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GUAYABO NEGRO

De 350 mil cajas de whisky que entran anualmente al país, sólo 25 mil lo hacen legalmente.

26 de noviembre de 1990


El pasado siete de septiembre, Julio E. Rueda y otros miembros de la Asociación Colombiana de Importadores de Licores y Vinos, Acodil, estuvieron alojados en el Centro de Convenciones de Paipa, de propiedad de Proexpo, pero administrado por una firma particular. En las horas de la noche, y después de una larga jornada de trabajo, Rueda y sus compafleros se reunieron en uno de los bares del Centro y pidieron una botella de Whisky Buchanan`s.

La elecciòn no fue gratuita. Rueda es el representante exclusivo para Colombia de la firma y, como tal, el único autorizado legalmente para importar sus licores. Para su sorpresa, sin embargo, la botella que les trajo a la mesa el barman del Centro de Convenciones, apesar de estar debidamente estampillada, no tenía los sellos de su empresa. En otras palabras, era una botella de contrabando.

Los importadores, como era de esperar, pusieron el grito en el cielo y exigieron se les suministrara licor importado y estampillado de acuerdo con la ley. Pero, además, dirigieron una enérgica carta de protesta al director de Proexpo, Carlos Caballero Argaez, solicitándole tomarmedidas inmediatas para corregir tan grave situación. De acuerdo con la carta, "no es entendible que un establecimiento oficial, asì estè bajo la administración de particulares, pueda estar cohonestando el contrabando y permitiendo la evasión de impuestos".

"Desafortunadamente según Rubiel Valencia Cossio, presidente de Acodilel del Centro de Convenciones de Paipa no es un caso aislado. En casi todos los establecimientos hoteleros y en casi todos los restaurantes del país, pùblicos y privados, se vende licor de contrabando". Y difìcilmente podrìa ser de otra manera. De acuerdo con datos estadísticos suministrados por la Scotch Whisky Association, entidad encargada de regular la producción y exportación de whisky de Escocia, la demanda anual estimada para Colombia es de unas 350.000 cajas. Y de ellas sòlo 25.000 se importan legalmente. El resto llega al país de contrabando, vía San Andrés, Aruba, Bonaire y Panamá.

Con el whisky, segun Valencia Cossio, está pasando lo mismo que pasò con el cigarrillo Marlboro. Que afuerza de la permisividad oficial con el comercio ilegal, y de las cuantiosas cargas tributarias impuestas a los importadores autorizados, el mercado se está quedando completamente en manos de los contrabandistas. Hace ocho años los importadores de whisky surtían el 60 por ciento del mercado nacional. Hoy, ese porcentaje se ha reducido a menos del ocho por ciento.

Mientras tanto, prolifera la venta en los establecimientos de "comercio informal", especialmente en los llamados "sanandresitos". En ciudades como Bogotá se da el caso de que en un mismo sitio (la carrera 18 entre calles 10 y 13) y a los ojos de las autoridades, coinciden las bodegas de los vendedores mayoristas de licor importado legalmente y las bodegas de los "sanandresitos", colmadas de botellas entradas al país de contrabando.

Según los importadores, "si el gobierno realmente desea, como es su obligación, erradicar y reprimir el contrabando de licores y vinos, será necesario bajar la atenciòn en los dos focos principales de esta actividad ilìcita. Los establecimientos llamados "In Bond" en los puertos y aeropuertos del país y los "sanandresitos", que canalizan el mayor porcenlaje de los vinos y licores que se introducen y se expenden sin el pago de los impuestos que gravan estos productos" .

Según Valencia Cossio, el proyecto presentado por el gobiemo para gravar con el Impuesto al Valor Agregado las ventas de los "Sanandresitos", es un paso importante para recuperar el mercado. Pero no es todavía suficiente para resolver los problemas del sector, dadas las otras cargas que pesan sobre los importadores autorizados.

