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La gran decepción

La fusión de America Online y Time Warner, considerada en un principio como el negocio del siglo, terminó en un desastre. Ahora la empresa está a punto de desintegrarse.

9 de febrero de 2003

En la historia del mundo empresarial no ha habido un negocio peor que el que hicieron los socios de Time Warner al fusionarse con America Online (AOL). Celebrada en su momento como la transacción más grande de que se tuviera registro, por 172.000 millones de dólares, y considerada además como una idea brillante que crearía la empresa modelo de la 'nueva economía', la fusión tenía a su favor todas las apuestas. La fecha en que se anunció el negocio, el 17 de enero de 2000, era por lo demás simbólica pues marcaba el inicio de un nuevo siglo, que sería el de Internet. Por esos días, los diarios y revistas del mundo se llenaron de fotos de Steve Case, presidente de AOL y Gerald Levin, su homólogo de Time Warner, abrazados y sonrientes. No menos contento estaba el magnate Ted Turner, fundador de CNN y uno de los principales accionistas de Time Warner, quien hizo gala de su etilo extravagante para expresar que con la fusión se sentía tan feliz "como la primera vez que había hecho el amor".

Tres años y 12 días después, el pasado 29 de enero, el contraste no podía ser más grande. Tanto Case como Levin ya habían salido de la escena ese día, cuando el nuevo presidente de la empresa, Richard Parsons, anunció en una sobria rueda de prensa los resultados de AOL Time Warner en 2002. Las pérdidas del año alcanzaron los 98 millones de dólares. A raíz del anuncio el precio de la acción de la empresa cayó 17 por ciento, a poco más de 11 dólares. Desde el momento de la fusión acumuló una caída de casi 80 por ciento. Así, la compañía que llegó a valer en bolsa más de 300.000 millones de dólares ahora vale menos de 50.000 millones.

Novia inflada

Time Warner había surgido de la fusión de la revista Time con Warner Communications a principios de los 90. Después, en 1996, la compañía se fortaleció al adquirir la cadena CNN, que había sido fundada por Ted Turner, quien a raíz de la transacción se quedó con buena parte de las acciones de Time Warner. Los negocios de este conglomerado incluían el cine (Warner Brothers), la música (Warner Music), las revistas (Time, Fortune, Sports Illustrated), la cadena de noticias CNN, y un grupo importante de empresas proveedoras del servicio de televisión por cable. En 1998 esta empresa contaba con 70.000 empleados en el mundo entero y registró ingresos por casi 27.000 millones de dólares.

AOL, en cambio era una compañía más pequeña, pues tenía 12.000 trabajadores y registraba ingresos por 4.500 millones de dólares. También era más joven. Fue fundada en 1985, mientras que Time se había creado en 1922. Un año antes de la fusión Time Warner generó 10 veces más utilidades operacionales que AOL. No obstante, esta empresa proveedora del servicio de Internet valía en la bolsa el doble que Time Warner. ¿Una nueva aritmética?, se preguntaba por esos días con escepticismo el editor de negocios de Newsweek, Allan Sloan.

Lo cierto es que Time Warner era una empresa estable y sólida. Pero sus directivos, y en particular su presidente, Gerald Levin, se preocupaban de que los fuera a dejar el bus de Internet. Sabían que la red transformaría los negocios de la televisión, el cine, la música, las publicaciones. Algunos temían que Internet sencillamente se llevara la industria del entretenimiento por delante. De ahí el interés de varios directivos en una alianza con una empresa como AOL.

De hecho, cuando se concretó la unión, los directivos de las compañías presentaron al público una tesis que sonaba entonces muy bien: la tecnología de Internet no era valiosa por sí misma, sino por el contenido y el entretenimiento que se podía transmitir a través de ella. Por eso argumentaban los promotores de la fusión, el matrimonio de la empresa que ponía la tecnología y la que proveía el contenido era ideal.

El día antes del anuncio de la fusión la acción de Time Warner valía 64 dólares, y la de AOL valía 75. Esta última compañía, que era la compradora, ofreció 1,5 de sus acciones por cada una de Time Warner. Así, los accionistas de esta última debían entregar una acción de 64 dólares, y recibir a cambio una y media de AOL, con un valor total de 112 dólares. Prácticamente todos los accionistas de Time Warner, incluido el experimentado Turner, creían estar haciendo un gran negocio. Pero la que se estaba beneficiando en realidad era AOL y su presidente Steve Case. Esto es algo que empezó a quedar claro con el tiempo y de lo que ya no cabe ninguna duda.

