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KEYNES:¿LA NUEVA ORTODOXIA?

Colombia no escapa a las controvertidas teorías económicas keynesianas

11 de julio de 1983

El eminente economista norteamericano Paul Samuelson, confesó que la aparición del libro de John Maynard Keynes conmocionó el mundo académico.
Esta fuerte irrupción de la obra de Keynes, similar al impacto que causó la publicación de la "Riqueza de las naciones" de A. Smith, o los "Principios" de David Ricardo, sólo puede explicarse ubicándola en su momento histórico. La profunda depresión de los años treinta cuestionó los postulados académicos elaborados por la tradición teórica; como en otras ocasiones, en el mundo real marchaba en una dirección y el mundo intelectual en otra. Keynes reclamaba una unidad de la teoría con la realidad económica y fustigaba a los académicos cuando les decía: "Los teóricos clásicos se parecen a los geómetras euclidianos en un mundo no euclidiano, quienes al descubrir que en realidad líneas aparentemente pararelas a menudo se cortan, las critican por no mantenerse derechas".
El debate era claro. Mientras el mundo era azotado por la depresión y el desempleo, la opinión ortodoxa seguía sosteniendo que el sistema por su propia naturaleza tendía al equilibrio y al pleno empleo. Ante esta realidad tozuda, los neoclásicos -como también se les acostumbra denominar- plantearon que "la economía ha dejado de ser normal la culpa es de los políticos". En opinión de los seguidores de Keynes, dicho pronunciamiento estaba preñado de idealismo, ya que si el mundo del siglo XIX hubiera sido "normal", no se hubiera producido la Primera Guerra Mundial. La señora J. Robinson, connotada economista inglesa, nos trae en sus escritos una anécdota muy diciente de la controversia que se libraba en aquella época; cuenta que el profesor Robbins trajo de Viena a un notable representante de la "Escuela Austriaca", el profesor Von Hayeck, quien después de llenar la pizarra de triángulos, responsabilizó al "consumo" de la crisis. En medio de su exposición fue interrumpido por el profesor R.F.
Khan -quien fue el precursor del famoso efecto del multiplicador- quien le preguntó "¿ Cree usted que si mañana me compro un abrigo, haré aumentar el desempleo?" "Sí", dijo Hayeck, "pero sería preciso un largo razonamiento matemático para explicarlo".
J. M. Keynes, no tenía ningún interés en llenar la "pizarra de triángulos". Era de la consideración metodológica de que había que zafarse de las viejas ideas, y para él eso era más difícil que descubrir las nuevas. La "Teoría general del empleo, el interés y el dinero" nace de ese rompimiento y en este sentido.
A riesgo de síntesis muy general, se puede decir que el pensamiento keynesiano desplaza el interés convencional por los mercados y los precios individuales, y lo enfoca hacia las magnitudes agregadas. Sustituye las funciones individuales de demanda, por una función de demanda global, una función de consumo y una función de inversión realmente notable. Reemplaza la teoría del interés convencional, por la de la preferencia por la liquidez. Cuestiona el supuesto de una tendencia hacia el pleno empleo, y se pronuncia a favor del equilibrio del sub-empleo. Finalmente, sustituye la Hacienda Pública neutral del pasado, por las doctrinas intervenciones modernas. Este es el cuerpo de ideas que constituye la llamada "revolución keynesiana", que el economista inglés legó a la humanidad y que hoy se analiza en el centenario de su nacimiento. La política económica inspirada en la propuesta keynesiana, gobernó durante largos años el universo económico; el mundo conoció momentos importantes de recuperación y auge. Pero a inicios de la década del setenta, los países del globo volvieron a ser sacudidos por la reseción y durante toda la década estas crisis se han venido sucediendo, periódicamente, con características diferentes a las que vivió el profesor de Cambridge. A diferencia de aquellas, la de hoy está acompañada de una aguda inflación, por déficits fiscales recurrentes y de un desorden monetario internacional gravado por la quiebra de Breton Woods.
La grave situación llevó a los gobiernos a rechazar la implementación del modelo keynesiano y al mundo académico a cuestionarlo. Para unos la receta de Keynes no funcionaba para remediar una situación como la planteada, y para otros, como Milton Friedman, los desordenes se debían a la excesiva intervención estatal y planteaba volver a la Hacienda Pública neutral, contra la cual luchó el autor de la "General Theory". Hoy se preguntan los estudiosos de la economía: ¿No será qué Keynes se ha convertido en la nueva ortodoxia? ¿No será conveniente zafarse de las viejas ideas? La controversia ha sido amplia y ha llegado también a nuestras latitudes a propósito de las fórmulas para la reactivación de la economía.

KEYNES Y LA ECONOMIA COLOMBIANA
Las opiniones sobre la recuperación económica del país están divididas a respecto. Fedesarrollo considera que el problema básico de la reactivación es el de la demanda. Sostiene que lo que definitivamente precipitó el proceso recesivo fue la brusca caída en los ingresos por las exportaciones y en la demanda agregada interna. Con base en este diagnóstico propone revivir a Keynes. La salida, según ellos, es el incremento del gasto público, mediante lo cual se supera el problema de mayor gravedad, que es el desempleo, acompañado de una política monetaria expansiva, que baje las tasas de interés, elemento indispensable para que se recupere la inversión. Proponen además recurrir, en caso necesario, al crédito externo para financiar el déficit fiscal. Por el otro lado, estan los que piensan que una política monetaria expansiva tiende a generar una ola inflacionaria (para éstos, éste es el problema fundamental) con graves consecuencias para la economía y la sociedad. No están de acuerdo en promover la recuperación mediante el financiamiento del déficit fiscal, porque puede llegar un momento en el que el Estado se verá sometido a una crisis presupuestal incontrolable, y son de la consideración de que el credito externo se debe manejar con mucha cautela, debido a los problemas recientes que ha causado al desarrollo económico la "deuda externa" .
Un tercer sector de la opinión plantea que el problema central del keynesianismo en nuestra economía, es el régimen político, que financia su intervención en materia de gasto público, no con base en impuestos directos a la propiedad, sino con base en emisiones, con lo cual desata procesos inflacionarios.
De todas formas, un siglo después de su nacimiento, Keynes sigue siendo controvertido.