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Hagan sus apuestas

Este año empezó con una oleada de despidos en las empresas de Internet. ¿En qué va a quedar esta incipiente industria?

12 de marzo de 2001

No se ha salvado casi nadie. Incluso Amazon, que es una empresa emblema de la nueva economía, anunció hace poco el despido de 1.300 trabajadores. En los últimos días compañías de Internet muy conocidas, como El Sitio, UOL, Yupi y Deremate, entre otras, han adelgazado sus nóminas y reducido sus gastos en los países donde operan. Los anuncios de reestructuraciones y cierres de oficinas de este tipo de empresas se están haciendo casi a diario y los rumores de más despidos abundan.

Los números son abrumadores: 12.828 empleados de firmas ‘punto com’ perdieron su puesto en enero pasado en Estados Unidos de acuerdo con datos de la consultora Challenger Gray & Christmas, publicados por la revista Punto-com. Colombia no ha sido la excepción a esta tendencia. Aunque el número de gente involucrada es mucho menor, no han sido pocas las empresas de Internet —extranjeras y locales— que han reducido o cerrado su operación en el país.

Después de varios años en que gastaban a manos llenas, contando con que siempre habría quien invirtiera más dinero en sus proyectos, el panorama cambió por completo para los empresarios de Internet. La fiebre de los inversionistas por las empresas punto com se transformó en una verdadera alergia. Ya no quieren saber nada de ellas, y mucho menos les quieren meter plata.

Ahora estas compañías están luchando por sobrevivir en condiciones muy adversas. No será nada fácil y muchas se quedarán en el camino. En los próximos meses se sabrá quiénes tendrán éxito en esta angustiosa carrera y empezará a quedar claro cuáles son los modelos de negocio que definitivamente funcionan en la naciente industria de Internet.



El guayabo

Lo que se está viendo ahora es la consecuencia de la destorcida de abril del año pasado. Esta puso fin a un boom especulativo de cuatro años que había llevado las acciones de las empresas de Internet a unos precios absurdamente elevados. Compañías que no generaban utilidades ni repartían dividendos a sus socios valían mucho más que las firmas tradicionales que sí generaban ganancias. Estas valoraciones se basaban en la promesa de que, si bien no rentaban en el corto plazo, las punto com serían en el futuro las reinas del mercado.

Pasada la euforia vino la corrección del mercado y los precios de las acciones cayeron a unos niveles irrisorios. Se pasó de un extremo al otro. “Así como hubo una fuerte especulación hacia arriba, ahora ocurre lo contrario. Es tan absurdo lo que está pasando en este momento con la valoración bursátil como lo que se veía antes de la corrección”, dice Miguel Suárez, presidente de Terra en Colombia.

La principal consecuencia de esto es que casi nadie volvió a invertir en las empresas de la ‘nueva economía’. El año pasado los inversionistas —principalmente fondos de capital de riesgo— alcanzaron a invertir cerca de 2.580 millones de dólares en empresas de Internet en América Latina, según un estudio de la consultora estadounidense Brain & Company. Sin embargo, a partir de abril, los montos desembolsados disminuyeron drásticamente hasta alcanzar niveles insignificantes. Hoy en día se cuentan con una mano las compañías que logran nuevas inyecciones de capital.

Por eso ahora a los empresarios de la nueva economía les ha tocado aprender algo que los de la vieja siempre han sabido: cuidar los pesitos y pensarlo dos veces antes de hacer cualquier gasto. Están ahora en una auténtica carrera contra reloj para generar ingresos propios y volverse rentables antes de que se les acabe la plata y se termine de agotar la paciencia de los inversionistas.

Esto los ha obligado a cambiar radicalmente sus planes. Cuando abundaba el capital los proyectos empresariales se diseñaban con un período de gestación de varios años. En las proyecciones financieras se esperaba que las empresas recién creadas empezaran a dar utilidades al cabo de tres, cuatro o más años. Pero ahora se les exige que den utilidades rápido. “No hay ninguna empresa de Internet que no haya prometido alcanzar el punto de equilibrio en 2001”, afirma Nicolás Camacho, banquero de inversión especializado en compañías de la red.

Lo que ha ocurrido en Colombia es similar a lo que ha pasado en todos los países, con la diferencia de que aquí se llegó un poco tarde a la era de los negocios virtuales. Mientras en otras partes la abundancia alcanzó a durar varios años en Colombia la mayoría de las empresas se montaron justo antes de la destorcida. “Para nosotros no hubo boom, explica Juan Carlos Samper, gerente de I-Network en Colombia. Las compañías ahora deben ser rentables de entrada. Más rápido incluso de lo que se espera de proyectos de inversión en sectores tradicionales”, añade.

También al país llegaron muchas compañías de Internet de origen extranjero. Cuando tomaron la decisión de ingresar a Colombia —y a otros países— lo que buscaban era incrementar rápidamente su número de usuarios, con miras a mejorar su valoración y así debutar exitosamente en las bolsas norteamericanas, donde estaba el gran negocio.

