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INFIERNO PARA ANIMALES

Las batidas del Centro de Zoonosis de Engativá contra perros y gatos se convierten en fuente de escándalo.

4 de febrero de 1985

Este caso de los 200 perros y gatos retenidos bajo una amenaza de muerte en el Centro de Zoonosis de Engativá fue el escándalo que, la semana pasada, estuvo a punto de competir, en las páginas de los diarios de Bogotá, con el candente affaire de la valija diplomática. De hecho, el caso de estos animales parece tener mucho fondo. Desde agosto pasado -cuando otra impopular batida contra canes callejeros (ver SEMANA del 2127 de ese mes) fue implementada por empleados de ese mismo Centro (en la que hubo no sólo captura de numerosos gozques sino atropellos y lesiones a varios ciudadanos dueños de animales domésticos)- el tema de las campañas de zoonosis en Bogotá viene cobrando mucha actualidad. En el caso de estos días, los ingredientes del mismo no sólo incluyen puntos tan delicados como la brutalidad y efectividad de tales batidas, sino el carácter real de las mismas y el papel que en ellas juega la Secretaría de Salud del Distrito Especial.
La opinión pública se enteró de que algo extraño estaba sucediendo cuando aparecieron fotos en los diarios en las que se veían tristes canes hacinados en jaulas pequeñas y propietarios de animales, así como voceros de sociedades protectoras de animales, agolpados contra las rejas casi siempre cerradas del Centro de Zoonosis de Engativá pidiendo clemencia por sus mascotas, ya que éstas, tras ruidosa captura, corren el riesgo de ser electrocutadas o eliminadas a garrotazos por los empleados de esa nada amable institución, a menos, eso sí, de que sus aturdidos dueños cancelen la suma de 3.163.30 pesos en un puesto de Salud de Puente Aranda, a manera de rescate. La cosa había comenzado a complicarse para los empleados de ese Centro cuando Paula Caballero, la joven periodista que fue la primera en apersonarse del problema y tomar fotos de las celdas con los animales hacinados, fue virtualmente secuestrada durante hora y cuarto por guardias del Centro, junto con María Teresa Rubio, directora de la Asociación San Fracisco de Asís. Ambas habían podido ingresar al Centro pacíficamente y habían constatado que los animales capturados yacían entre sus propios excrementos, eran objeto de violentos chorros y baldados de agua lanzados por los empleados, no estaban siendo alimentados y algunos habían empezado a enfermarse por los malos tratos. Cuando iban a salir vieron que las habían encerrado con candado. Sólo hasta que Paula Caballero intentó escalar un muro del patio de jaulas, los directivos del Centro las dejaron libres.
El tenebroso asunto había comenzado en realidad días antes, el 26 y 27 de diciembre, cuando recolectores de perros del Centro de Zoonosis de Engativá llegaron con sus camiones azules a los barrios Buenos Aires y Kennedy con el siguiente cuento: "Estamos en campaña de vacunación gratuita de animales domésticos. Señores vecinos entréguennos sus animalitos, que mañana se los devolveremos debidamente vacunados". Atrapados por la oferta y creyendo en la decencia de los recolectores, muchas personas entregaron sus perros y gatos sin temor. Craso error. Al otro día comprendieron que su buena fe había sido burlada, que sus mascotas estaban de hecho confiscadas y que iban a ser destruidas si no pagaban la suma mencionada, bajo el cargo de ser "animales callejeros", ¿Callejeros? Todas las personas involucradas con quien habló SEMANA (más de 15), coincidieron en decir una cosa: los perros y gatos arrebatados por los recolectores de Engativá eran domésticos, de su propiedad, y muchos de tales animales estaban incluso dentro de sus casas o dentro de los jardines de sus casas cuando fueron capturados. "Es un verdadero secuestro de animales lo que se ha hecho en ese caso", dijo uno de ellos a esta revista.
En otras calles de esos barrios los métodos empleados no fueron los del cuento de la campaña de vacunación. Paula Caballero declaró que gentes del Centro de Zoonosis, escoltados por policías, irrumpieron ilegalmente en una casa-lote en el barrio Buenos Aires y bajo amenazas de emplear la fuerza pública conminaron a los vecinos a entregar los animales, y que en otro lugar "un reservista, ya prevenido de tales operaciones por hechos pasados, se tiró entre la camioneta y sacó a su perro". "Tanto el muchacho como su perro fueron cogidos a patadas y los dos sufrieron heridas", explicó ella en un texto que publicó El Espectador. Jorge Cortázar, un vecino del barrio La Rochela, vio el 28 de diciembre cómo su perro "Leonte" fue tomado de su antejardín. Aunque presentó en regla los papeles de las vacunas, su perro no le fue devuelto. Sólo hasta el 2 de enero pudo rescatarlo tras haber pagado 3.150 pesos en un Puesto de Salud de Puente Aranda. Y el animal, que había ingresado allí sano, salió enfermo. "Esa gracia de las autoridades nos costó más de 7.000 pesos, pues tuvimos que llevarlo de inmediato a su veterinario", dijo el propietario a SEMANA. Otras personas no tuvieron la misma suerte. La señora Helena Pineda de Preciado, del barrio Quirigua, declaró a SEMANA que "Tigre", el mejor guardián de su almacén, le fue arrebatado contra su voluntad el 18 de diciembre en la puerta de su negocio. Jamás lo devolvieron ni apareció en el Centro de Engativá.
