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LA COCA LOCA

La descolgada del precio de la cocaína le pone un interrogante a la suerte de la economía subterránea.

14 de agosto de 1989


Ahora resulta que no sólo el precio del café es el que está de capa caída en los mercados internacionales. El otro producto que ha hecho famosa a Colombia en el mundo--la cocaína--también ha sufrido las consecuencias del juego de la oferta y la demanda. Eso, por lo menos, es lo que sostiene la publicación norteamericana Forbes en su edición del 24 de julio sobre los multimillonarios del planeta. Según la revista, 'Las utilidades han caído en casi un 70%" como consecuencia de una reducción en el precio que no ha podido ser compensada con mayores ventas.

Todo eso no quiere decir que el negocio esté en crisis. Forbes estima que todavía los márgenes de utilidad neta son cercanos a un 40%, una cifra menor que la de años anteriores, pero todavía muy superior a la de cualquier negocio honesto. No obstante, la publicación considera que la actividad se está volviendo más difícil, desde el punto de vista de las cifras.

Las causas de lo ocurrido son varias. Por una parte, el precio promedio por kilo al por mayor en Estados Unidos se ha desplomado, pasando de casi 50 mil dólares en 1985 a 25 mil el año pasado y con tendencia a la baja. Incluso en Europa, donde el kilo del alcaloide se cotizaba a 55 mil dólares, se está cayendo el precio. Aunque eso indica que la oferta ha aumentado, Forbes considera que la producción "se ha incrementado solamente en una tercera parte, significando que simplemente no hay suficiente cocaína para expandir tanto la oferta". Como si eso fuera poco, la publicación agrega que "los costos de envio están aumentando, incluyendo aspectos como la contratación de pistoleros y el soborno de funcionarios corruptos". Además, los decomisos de droga están creciendo. "En Estados Unidos y en Europa estos han aumentado en más del doble desde 1985, hasta casi 60 toneladas el año pasado, costándole a los fabricantes unos 600 millones de dólares", agrega Forbes.

Ese escenario se combina con síntomas de reducción de la demanda. La revista norteamericana sostiene que la cocaína "ha pasado de moda en Wall Street, en Hollywood y alrededor de la bahía de Biscayne (en Miami). De acuerdo con una encuesta adelantada por la universidad de Michigan, este año el 8% de los bachilleres en todo el país dijo haber probado la cocaína. Esa es una cifra enfermante. Pero es menor que una aún peor del 13% hace tan sólo dos años. El uso del crack también cayó del 4% al 3.1%"

Ante semejante situación, Forbes sostiene que los narcotraficantes colombianos están invirtiendo en fincas como una manera de diversificar contra el riesgo. Aunque esa afirmación puede ser discutible existen pocas dudas de que el negocio es todavía rentable y de que quienes lo controlan siguen aumentando su riqueza.

Tampoco se puede decir que la situación vaya a cambiar dentro de poco. Según la revista The Economist "más gobiernos que nunca están cooperando con los Estados Unidos, pero el flujo de drogas crece sin remordimiento". A pesar de que los decomisos de droga han aumentado, los conocedores del tema creen que la proporción todavía se mantiene en cerca de un 10% a un 20% del total de las ventas.

Pero ¿cuánto venden los narcotraficantes colombianos? A finales de 1988 el economista Carlos Caballero Argáez publicó en la revista Coyuntura Económica un pequeño artículo en el cual se presentan algunas cifras, con base en datos suministrados por diversas fuentes, incluyendo entidades del gobierno norteamericano. Según Caballero, para 1988 las exportaciones de cocaína alcanzaron las 310 toneladas (270 a Estados Unidos y 40 a Europa) que dejaron ingresos brutos por más de 7 mil millones de dólares.Esa cifra es sustancialmenle mayor que la de 1978 cuando el boom de la cocaína apenas estaba comenzando. El artículo en cuestión estima que hace 11 años las ventas eran de 15 toneladas que habrían dejado ingresos brutos por 300 millones de dólares.

