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LA GRAN MARCHA

Siete mil campesinos del sur de Bolivar llegan a Cartagena, tras varios días de caminata, para pedir vías, servicios, educación y la desmilitarización de la zona

5 de agosto de 1985

Habían llegado de todas partes de la región. Unos de Morales, otros de San Pablo y Pinillos, otros más de San Martín y de Barranco de Loba y algunos incluso desde Achí, frente a las estribaciones de la cordillera central en límites con Sucre. Los que debían llegar de la zona de Barrancabermeja no pudieron hacerlo porque la policía se los impidió cuando trataban de embarcarse en un planchón en el puerto petrolero. De todos modos, los campesinos que si llegaron eran miles. Se congregaron en un lugar cuyo nombre resultaba casi apropiado para la ocasión:
la Plaza Roja de El Banco, Magdalena, en límites con el sur de Bolívar y allí donde el valle del Magdalena Medio se vuelve Bajo y se abre a la llanura del norte del país.
Como era domingo, los habitantes de El Banco se dedicaron a conversar con ellos, escucharon sus quejas y reclamos y les ofrecieron ropa, comida y hasta algún dinero. Este gesto fue agradecido por los visitantes cuando debieron reiniciar el viaje, (destino Magangué, El Carmen, San Juan y Gambote, donde otros campesinos se les unieron) y se despidieron de El Banco con cantos y consignas en los cuales reconocían la solidaridad de los habitantes del pueblo que dejaban atrás.
El lunes 1o. comenzaron los problemas: dos niños cayeron de uno de los planchones y murieron ahogados..Según relató a SEMANA José Orellanos, corresponsal de El Heraldo en el Banco, nadie derramó una lágrima. "Estos son sacrificios necesarios para lograr lo que buscamos", gritó alguien con acento que los habitantes de la zona identificaron como "cachaco". Y es que entre los marchistashabía "mucho cachaco", pues el sur de Bolívar y las regiones aledañas han visto llegar desde los días de la violencia a muchos colonos del interior, de Antioquia, los Santanderes y hasta Boyacá, que han huido de sus tierras y han marchado al norte en busca de mejor suerte.
LAS RAZONES
La decisión de continuar "pase lo que pase" no sólo quedó demostrada con la actitud frente a la muerte de los dos niños y más adelante con dos alumbramientos en plena marcha.
Durante toda la noche del lunes, el viceministro de Gobierno Víctor G. Ricardo y el gobernador de Bolívar Arturo Matson intentaron detener a los caminantes, trasladándose a Magangué, a donde habían llegado ya algunos y luego a El Banco, donde todavía se encontraban los organizadores.
Todo fue inútil. Los campesinos se negaron a suspender la marcha, cuyo objetivo final era llegar a Cartagena el miércoles 3, el mismo dia que el presidente Belisario Betancur y la mitad de sus ministros estarían celebrando en la Base Naval los 50 años de la Escuela Almirante Padilla.
¿Qué había llevado a siete mil campesinos de una región que era tan extensa como el departamento de Cundinamarca, a optar por una protesta de tales proporciones? En primer lugar es necesario recordar que el sur de Bolivar fue una de las regiones más duramente golpeadas durante la temporada invernal de noviembre y diciembre pasados. Cientos de campesinos perdieron sus parcelas y cosechas bajo las aguas. Como la mayoría había cultivado gracias a pequeños prestamos de la Caja Agraria, esas deudas no pudieron ser canceladas y algunos terrenos fueron embargados. Los que no perdieron sus tierras tuvieron que enfrentar otros problemas. Las escasas carreteras de la zona se volvieron intransitables, con lo cual resultó imposible sacar los productos agricolas a los centros de comercio.
A todos estos problemas se sumaron los de siempre: falta de escuelas y de hospitales (uno de los pocos que existia, en Pinillos, está casi fuera de servicio porque los médicos fueron sacados por la Policia que los acusó de "subversivos"); falta de servicios básicos como luz, agua y alcantarillado en todas las veredasausencia total de asesoria técnica en cuanto a las siembras y paralización de los planes de repartición de tierras a los campesinos. En fin, el cuadro patético de la mayoria de las zonas rurales del país.
Sobre estos y otros puntos se elevaron las solicitudes del pliego de peticiones, que inclulan también el desmonte de un puesto militar en la Sierra, jurisdicción de San Pablo.
Después de las inundaciones, los campesinos enviaron numerosas cartas al gobernador Matson quien, según ellos, "lo único que hizo fue militarizar la región alegando que habían aumentado los secuestros y que la guerrilla estaba organizando paros cívicos y marchas". Semanas despues, cuando ya se hablaba de la posibilidad de ir a Cartagena a protestar, el Gobernador inició una serie de sobrevuelos de la región en avión para examinar la situación. "Y eso, ¿de qué nos sirve a nosotros?": preguntaba un dirigente campesino recordando los sobrevuelos del mandatario seccional.
DE LOS ASALTOS A LAS MARCHAS
A mediados de febrero, comenzó a gestarse la idea de organizar la marcha que habría de convertirse en una de las más grandes de la historia desde la época de los comuneros. Para nadie era un secreto que dos grupos guerrilleros estaban actuando en forma conjunta en los preparativos de la gran caminata. Los frentes José Solano del ELN y el XXIV de las FARC --juntos para sorpresa de muchos-trabajaron intensamente en la organización.
Para fines de junio fue establecida la fecha de concentración en El Banco y los planes se fueron cumpliendo semana a semana. El dinero para los planchones salió, al parecer, de las arcas de los dos frentes guerrilleros, y la alimentación y las drogas corrieron a cargo de la Defensa Civil y la Cruz Roja, entidades que fueron alertadas por los organizadores con bastante anticipación.
Finalmente, en la madrugada del jueves 4, cuando el presidente Betancur y sus ministros ya habían abandonado la capital de Bolívar--por demás, invadida de turistas--, comenzaron a llegar los primeros marchistas. Alli se encontraban al cierre de esta edición, mientras discutían con las autoridades si debían quedarse donde se encontraban instalados, o sea el recién remodelado parque del Centenario, frente al lujoso Centro de Convenciones, o si era mejor aceptar la propuesta de la Alcaldia de acomodarse en los estadios de futbol y beisbol, donde contaban con servicios sanitarios, pero se encontraban demasiado lejos del viejo centro de la ciudad, lo cual parecia ser una desventaja en cuanto a los objetivos efectistas y de demostracion de la protesta.
Tras denunciar que "los campesinos están siendo manipulados por las FARC", el gobierno intentó formar comisiones de diálogo, pero todo indica que los campesinos no lograban ponerse de acuerdo al respecto y seguian exigiendo la presencia del Presidente. La denuncia gubernamental no era falsa, pero tampoco alcanzaba a tener mayor validez. Independientemente de la participación guerrillera, los problemas de los campesinos eran reales y se derivaban de la imprevisión frente a las inundaciones y de la falta de atención posterior. Sin embargo, los mismos campesinos dieron muestras de su independencia frente a las FARC al negarse a asistir a la manifestación de la Unión Patriótica el jueves en Cartagena. Y de todos modos, aunque fuera cierto que las FARC estaban detrás de la marcha, no hay duda de que resultaba mejor que ahora las tomas de poblaciones se hicieran por medio de marchas pacíficas y no de sangrientos asaltos. -