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Hacia una política industrial de nueva generación

Un documento diagnosticó a la industria colombiana tras dos décadas de apertura y con un boom minero y energético de telón de fondo. Es un intento por hallar la política pública que debe acompañar al sector en los años venideros.

2 de diciembre de 2011

La Coalición para la Promoción de la Industria Colombiana se creó en 2011 para impulsar las denominadas 'locomotoras' del gobierno Santos. Antes de su primer año de existencia, la organización presidida por la exministra Martha Lucía Ramírez lanzó su primer documento: 'Hacia una política industrial de nueva generación en Colombia'.
 
El texto, escrito por Astrid Martínez, asesora de Fedesarrollo y José Antonio Ocampo, secretario de la Cepal, entre otros colaboradores, da herramientas como análisis, reflexiones y recomendaciones para volver a ese sector de la economía más competitivo, a partir de la evidencia y el estudio de las políticas aplicadas por los últimos gobiernos.
 
Tras hacer la relación entre lo que ha logrado la estructura productiva colombiana frente al desarrollo económico, el texto se enfoca en las políticas de competitividad del año 1994 al 2002, en las que se hace hincapié en el tema de la apertura comercial.
 
Astrid Martínez explica allí que “los tratados de libre comercio limitan la aplicación de las políticas de desarrollo productivo, en lo que tiene que ver con la discrecionalidad de algunos de sus instrumentos”.
 
Además, la experta recomienda a los gobiernos establecer políticas remediales frente a lo ya acordado en los acuerdos comerciales. Ante próximas negociaciones, señala que los encargados deben actuar teniendo en cuenta los intereses nacionales y "no bajo preceptos teóricos que sólo funcionan en los supuestos de la competencia perfecta".
 
Más adelante, se revisa el papel de la industria en la economía y devela que ese sector no crece al mismo ritmo del país (medido por el PIB), lo que indica que otros sectores están participando más del crecimiento económico, posiblemente el de servicios como sucede en el resto del mundo.
 
¿Cómo exportar más y con mejor utilidad?
 
De las políticas públicas y la comparación sectorial, Martínez y Nicolás Suárez pasan al avance de las exportaciones. Se señala que en Colombia el 71% del valor exportado es por cuenta de los productos primarios (que son más baratos), mientras que no sucede así con los elementos de valor agregado (más elaborados, con mano de obra y tecnología usualmente nacional y que generan más utilidades para el país).
 
Es así que las manufacturas de baja tecnología participan apenas con  20,92% en el indicador y las de media tecnología con 4,15%.
 
Eso da paso al diagnóstico y  a revisar qué puede pasar con la bonanza minero energética como única oportunidad para el desarrollo industrial y ulterior generación de valor de la pruducción para el país.
 
Gracias a los buenos precios internacionales en 2010, el 41% de las exportaciones provinieron del petróleo y sus derivados y otro 15% de la exportación del carbón. En el rubro de exportaciones no tradicionales, la minería ya alcanza a la agricultura.
 
Martínez recomienda entonces que con los nuevos ingresos se privilegie el financiamiento de programas de infraestructura, innovación y capital humano.
 
En Colombia ya hay todo un marco normativo para tal aprovechamiento: la Ley 1473 de julio de 2011 -que establece la regla fiscal- y la reciente reforma constitucional que redistribuye el destino de las regalías.
 
Además, según indica, las instituciones también son fundamentales en las bonanzas: “los países con fuerte tradición democrática logran que las bonanzas de productos primarios se traduzcan en palancas del crecimiento y del desarrollo humano”.
 
Ocampo y Martínez son los encargados de dar las recomendaciones finales para una nueva política industrial en el documento.
 
Un factor importante de la nueva política -dicen- debe ser la innovación, tanto tecnológica como comercial. El objetivo es aumentar el valor agregado: mayor contenido tecnológico de los productos y mayor contenido nacional de la actividad.
 
El texto propone -al igual que el Consenso de Washington y el gobierno Uribe, respectivamente- macroeconomía estable y confianza inversionista. Se destacan además el aprovechamiento de la biodiversidad, el auge de las micro, pequeñas y medianas empresas y la necesidad de propiciar un entorno para la investigación y la ciencia.
 
Ventaja comparativa y valor agregado
 
Si la política exportadora se orienta a rescatar las ventajas comparativas, el sector que se favorecería sería la minería, pero ¿cuál sería su valor agregado?
 
Astrid Martínez autora de cuatro de los capítulos del libro, aclaró en una entrevista con Semana.com, que “las ventajas comparativas en el mundo de hoy, se construyen. No basta tener abundancia de unos recursos con respecto de otros. Es necesario que esa relación, que puede ser similar a la de muchos países, se cualifique".
 
Agrega que "la ventaja comparativa no depende hoy solo de la disponibilidad de los factores sino de la productividad y la innovación”.
 
El objetivo debe ser entonces, avanzar en el ranking de competitividad impulsando la innovación industrial y comercial.