Quien está detrás de esas batidas es Jaime Barriga Combariza, actual secretario de Salud del Distrito, pues el Centro de Zoonosis depende de tal oficina. El argumenta que tales "campañas" se deben a los "brotes de rabia que hay en Bogotá". De hecho, el polémico funcionario suele montar esos operativos casi mensualmente con apoyo de agentes de la Policía y casi no hay campaña que no produzca numerosas quejas. Lo interesante de esto es que las batidas del médico Barriga poco tienen que ver con los perros verdaderamente callejeros y ciertamente enfermos. A ese respecto, declaró a SEMANA un veterinario del mismo Centro de Zoonosis de Engativá, que "en realidad no puede hablarse de que hay en estos momentos focos de rabia canina en Bogotá" y que "no se ha detectado epidemia de rabia en ningún barrio de la capital". Preguntado por SEMANA si de los 200 animales recogidos, entre el 26 y 28 de diciembre, algunos presentaban síntomas de rabia, el veterinario respondió: "No. En ninguno he detectado esos síntomas". Lucia de García, directora de la Sociedad Protectora de Animales, aseguró a SEMANA que esa Secretaría "no hace campañas de vacunación de animales alegando que no tiene camiones; pero sí tiene esos aparatos para secuestrar animales domésticos". "También es cierto que a los perros verdaderamente callejeros no se los están llevando. No lo hacen pues saben que por ellos nadie paga el rescate, luego no hay ingresos", dijo otra directiva de esa institución. ¿Qué implicaciones legales tienen esas batidas? "Tales procedimientos son ilegales (arrebatar animales con dueño) pues son ciertamente confiscatorios, ya que de todas formas los animales domésticos son propiedad privada de sus dueños", explicó un abogado consultado por SEMANA.
Un médico que colabora con protectores de animales, dijo, por otra parte, a esta revista, que los niveles de rabia canina en Colombia no son altos. "El índice actual es de un caso al mes en el país". ¿Por qué entonces la insistencia de tales campañas? "Es extraño. Se sabe que dicho Centro se interesa en difundir la idea de que la rabia es casi una epidemia en Bogotá y para ello se vale del hecho de que muchas veces la hepatitis canina y el moquillo pueden producir síntomas parecidos al de la rabia, al producir cuerpos de inclusión similares o los corpúsculos de Negri, esos sí típicos de esa enfermedad". ¿Para qué sembrar entonces esa falsa alarma? "Para tener un justificativo para esas batidas violentas y abusivas que son un negocio pulpo para algunos". ¿Negocio pulpo? Vecinos de Engativá aseguran que entre los empleados del Centro existe una especie de cuota de 200 canes a recoger diariamente, por los cuales se cobra siempre una especie de multa. ¿En qué se invierten esos dineros? ¿Quién recauda esos valores? ¿Por qué unos "rescates" son cobrados en un puesto de salud de Puente Aranda y otros en el mismo Centro de Zoonosis? ¿Dónde están los puestos de vacunación antirrábica que Barriga dice haber creado con los rescates? Pocos funcionarios responden a estas preguntas, prefiriendo pasarse la pelota unos a otros. El médico Barriga no quiso por ejemplo recibir a SEMANA cuando ésta intentó registrar su punto de vista y hacerle esas preguntas. Conocido por su altanería, el secretario de Salud hace meses "mojó" mucha mala prensa durante la campaña de vacunación de los niños colombianos cuando se dijo que por fallas suyas casi 30 mil menores (de los 100 mil que iban a ser vacunados) no pudieron serlo, lo que convirtió a Bogotá en la única ciudad del país que tuvo tropiezos en la primera y segunda jornada de vacunación, y suscitó un agudo debate en el Consejo de la ciudad.
Calificado como un "verdadero infierno para los animales", el Centro de Zoonosis de Engativá es blanco de ataques de los miembros de las asociaciones protectoras de animales quienes, a su vez, son considerados como "enemigos" por el personal que allí labora. Los activistas pro derechos del animal afirman además que allí se electrocutan, ahorcan y sofocan los animales capturados que no sirven para ser destrozados en las facultades de veterinaria o en laboratorios. Cierto o falso, SEMANA pudo al menos constatar la existencia de dos jaulas en dicho Centro, una dotada incluso de cables eléctricos (ver foto) donde perfectamente podrían ser practicados esos actos. A pesar de que un veterinario (que no quiso identificarse) indicó que tales cables eran para "hacer trabajos de soldadura", un empleado de base de tal Centro indicó a esta revista que era allí donde se hacían tales cosas efectivamenté, electrizando la valla y empapando el suelo y los animales con agua.
¿Qué pasa en realidad en ese Centro? ¿Deberían las autoridades nacionales de salud investigarlo? ¿Cual es el carácter real de esas actividades aparentemente represoras de la rabia canina? Es obvio que esas preguntas deben ser respondidas por las instancias de Salud del país con carácter de urgencia.