Matrimonio infeliz

Al aprobarse la fusión Steve Case quedó a la cabeza de la junta de la compañía y Levin empezó a ejercer la presidencia ejecutiva. El puesto de Ted Turner fue el de vicepresidente de la junta. Al poco tiempo, sin embargo, empezaron las dificultades para hacer compatibles las culturas empresariales y los estilos de gerencia de los empleados que provenían de una u otra compañía.

De otro lado en abril de 2000, cuatro meses después de la fusión, empezó a desinflarse la burbuja bursátil que había disparado el precio de las acciones de las compañías de Internet. La acción de AOL, que ya estaba empaquetada con la de Time Warner, comenzó a bajar mientras los analistas del mercado se volvían cada vez más escépticos sobre el modelo de negocio de la empresa.

El tiempo se encargó de lo demás. Los ingresos de la división de AOL por concepto de publicidad y comercio electrónico pasaron de 2.300 millones de dólares en 2001, a 1.200 en 2002 y se espera que caigan a 700 millones este año. En sus buenos tiempos el servicio de AOL atraía un millón de suscriptores al mes. Llegó a tener 35 millones de usuarios. Pero su base de clientes ya paró de crecer, pues cada día son más los que abandonan el servicio de Internet por vía telefónica para pasarse a la banda ancha que ofrecen las compañías de cable y las de telecomunicaciones. De ahí que sus utilidades hayan caído y le quede cada vez más difícil servir la deuda que tiene. Los negocios de la división de Time Warner, por su parte, han capoteado con relativo éxito la depresión en el mercado publicitario de Estados Unidos. Pero los resultados agregados de la compañía, y su valor bursátil, han resultado peores por cuenta de la división de AOL.

Hoy en día es claro que la revolución de Internet resultó mucho más lenta de lo que se pronosticaba hace tres años. La red afectó algunos negocios, como la distribución de música, pero no se llevó por delante la industria del entretenimiento. La conclusión dolorosa para los antiguos accionistas de Time Warner es que vendieron unos activos maduros y rentables, y a cambio les pagaron con unas acciones de AOL absurdamente infladas. En su momento esta compañía de Internet se consideraba valiosa no por sus utilidades todavía moderadas, sino la promesa de una gran rentabilidad en el futuro, que evidentemente no se cumplió.

Con el anuncio hecho la semana antepasada de que la empresa perdió 98 millones de dólares en 2002 se llegó a lo más profundo de la crisis. Steve Case renunció a la presidencia de la junta, en medio de un debate creciente sobre el papel que desempeñó. Unos dicen que fue un vivo, otros que fue el visionario de un futuro que tardó en llegar. El hecho es que hizo un excelente negocio pues utilizó las acciones de AOL, justo en el punto más alto de la burbuja especulativa, para hacerse a un buen pedazo de los negocios de Time Warner, mucho más valiosos.

La otra cara de la moneda es la de Ted Turner, cuya participación en la compañía fusionada llegó a valer 9.000 millones de dólares (le pareció tanto que donó 1.000 millones a la ONU). Ahora sus acciones valen 1.400 millones. En público Turner no ha disimulado su disgusto con el negocio que hizo. En días pasados renunció a la junta de AOL Time Warner.

La compañía ahora está en manos de Richard Parsons. Al presentar los resultados de 2002 explicó que buena parte de la pérdida se origina en un ajuste contable que consiste en valorar los negocios adquiridos hace tres años a un precio más realista. Pero Parsons tampoco pudo prometer mejores noticias para 2003, pues dijo que éste sería un año de ajustes para mantener la compañía a flote.

La situación es tan grave que nadie sabe qué empresa va a quedar después de esta crisis, pues el conglomerado podría verse obligado a vender sus joyas de la corona para pagar su deuda de 26.000 millones de dólares. AOL Time Warner ya anunció la venta de su división de publicación de libros y algunas de sus redes de televisión por cable. Pero se especula también sobre la eventual venta del negocio de revistas (Time, Fortune, Sports Illustrated) y de la fusión de la cadena de noticias CNN con ABC News, que pertenece a Disney. Incluso se ha hablado de vender AOL, lo cual equivaldría a reconocer que la fusión no produjo las sinergias que prometía. El conglomerado de medios que se formó hace tan sólo tres años ahora está a punto de desintegrarse.