidencia prometió obras a diestra y siniestra sin mirar la viabilidad financiera.

Parece que este pulso está anticipando lo que sería la medición de fuerzas políticas con miras al 2018. Aunque falta tiempo para ello, no es un secreto que Germán Vargas Lleras y Mauricio Cárdenas se reconocen entre ellos como contendores para la próxima campaña presidencial.

Vargas escogió meterle el hombro a la infraestructura no sólo porque sabe que con su capacidad de ejecución -algo que el presidente Santos recuerda todos los días- y liderazgo puede ayudar a que el país se modernice, sino porque esto le puede representar réditos políticos en su aspiración a llegar a la Casa de Nariño.

Por su parte, Mauricio Cárdenas, después de su paso por el Estado a través de cinco carteras, sabe que podría aspirar a ser el candidato del Partido Conservador a la Presidencia. Su interés político es inocultable. Pocas veces se ha visto a un ministro de Hacienda inaugurando obras en las regiones, como lo ha hecho Cárdenas en varias oportunidades. 

La regla general es que al frente de esta cartera siempre hay técnicos, que suelen ser los ministros más impopulares porque les toca amarrar hasta el último centavo en su misión de ser guardianes de las finanzas del Estado que, en últimas, es la plata de los contribuyentes.

En síntesis, por ahora el pulso entre Vargas y Cárdenas se ve algo inédito, dada la talla de los funcionarios: un vicepresidente sagaz políticamente y un ministro considerado uno de los economistas más brillantes del país y reconocido internacionalmente. Lo que se da por hecho es que este rifirrafe se repetirá de acá en adelante.