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LA MAQUINA DE SUEÑOS

Las cifras demuestran que hacer cine en Colombia sigue siendo una labor de quijotes y que falta mucho para que llegue a ser un buen negocio.

28 de octubre de 1996

El estreno de Ilona llega con la lluvia, el próximo 4 de octubre, será una verdadera prueba de fuego para el cine colombiano. Al fin y al cabo es la primera vez que un productor internacional, como el italiano Sandro Silvestri y su distribuidor Sasis, logran vender una película colombiana aun antes de que esté terminada. De esta manera la cinta tiene garantizada la recuperación de una buena parte de la inversión, que fue inicialmente calculada en 2,5 millones de dólares pero que subió a 3,2 millones por los costos del rodaje en Cuba. También es la primera vez que un filme nacional logra ser distribuido por una compañía de renombre internacional como Buenavista, cuyo representante en Colombia es Columbia Pictures.
Tantos privilegios obedecen, según muchos, a que Sergio Cabrera, el director de Ilona, partió en dos la historia del cine en Colombia con la Estrategia del caracol, una película que cautivó a 1,6 millones de espectadores, un nivel que ninguna cinta nacional había alcanzado. Sólo El taxista millonario había superado el millón en la década de los 70, de manera que Cabrera logró acercarse a una dimensión desconocida dentro de la cinematografía nacional. No obstante, ni aún así La estrategia consiguió recuperar el ciento por ciento de su inversión con la venta de boletos en Colombia. Si se tiene en cuenta que el productor recibe en promedio el 15 por ciento de la taquilla neta -después de impuestos- la película terminó recuperando en el país sólo las dos terceras partes de lo invertido. No obstante, las ventas en el resto del mundo contribuyeron a tapar el hueco restante.
Lo grave es que, aunque parezca poco, La estrategia es la película que más plata ha recibido en los últimos años. La gente de la Universal, una coproducción de Colombia, España y Bulgaria, que costó 500.000 dólares y tuvo 380.000 espectadores, recuperó a lo sumo el 20 por ciento de su inversión en el país. Y en cuanto a Edipo alcalde, una coproducción de Colombia, México y España, cuyo costo fue de 2,3 millones de dólares, con los 300.000 espectadores que lleva ha recuperado apenas el 1,1 por ciento de la inversión. Lo bueno es que en este caso sólo es necesario recuperar 1,7 millones, pues el resto está cubierto por aportes oficiales de los otros países. Además, como aún está en cartelera en Colombia es muy difícil hablar de resultados finales.
Lo que todos esperan es que con Ilona no ocurra algo similar. Sin embargo esa no será tarea fácil. Por un lado, lo que llovió en su primera presentación en el Festival de Venecia fueron críticas, y eso sin duda hace mella en los espectadores. Pero además el desfase de casi un millón de dólares en el costo de la película, respecto de lo presupuestado inicialmente, tendrá que correr por cuenta de los productores colombianos -Caracol Televisión, Producciones Fotograma y Bavaria-. Y así, la necesidad de espectadores aumenta.
Vieja historia
Aunque lo que va a ocurrir con Ilona es un misterio, lo que sí es cierto es que el cine en el país ha sido tradicionalmente un fracaso comercial y aún falta mucho para que sea un verdadero negocio. De hecho, de los 31 largometrajes que financió Focine entre 1978 y 1993 sólo uno tuvo ganancias: Tiempo de morir. El resto dejó un promedio de pérdidas de 80 por ciento de las sumas invertidas. El resultado fue lamentable: de los 2.327 millones de pesos que invirtió la entidad sólo recuperó 570 millones. Ahora la diferencia es que la plata no la arriesga el Estado sino los particulares, y en especial el Grupo Santo Domingo, que a través de Caracol ha sido coproductor de La estrategia, Edipo alcalde e Ilona.
Que las producciones colombianas pierdan plata no es raro. De todas maneras, la situación no puede ser distinta si se tiene en cuenta que las cifras internacionales muestran que de cada seis películas lanzadas al mercado en el mundo sólo una tiene ganancias. En eso coincide el director de Edipo alcalde, Jorge Alí Triana, para quien "en ningún país del mundo el cine es rentable. Y es por eso que, en Europa por ejemplo, es considerado como una industria nacional a la que hay que apoyar".
