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La 'ciudad de acero', blindada para el G-20

Pittsburgh es conocida como la "ciudad del acero" por su pasado de emporio industrial siderúrgico, pero hoy bien podría serlo por los kilómetros de vallas antimotines.

Alianza BBC
BBC MUNDO
24 de septiembre de 2009

"Yo te dejo en tu hotel y no salgo más hasta el sábado" me dijo Raymond, el frustrado taxista que trataba en vano de navegar por las calles del centro buscando un sector donde alguna de esas vallas no le cortara el paso.

"¿Viste como estuvimos parados durante ocho cambios de luces en ese semáforo antes de poder cruzar la esquina? Y eso solo se va a poner peor", agregó Raymond cuando finalmente pudimos escapar de la zona.

Hasta hace unos días la mayoría del medio millón de personas que viven en Pittsburgh estaban encantados y orgullosos con la idea de que su ciudad albergara tan importante reunión.

Pero como el caso de Raymond el taxista, ya para el jueves el ánimo era otro.

Mucha policía y poca gente
Presidentes y primeros ministros de Argentina, Alemania, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Francia, Reino Unido, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía, se unirán al Rey de Arabia Saudita y los representantes de la Unión Europea.

Todos invitados por el mandatario estadounidense, Barack Obama, para hablar sobre cómo seguir lidiando con la, aparentemente en retroceso, crisis económica, la necesidad de incrementar los controles sobre el sistema financiero y hasta del cambio climático.
Las deliberaciones de la cumbre se realizarán en el Centro de Convenciones en el centro de la ciudad que se ha convertido en un territorio inexpugnable.

Grupos de tres o cuatro uniformados en cada esquina, agentes a caballo, helicópteros y hasta lanchas rápidas que supervisan el río Allegheny, sobre el que da la fachada norte del local.

Desde la noche del miércoles, cuando empezaron a llegar las delegaciones de los países asistentes, los piquetes de policía empezaron a tomar posiciones en los puntos más neurálgicos del centro Pittsburgh.

Según la alcaldía de la ciudad, hay unos 2.500 uniformados patrullando y 25 agencias federales, estatales y municipales, en un esfuerzo que no solo busca garantizar la seguridad a los dignatarios visitantes sino también prevenir brotes violentos en las ya tradicionales manifestaciones que generan eventos de este tipo.

El recuerdo de las protestas que tuvieron lugar en abril, durante la cumbre previa de Londres, tiene a muchos a la expectativa, sobre todo a los dueños de negocios del centro de la ciudad.

"En esta ciudad hay más policías que gente" comenta risueño aún un empleado en un desierto restaurante italiano del centro -uno de los pocos abiertos- e invita a sus compañeros a dejar lo poco que estuvieran haciendo para ver "el espectáculo de la seguridad".

Vida en "la burbuja"
La verdad es que hasta ahora no se ha visto grupos demasiado "amenazantes" aunque bien podría ser una estrategia de camuflaje para burlar los controles de seguridad.
En días pasados los organizadores de las manifestaciones prometieron que harían "todo lo posible" por impactar las conversaciones de los líderes para lograr ser escuchados.

Por supuesto que negaron que tengan intenciones violentas, pero a veces en estos eventos las pasiones se desatan con rapidez y las cosas pueden acabar en tumulto.
Pero de presentarse alguna batalla campal entre policías y manifestantes estas se darían lejos del Centro de Convenciones y lejos de la "burbuja" -como la prensa suele llamar los espacios que se le habilitan para que cubran el evento- que es difícil que vayan a tener impacto en la zona de las deliberaciones.

Y como la vida en "la burbuja" suele ser protocolar y aburrida, siempre a la espera de comunicados formales y de entrevistas, algunos colegas periodistas saldrán inmediatamente a reportar los incidentes de la calle.

Cumbres efervescentes
Todo va a depender de lo intensas que lleguen a ser las protestas. Pero en ese caso, eso suele tener más impacto visual en el resto del mundo, a través de la televisión, que en el lugar al que los manifestantes quieren llegar.

Al final, estas cumbres suelen tener una dinámica efervescente. Toda la tensión que ha venido creciendo en los últimos días acabará súbitamente cuando se vayan los dignatarios y la ciudad empiece a recuperarse como si se tratara de una inmensa resaca.
Raymond el taxista, sus conciudadanos y seguramente hasta los policías, estarán más tranquilos cuando todo acabe y las vallas y barricadas se desmonten.

Así la ciudad podrá volver a concentrarse en otros aceros, unos que suelen darle más satisfacciones: el arranque de la temporada los Acereros de Pittsburgh, el famoso equipo local de fútbol estadounidense.