En lo que tiene que ver con el interrogante sobre si el negocio sigue siendo bueno, la respuesta es afirmativa. A pesar de la caída en los precios, todo indica que los narcotraficantes han conservado un margen amplio, a punta de reducir los costos iniciales. Mientras que en 1978 el kilo de pasta de coca costaba entre cuatro y cinco mil dolares, en 1988 este se redujo a 750. Ese dato es confirmado por los testimonios de los campesinos de la zona del Guaviare, quienes dicen que ya la bonanza de la hoja de coca paso.

Esa disminución alcanza a compensar el aumento en los costos de otros insumos (como el éter), del transporte y de las pérdidas por decomisos. En último término Caballero estima que si el cálculo de producción es correcto los ingresos netos de los narcotraficantes colombianos habrían sido --como máximo--de 4.060 millones de dólares en 1988. "El límite mínimo, bajo los mismos supuestos sobre exportaciones físicas, estaría constituido por la suma de los costos de comprar la base y refinar la cocaína, equivalente a unos 1.100 millones de dolares", agrega el artículo.

Semejantes cálculos demuestran que aunque el precio puede haber disminuido, todavía no se puede hablar de crisis. A diferencia de lo que ocurre con el café, Colombia no tiene competidores serios en el mercado de la cocaína. Incluso si la oferta sigue aumentando y el precio cae todavía más, lo más posible es que los narcotraficantes pequeños que tengan los mayores costos no puedan competir y eventualmente la situación se regule. Adicionalmente, lo ocurrido demuestra que, por lo menos a nivel comercial, el concepto del cartel no existe. En teoría este debe regular la oferta para maximizar la utilidad, pero la realidad muestra que en el mercado de la cocaína hay muchos exportadores que venden independientemente.

Si la reducción en los márgenes de utilidad ha existido, tampoco se puede decir que se haya sentido en el país. Para nadie es un misterio que la economía subterránea alimenta mercados como el de la finca raíz y el contrabando y que una caída en la actividad tendría un efecto notorio, por lo menos en ciertas zonas del país.

Dicha contracción no está sucediendo. A pesar de los problemas con la construcción de vivienda, los indicadores sobre la evolución del narcotráfico se mantienen estables. El dólar negro continúa subiendo al mismo ritmo del oficial, el contrabando sigue siendo abundante y los ingresos por la ventanilla siniestra del Banco de la República están aumentando a buen paso. Durante el primer semestre de 1989 lo recibido por turismo y servicios e ingresos personales llegó a 354 millones de dólares, cerca de un 50% más que en la misma época del año pasado. Aunque eso refleja en parte el boom turístico del país, también indica que lo que ha ingresado por otros conceptos va en aumento.

Por las razones anteriores no se puede hablar todavía de que a los narcos les hayan llegado las vacas flacas y que el país pueda dejar de recibir los dólares de la droga. Según Caballero "no parece probable que ingresen al país más de mil millones de dólares por concepto de exportación de cocaína. Una cifra bien alta, sin duda, pero no superior a la de reintegros por exportaciones de café o de productos no tradicionales". Eso implica que la mayoría de las utilidades están por fuera de Colombia, aunque su cuantía y su destinación son todo un enigma.

La situación se debe mantener así en el futuro, a menos que cambien varias cosas. Una de ellas es que a Colombia le resulten competidores de peso, una hipótesis dudosa en las circunstancias actuales. Otra es que la demanda caiga abismalmente, lo cual puede ser posible, pero hay que recordar que los narcos han tenido éxito en abrir mercados como el europeo. Una adicional consiste en que se encarezcan sustancialmente las materias primas. En ese sentido los planes sobre erradicación del cultivo de la coca podían disminuir considerablemente el margen de ganancias. Todo eso sin hablar de las medidas represivas que, por lo menos hasta ahora, no han sido exitosas.

La insistencia, precisamente, en el control policivo es la que convence a los conocedores de que los narcotraficantes colombianos seguirán en el mercado. A menos que en el futuro haya una causa económica para acabar con el negocio de la cocaína, todo hace pensar que, con todo y menores márgenes, la venta del alcaloide seguirá siendo el gran negocio de unos pocos mientras el resto de los colombianos carga con las consecuencias. ~