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La marcha turca

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¿Por qué Colombia no debe perder de vista la crisis económica en Turquía?

La crisis de Turquía asustó los mercados y en Colombia elevó al dólar por encima de 3.000 pesos. Esta podría ser una muestra de que los inversionistas serán implacables con las economías más riesgosas.

18 de agosto de 2018

Los mercados accionarios y las monedas del mundo se han movido durante las últimas dos semanas al frenético ritmo de la Marcha turca, la reconocida sonata para piano compuesta por Mozart. Su moneda ya es la más devaluada del mundo, al perder más del 40 por ciento de su valor en lo corrido del año, y la crisis de su economía amenaza con tener un efecto contagio sobre el resto de los mercados.

De hecho, el desplome de la lira asustó a los inversionistas mundiales y provocó la salida de los capitales en las economías más vulnerables en países emergentes. Como consecuencia, monedas como el peso argentino, el rand surafricano, el forint húngaro, el peso mexicano, el real brasileño, la rupia pakistaní y la libra egipcia se debilitaron más frente al dólar. Incluso Colombia, que se había mantenido al margen de los cambios en las condiciones financieras a nivel mundial –ante los buenos precios del petróleo–, se vio golpeada y tuvo una semana compleja. La tasa de cambio superó la barrera de los 3.000 pesos por dólar y alcanzó niveles máximos de 3.046, no vistos en más de un año.

En el mundo cunde el pánico por el efecto contagio que pueda tener la situación de Turquía.

Muchos se preguntan por qué un país lejano como Turquía genera tanto alboroto en los mercados monetarios y cambiarios. Lo cierto es que se trata de una economía relevante que enfrenta una mala racha en la que se mezclan tres factores: la guerra comercial –es uno de los primeros damnificados, pues tiene una fuerte industria manufacturera–; la falta de gobernabilidad, pues su presidente Recep Tayyip Erdogan tiene serios problemas de legitimidad; y las malas decisiones económicas, percibidas como erráticas por los mercados.

A este complejo escenario interno se suma que Turquía quedó atrapada por el fin del ciclo del dinero barato, lo que ha provocado un cambio abrupto en las condiciones de financiamiento a nivel mundial.

Un tuit en el que Donald Trump anunció el aumento de los aranceles al acero turco y los productos de aluminio desató una fuerte devaluación de la lira turca y otras monedas de países emergentes. El presidente Turco, Recep Tayyip Erdogan calificó esto como una “guerra económica” contra su país y logró contener por ahora la arremetida de los mercados.

El aumento de las tasas de interés en Estados Unidos y en los países desarrollados, junto con la expectativa de una política monetaria más restrictiva de la Reserva Federal de Estados Unidos, ha comenzado a producir una salida de los capitales y las inversiones de los países emergentes, y el retorno a los más desarrollados, en donde las condiciones parecen más favorables. Este cambio en el apetito de riesgo de los inversionistas afectará más a las economías y monedas de los países que muestren las mayores vulnerabilidades. Turquía y Argentina son hasta ahora los más afectados, pero ¿qué tan preparada está Colombia?

La amenaza

Turquía es una de las economías emergentes más grandes, luego de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Su PIB está alrededor de los 857.000 millones de dólares, casi tres veces el de Colombia. Por mucho tiempo ganó elogios por su dinamismo económico y su ubicación geográfica envidiable, cerca de los mercados europeos y del Oriente Medio. Pero muchos analistas ya habían advertido su debilidad estructural y su frágil crecimiento altamente apalancado.

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Un informe de Standard & Poor’s advirtió a finales del año pasado que países como Turquía, Argentina, Pakistán, Egipto y Catar, con altos niveles de endeudamiento y déficits gemelos, estaban dentro de los más vulnerables ante la salida de los flujos de capital de países emergentes. El déficit en cuenta corriente de Turquía es 6 por ciento de su PIB, mientras que el fiscal supera el 3 por ciento. Esto significa que esa economía consume por encima de sus posibilidades. Su deuda supera los 220.000 millones de dólares.

Todo se agravó la semana pasada cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tuiteó que duplicaría los aranceles al acero turco y a los productos de aluminio. La lira se desplomó 20 por ciento en un solo día y marcó su peor desempeño en una década.

A mediados de la semana la lira se recuperó ante anuncios del banco central de realizar esfuerzos para mejorar la liquidez, la disposición del gobierno de Catar de prestarle 15.000 millones de dólares a Turquía y la posible ayuda de Alemania.

