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'How do you account?'

Un paso clave en la globalización de las empresas es ajustar sus contabilidades a las normas internacionales. La Supervalores impulsa un proyecto de ley para lograrlo.

22 de agosto de 2004

Usted es un empresario que quiere lanzarse a hacer negocios en Estados Unidos. Está decidido a aprovechar las ventajas que traería la firma de un Tratado de Libre Comercio con ese país: desde exportar o hacer una alianza estratégica con algún proveedor norteamericano hasta conseguir financiación en el mercado estadounidense de valores. Pero al intentarlo encuentra que a sus posibles socios extranjeros les resulta incomprensible la información contable de su empresa. No entienden de dónde salen las cifras de los estados financieros y, por tanto, no están seguros de que realmente reflejen el desempeño de su negocio. En otras palabras, la contabilidad de su empresa y la de sus socios hablan idiomas diferentes.

Hacer compatibles las normas contables colombianas con las del resto del mundo es justamente el principal objetivo de un proyecto de ley que la Superintendencia de Valores piensa presentar al Congreso en los próximos meses. Desde hace más de un año, gobierno, contadores y empresarios han estado debatiendo la conveniencia de que el país adopte los estándares internacionales de contabilidad y auditoría. Lo que está en juego no es solamente el futuro de los contadores públicos, sino la posibilidad de que las empresas, los accionistas y los bancos, entre otros, cuenten con información financiera confiable y que ésta sea reconocida como tal en el exterior.

Tanto los promotores del proyecto como sus críticos coinciden en que la contabilidad colombiana tiene graves deficiencias. En 1993 el gobierno expidió un decreto con las normas contables que deben aplicar las empresas -una versión comprimida de los principios internacionales vigentes hasta ese año-, y desde entonces no han sido actualizadas. Mientras en el mundo de los negocios se imponen, por ejemplo, las fusiones entre compañías, la valoración de marcas, el uso de nuevos instrumentos financieros o la administración de riesgos, las normas contables colombianas no dicen nada sobre cómo reflejar esos hechos en los balances. Estos vacíos se prestan para que los contadores hagan interpretaciones ingeniosas de las normas, lo que afecta la transparencia de la información contable.

El atraso en las reglas generales contrasta con la infinidad de normas que en materia de contabilidad han expedido distintos organismos del gobierno para sectores específicos. La Dian, la Superintendencia Bancaria, la de Valores, la de Sociedades, la de Salud, la de Servicios Públicos y la Contaduría General de la Nación, entre otros, fijan los criterios para la elaboración de los reportes financieros de las empresas que vigilan. Muchas de estas normas se contradicen u obligan a una misma compañía a presentar información diferente dependiendo del ente regulador que la exija. Hoy existen en Colombia cerca de 43 guías distintas de estándares contables y 15 planes únicos de cuentas, según un estudio realizado por el Banco Mundial. Así, incluso a escala interna, la contabilidad se ha convertido en una verdadera torre de babel.



A escala externa, las diferencias entre los estándares internacionales y las normas colombianas son un dolor de cabeza para muchas compañías, y más grave aún, un obstáculo para acceder a los mercados mundiales de capitales. A ISA, por ejemplo, le tomó dos años convertir todos sus estados financieros desde 1967 a unos que se ajustaran a los principios contables de Estados Unidos para poder transar sus acciones en los mercados de ese país. Bancolombia, la única empresa colombiana inscrita en la Bolsa de Nueva York, tiene un departamento dedicado exclusivamente a traducir al lenguaje contable estadounidense los balances que emite en Colombia. "Muchas compañías colombianas podrían estar consiguiendo capital en los mercados mundiales, pero no lo hacen por lo complejo que resulta reconvertir sus estados financieros a las normas internacionales", dice Jaime Velásquez, vicepresidente financiero de Bancolombia.

El proyecto de ley que está impulsando la Supervalores comenzaría a derribar esta barrera. Cualquier inversionista extranjero podría leer los balances de una compañía colombiana sin necesidad de traducción. Tendría además la certeza de que fueron elaborados según estándares internacionales pues el proyecto propone que, como sucede en los países desarrollados, un auditor externo independiente así lo certifique.

Hasta ahora, los revisores fiscales ejercen la función de opinar sobre los estados financieros de una empresa en Colombia. El problema está en que nadie sabe exactamente cómo lo hacen, pues no existen normas técnicas obligatorias sobre auditoría financiera. Además, a los revisores fiscales se les han ido asignando tareas, como certificar que la empresa ha hecho todos los aportes parafiscales u opinar sobre la calidad de su control interno, que corresponden más a la gerencia y que por tanto les restan independencia. Así, mientras en Estados Unidos y Europa han endurecido las reglas a las que deben someterse los auditores para garantizar su independencia, después de escándalos de fraude contable tipo Enron o Parmalat, Colombia carece por completo de ellas.

De regreso a las aulas

Adoptar estándares internacionales de contabilidad y auditoría es entonces una necesidad apremiante. Exige, sin embargo, hacer grandes cambios, no sólo en las técnicas y los procedimientos que utilizan las empresas para elaborar sus estados financieros, sino en la formación profesional de los contadores.

"En la actualidad los programas académicos de contaduría en Colombia se orientan más a producir técnicos que contadores y auditores modernos", concluyó el estudio del Banco Mundial. Los estudiantes aprenden al dedillo los requisitos legales para llevar los libros de contabilidad, pero tienen grandes debilidades en temas que hoy son fundamentales en las empresas, como la medición de riesgos, las tecnologías informáticas o los estándares contables internacionales. Según el citado estudio, sólo cuatro de las 120 facultades de contaduría que hay en Colombia pueden considerarse de alta calidad.

Pero el problema no sólo está en las universidades. Los requisitos para ejercer como contador en el país se limitan a una tarjeta profesional (que se consigue con la presentación del diploma) y un año de práctica. En cambio, en Estados Unidos, quien quiera ser por ejemplo auditor financiero de una empresa debe hacer estudios generales de pregrado durante tres años, especializarse en auditoría durante dos años y aprobar un examen. Después, debe certificar cada dos años que ha tomado mínimo 80 horas de cursos de actualización. El proyecto de ley busca que la formación de los contadores colombianos también se nivele con los requisitos internacionales.

Otro aspecto que cambiaría con la aprobación de proyecto es la vigilancia sobre el ejercicio profesional de los contadores. Hoy esta tarea le corresponde a la Junta Central de Contadores, una entidad adscrita al Ministerio de Educación que, según la investigación del Banco Mundial, "carece de capacidad suficiente para operar como un ente regulador eficaz". El gobierno propone que la Superintendencia de Sociedades asuma esta labor.

De otro lado, las empresas deberán hacer un esfuerzo en capacitación y en ajustar sus sistemas a los nuevos estándares contables. De ser aprobado el proyecto, las compañías inscritas en bolsa y las vigiladas por las Superintendencia Bancaria y de Valores tendrán que aplicar las normas contables internacionales desde enero de 2006. Las medianas y pequeñas empresas adoptarán una versión simplificada de estos estándares y deberán comenzar a usarlas desde enero de 2007 y 2008, respectivamente. Será un proceso difícil y costoso. Pero el precio de que las empresas colombianas no hablen el mismo idioma que el resto del mundo de los negocios es sin duda mucho más alto.