Artículo de lujo
Al whisky se le ha dado tradicionalmente el tratamiento de un artículo de consumo suntuario. Y por eso su importación ha estado sometida a licencia previa o simplemente ha sido prohibida. Aún hoy, a pesar de la apertura económica, el whisky es el único licor que no ha sido pasado a las listas de libre importación. Aunque la verdad es que el problema en este momento no es ese Porque a pesar de estar en las listas de licencia previa, los importadores legales no alcanzan a llenar los cupos otorgados por el gobierno. Para 1990 se habìa fijado un cupo de 10 millones de dòlares y hasta el mes de octubre sòlo se habían realizado importaciones por tres millones de dòlares.

El verdadero problema es que el whisky es un producto sobrecargado de, impuestos, lo que hace que su precio final no sea competitivo con el precio al cual se vende el licor de contrabando.
En la actualidad, el importador debe pagar un gravamen arancelario del 40 por ciento, una sobretasa del 13 por ciento "impuesta por la Ley 75 de 1980", un IVA del 35 por ciento y un impuesto de consumo que, en el caso de Cundinamarca es de 417 pesos por botella y cuyo monto en otras regiones depende del precio del aguardiente producido en cada una de ellas". Sumados los fletes y los gastos de nacionalización, el valor final de la botella al consumidor oscila entre un 110 y un 170 por ciento por encima del precio original, de acuerdo con la calidad del whisky. Eso le da una enorme ventaja al contrabando.

No menos enorme, ademas, es la cantidad de dinero que deja de percibir el Estado, como consecuencia del comercio ilegal. Según estimaciones de Acodil, por la importación legal de 25 mil cajas de whisky el Estado recibe en la actualidad un poco más de 1.000 millones de pesos en impuestos. Y por las 325 mil cajas restantes, que llegan por la vía del contrabando, deja de percibir más de 21 mil millones.

De allí que la entidad le haya propuesto al gobieno una polìtica integral fijada sobre la base de una reduccion de impuestos". Dicha polìtica asegura, "sera el arma más efectiva para desalentar el negocio del contra bando, pues al colocar al importadoen condiciones de abastecer al mercado a precios competitivos, el pago de las propinas o serruchos que tiener que hacer los contrabandistas se acerca al valor de los impuestos que se derivan de las importaciones". Con una reducción al 10 por ciento del arancel y de la sobretasa de la Ley 75, el Estado podria captar todavía cerca de 15 mil millones de pesos en impuestos Dicha propuesta, segùn Valencia Cossio, "se justifica aún más con el anuncio de la administración Gaviria de establecer un IVA del 12 por ciento para los alimentos y bebidas alcohólica que se expendan en los hoteles y restaurantes".

La progresiva "legalización" del mercado que se lograria bajando los impuestos al producto importado legalmente permitiria, además, disminuir los riesgos sanitarios asociados con la falsificación y adulteración del licor. Según Acodil, en la actualidad se falsifican y adulteran cerca de 100 mil cajas de diferentes bebidas alcohólicas, dentro de las cuales aproximadamente 60 mil son de whisky. En algunos casos, la falsificación no pasa de ser un simple reenvase de productos de segunda categoria en botellas de artículos de mejor calidad, lo que no acarrea un riesgo sanitario muy grande para el consumidor. Pero en otros casos, y no son pocos, lo que se hace es adulterar el licor y venderlo sin las mínimas condiciones requeridas para el consumo humano. Aunque no hay estadìsticas precisas, es claro que en Colombia se pierde una gran cantidad de vidas como consecuencia de dicha práctica criminal.

En cualquier circunstancia "el licor, en exceso, es nocivo para la salud", como deben advertir las etiquetas de todas las botellas legalmente importadas o envasadas en el país. Pero es mucho menos nocivo cuando no existe ningún tipo de control sobre su producción y venta. Por eso es tan preocupante que, en el caso del whisky y también en el de otros licores, aunque en menor proporción la casi totalidad del mercado esté en manos de comerciantes inescrupulosos, para los cuales la ganancia està por encima de la salud.
No hay que olvidar que después de la borrachera siempre viene el guayabo. Y que éste puede ser "mortal", si no se controlan los tragos.