Por eso abrieron oficinas en muchas partes y Colombia fue una de las preferidas por el tamaño del mercado y su potencial de crecimiento. Más aún, en cada uno de los países donde entraron estas empresas montaron una estructura completa, que incluía las áreas de mercadeo y ventas, generación de contenido, diseño y desarrollo tecnológico, y la parte administrativa.

Hoy en día se sabe que el valor de una compañía de Internet no depende de su número de usuarios, ni del posicionamiento de su marca, sino de sus utilidades. Lo que las empresas están haciendo no es más que adaptarse a esta realidad y, para lograrlo, se están concentrando en lo esencial. Han recortado drásticamente sus presupuestos de publicidad. Aquellas con presencia internacional les han dado prioridad a los mercados más grandes y rentables, reduciendo su operación en los países que no tienen perspectivas de generarles utilidades en el corto plazo. Yupi.com, por ejemplo, prácticamente cerró su operación en Colombia.

Deremate.com disminuyó su planta de personal y el portal UOL centralizó en su casa matriz la gerencia de contenido. Lo que se puede hacer a distancia las empresas lo están realizando desde otra parte para generar economías de escala.

Con las reestructuraciones y los despidos las firmas no buscan otra cosa que generar utilidades lo más pronto posible. No todas lo van a lograr. Hasta ahora la mortalidad de ‘puntocoms’ ha sido muy alta —2.300 quiebras ha registrado un sitio web dedicado a esta insólita contabilidad en Estados Unidos—. Y al parecer todavía falta.



¿Que queda?

Internet es sin duda un invento revolucionario. Ha cambiado la vida de las personas y su forma de trabajar. Quienes la han desarrollado le han encontrado todo tipo de usos prácticos y útiles. Sin embargo lo único que no han terminado de descubrir es la forma de sacarle plata. Como negocio, Internet no se ha acabado de inventar.

Muchos emprendedores virtuales tenían cifradas sus esperanzas en la publicidad. Pero la cosa no resultó tan fácil. “En 2000 la inversión total en publicidad on-line fue de aproximadamente un millón de dólares en Colombia. Es decir, tan sólo el 0,3 por ciento de los cerca de 350 millones que se pautaron en los medios tradicionales”, afirma Samper, de I-Network. Aunque se espera que el gasto publicitario en Internet en Colombia se duplique este año la torta sigue siendo muy pequeña. Claramente no alcanza para todos los 80 o más sitios que aspiran a vivir de ella. Más aún si se tiene en cuenta que los tres portales líderes acaparan la mayoría del tráfico en la red —y por lo tanto de la pauta—.

Otros le apostaron al comercio electrónico, que puede generar ingresos por comisión. Pero tropezaron con obstáculos logísticos inmensos. Problemas relacionados con el transporte, almacenamiento, los sistemas de pago y los impuestos demostraron que en el mundo de Internet también hay fronteras. Y aunque muchos le auguran un gran futuro a estos negocios su desarrollo por ahora ha sido mucho más lento de lo que se esperaba.

Los expertos pronostican que, después de las quiebras y las fusiones, van a quedar pocos jugadores grandes. Unos tres portales de entretenimiento de alcance latinoamericano y unos cuantos sitios de comercio electrónico. Quedarán aquellos que tengan el respaldo financiero suficiente para esperar varios años, hasta que se encuentren mejores formas de sacarle plata a la red. Y aquellos que sepan encontrar buenos aliados.

Pero al mismo tiempo, al lado de los grandes han empezado a aparecer iniciativas pequeñas, aterrizadas en costos, que funcionan bien y pueden ser viables. Son sitios locales, especializados en temas como arte, fútbol, finanzas o venta de libros, entre otros. Algunos ejemplos son proximopicasso.com, futbolred.com, infofinaciera.com y pisapapel.com. Funcionan en medio de la austeridad y no tienen pretensiones panregionales —un contraste con las punto com del derroche—. “Al igual que en la economía tradicional, en Internet también van a convivir las grandes multinacionales con las microempresas y la pymes”, dice Camilo Martínez, gerente para Colombia de Mercado Libre.

El mundo de los negocios en Internet está en plena evolución. Ahora todas las empresas tradicionales están desarrollando, sin afán, sus estrategias para sacar provecho de la red. Las compañías de Internet se están aliando con empresas de telecomunicaciones y con otros medios de comunicación para aumentar su eficiencia y diversificar sus fuentes de ingreso.

Y el entorno del negocio cambia constantemente al ritmo de los avances tecnológicos. Los servicios de telecomunicaciones de banda ancha y las conexiones por medio de toda clase de aparatos inalámbricos están a la vuelta de la esquina. Nuevas oportunidades de negocios aparecerán. Seguramente no habrán terminado de consolidarse cuando ya las empresas de Internet deban reinventarse de nuevo y adaptarse a otras realidades.