Pero más allá de si el Estado debe o no apoyar al cine nacional, lo cierto es que desde que se acabó Focine a todos los que quieren hacer películas en el país les toca pensar en hacer algo que le guste a la gente y no sólo a ellos. Ciro Durán, el director de La nave de los sueños, el filme del Grupo de los Tres -México, Venezuela y Colombia- que se estrena el próximo 24 de octubre, dijo a SEMANA: "Ahora es nuestra plata la que está en juego, entonces hay que pensar en el público, porque es a él al que tiene que gustarle lo que uno hace". En ese sentido el fin de Focine parece haber ayudado a encarrilar el cine nacional. Al menos el número de espectadores de las películas colombianas ha aumentado. De hecho, si antes el público de una cinta nacional difícilmente superaba los 100.000 espectadores, ahora lo normal es que esté por encima de los 300.000, que es muy cercano al nivel que han tenido en el país películas como El cartero. A este auge también ha contribuido el hecho de que las programadoras de televisión se estén vinculando como productoras. La idea es que ellas ayuden con la difusión, lo que crea presencia y expectativa alrededor de las producciones nacionales.
El problema es que, a pesar de que ha crecido el número de espectadores, recuperar las inversiones sigue siendo muy difícil, pues antes se hacían películas más baratas, que en promedio costaban 200 millones de pesos de 1993. Hoy en día, en cambio, es raro que estén por debajo de los 500 millones de pesos (500.000 dólares).
Mirando al mundo
Para financiar los altos presupuestos de las últimas películas el método más utilizado ha sido el de las coproducciones, que a pesar de ser antiguo cada vez está más desarrollado en el país. En Edipo alcalde, Colombia sólo tuvo que poner el 40 por ciento de la inversión total, monto que corrió por cuenta de Caracol Televisión y el Grupo Colombia, de Tomás Zapata, Fanny Mikey y Jorge Alí Triana. En Ilona, según Marianela Cabrera, hermana de Sergio y productora ejecutiva de la película, "el único afán nuestro es recuperar el millón en que nos desfasamos, porque el resto está prácticamente garantizado afuera". Y en cuanto a La nave de los sueños, a través del Grupo de los Tres, en el cual cada país hace una película al año, Colombia tuvo que aportar el 50 por ciento por ser país sede. Es decir, 325.000 dólares, que es lo que tiene que recuperar. Según Ciro Durán, "la pudimos financiar, en buena parte, por la existencia del G3, pero también por el aporte de Bancoldex, que aunque es un préstamo es a tasas bajas".
Y es que a pesar de que se acabó Focine, el Estado ha buscado la forma de ayudarle a los filmes colombianos a través de préstamos, tanto de Bancoldex como del Instituo de Fomento Industrial -IFI-. Además Proexport abrió una línea de apoyo a la promoción de películas en el extranjero para que se puedan vender en otros países. Al fin y al cabo la parte de mercadeo internacional es una de las claves para que el cine deje de ser un pésimo negocio.
Tal como dijo a SEMANA María Amaral, productora ejecutiva de Edipo alcalde, "recuperar la inversión de un largometraje de más de 600.000 dólares sólo con la taquilla en Colombia es imposible. Entonces hay que pensar en las ventas internacionales. En eso las coproducciones ayudan, pero no son suficiente. Es necesario hacer una labor de mercadeo internacional". Lo que muchos se preguntan es por cuánto se vende una película en el exterior. El problema es que es muy difícil hacer cálculos, pues el valor puede oscilar entre 2.000 y 700.000 dólares. La otra gran duda que surge alrededor de la estrategia de mercadeo es qué tanto éxito puede tener en otros países una película colombiana.
Cuando existía Focine la labor de mercadeo internacional era mínima. En cambio ahora es la que todos los productores y directores consideran indispensable. De cualquier manera el negocio de la taquilla en Colombia es realmente para los exhibidores, que se quedan en promedio con el 55 por ciento de los ingresos netos -después de pagar un impuesto del 14 por ciento-, y para los distribuidores, a quienes les llega una comisión de alrededor del 20 por ciento. Los productores, en cambio, reciben apenas entre el 10 y el 15 por ciento -ver gráfico-.
No hay que hacer muchas cuentas para concluir que el mercado colombiano no da por sí solo para financiar una película, a pesar de ser el cuarto país en América Latina en cuanto a número de espectadores, después de Brasil, México y Argentina. Por fortuna los productores y directores ya se dieron cuenta de eso. Pero lo que está por verse es si las estrategias de coproducción y mercadeo internacional van a hacer que, al fin, una película colombiana no sea un fracaso comercial. De ahí que Jorge Alí Triana tenga razón al decir que "de cómo les vaya a 'Edipo alcalde', 'Ilona llega con la lluvia'y 'La nave de los sueños' depende de si en Colombia vuelve a haber cine o no, al menos en los próximos 10 años".