Trump anunció su decisión en medio de una fuerte disputa geopolítica con su exaliado Turquía. Estados Unidos congeló los activos de dos ministros turcos por su papel en el arresto y la detención de un pastor estadounidense, acusado de participar en un supuesto golpe contra Erdogan hace dos años. Además, acusó a uno de los bancos más grandes de ese país de estar implicado en un plan para que Irán eluda las sanciones estadounidenses y al gobierno de comprar un sistema de misiles avanzados a Rusia para desestabilizar la Otan.

Por su parte, Erdogan señaló a medios internacionales que el colapso de la lira es parte de una “guerra económica” de las potencias extranjeras contra Turquía y pidió boicotear la compra de teléfonos Apple.

Erdogan completó 15 años en el poder y acaba de ganar una cuestionada reelección. Después de su victoria de junio nombró a su yerno Berat Albayrak en el Ministerio de Finanzas. Este ha rechaado acudir al FMI y amenazó con fijar controles para frenar la salida de capitales. Pero la realidad parece ineludible: los fondos que necesita Turquía son cada vez más difíciles de conseguir.

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El efecto dominó

En el mundo cunde el pánico por el efecto contagio que pueda tener la situación de Turquía. El Banco Central Europeo (BCE) expresó su angustia por la alta exposición del Banco BBVA al mercado turco. El Financial Times aseguró que Turquía es uno de los mercados más importantes para BBVA fuera de España y respondería por cerca del 15 por ciento de su negocio. Allí posee el principal banco, el Garanti. Esta exposición ha provocado fuertes caídas en la valorización del banco español, y temores de contagio sobre el sistema bancario europeo .

No obstante, para la mayor parte de analistas aún no hay evidencia de contagio sobre la economía mundial. Para muchos, la crisis de ese país sintetiza los problemas que traerán la guerra comercial y la reconfiguración de los capitales alrededor del mundo. Analistas de The New York Times estiman que como la economía turca no es tan grande, incluso si colapsara, no necesariamente tendría un gran impacto global.

Estas movidas de los capitales afectarán las economías con mayores debilidades estructurales como Turquía y Argentina, que también ha visto devaluar su moneda un 59,7 por ciento en lo corrido del año.

La agencia Bloomberg, en un preocupante informe, dijo la semana pasada que Colombia es una de las economías más vulnerables al cambio en las condiciones financieras globales después de esos dos países. Lo explicaba por su alto nivel de deuda externa, que asciende a 40,3 por ciento del PIB, y su abultado déficit en cuenta corriente, superior al 3 por ciento, El repunte del dólar, que pasó de niveles alrededor de 2.861 pesos a 3.046 pesos, con una devaluación del 6,5 por ciento solo en el último mes, parecería confirmar ese diagnóstico.

Los analistas locales no comparten esta visión fatalista y consideran que el país no es tan vulnerable. En lo corrido del año, aún después de lo sucedido estas semanas, el peso se ha devaluado solo un 2 por ciento. Mario Acosta, gerente de Estrategia e Investigación en Ultraserfinco, asegura que, más que Turquía, a Colombia la afecta lo que pase con el precio del petróleo. “La turbulencia de las monedas coincidió con una corrección en los precios del petróleo y por esto la tasa de cambio se vio afectada”, dijo el analista, quien recuerda que el petróleo ha caído 10 por ciento en las últimas semanas ante la debilidad de las perspectivas globales. El petróleo será el principal canal de contagio para Colombia de lo que ocurra en el mundo.

Lo mismo considera Juan José Echavarría, gerente del Banco de la República, quien no ve peligro por la crisis de Turquía y cree que el nivel de la tasa de cambio en los últimos días no representa una amenaza, pues se ha registrado en otras ocasiones.

Aunque la caída del peso colombiano no se deba atribuir a una crisis, sí es un llamado de atención de que los riesgos de la economía están hoy en el frente externo, ante las mayores tasas de interés o una caída en los precios internacionales del petróleo. Y es claro que el costo de financiamiento a nivel mundial entrará en un proceso creciente.

Por esto el país debe recuperar una senda de crecimiento mayor que no dependa exclusivamente del sector petrolero y que proteja la sostenibilidad de las finanzas públicas. De ahí la importancia de que el nuevo gobierno avance en las reformas estructurales y envíe las señales adecuadas en un momento de volatilidad de los capitales internacionales.