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La mina de oro

Pese a los obstáculos jurídicos la carne de chigüiro se convierte en un excelente negocio de exportación.

20 de abril de 2003

Hace apenas dos años los campesinos del municipio de Paz de Ariporo, Casanare, solían espantar a tiros de escopeta a los chigüiros que pasaban la noche mordisqueando las puertas de sus casas. Hoy, cuando esa 'plaga' parecía haberse convertido en un próspero negocio, su viabilidad quedó aplazada debido a una polémica decisión del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Territorial.

La semana pasada, pocas horas antes de comenzar el embarque de las primeras 72 toneladas carne de este animal con destino a Venezuela, avaluado en 500.000 dólares, el Ministerio aplazó la autorización de exportación. No todos los animales que se iban a vender habían sido cultivados en criaderos. Hasta que no se cumpla esta condición, más adelante en el año, no se podrán poner legalmente en el mercado venezolano.

Aunque por décadas se ha contrabandeado la carne de este roedor hacia Venezuela, sobre todo en la temporada de Semana Santa, sólo hasta ahora su comercialización se intentaba realizar de manera legal y con estudios de impacto ambiental de por medio.

"Con este proyecto habíamos comenzado a ver los chigüiros con cariño", afirma uno de los campesinos que hacen parte de Asochipa, uno de los proyectos comunitarios que pretenden explotar estos roedores de una manera legal. La secretaria de Desarrollo Económico de Casanare, Lilian Salcedo, sigue creyendo que "la única forma de salvar a los chigüiros es volverlos rentables económicamente mediante este tipo de proyectos". De lo contrario su supervivencia está en peligro debido a la caza indiscriminada que hacen contrabandistas venezolanos con anuencia de ganaderos colombianos. Hace dos años, por ejemplo, masacraron unos 15.000 chigüiros en sólo Paz de Ariporo, según denuncian habitantes de la región. En Hato Corozal sacrificaron ilegalmente un número similar. La depredación en el Arauca tiene al borde de la extinción a esta especie.

La decisión adversa del Ministerio para esta primera etapa de comercialización en el extranjero podría volverse la bisagra por medio de la cual se vuelva a disparar la explotación ilegal del chiguiro hacia el vecino país.

Más allá de ese debate, lo cierto es que las posibilidades económicas de esta especie no se limitan a su apetecida carne, y de seguro serán un excelente negocio si su explotación es menos apresurada: "Hemos pensado en comercializar su cuero, sus huesos, su aceite, y sus dientes, que son materias primas para industrias tan distintas como el cuero impermeable, la harina, el aceite natural y las artesanías", dijo Lilian Salcedo a SEMANA. En Brasil la piel del chigüiro se utiliza para fabricar guantes impermeables para esquí en la nieve, que en países como Argentina alcanzan precios cercanos a los 200 dólares.

"Estamos sentados sobre una mina de oro", añade Luis Martínez, uno de los dueños de fincas en la zona, quien aún no pierde la ilusión de haberse encontrado con un excelente negocio. Una 'mina' que estaba condenada a desaparecer por la aversión que tenían los campesinos a estos animales ya que su rápida reproducción (dos camadas de nueve crías cada año) y la gran cantidad de agua y pasto que consumen tenían al borde de la ruina a muchas de sus haciendas.

Como confirmó a SEMANA la ministra de Medio Ambiente, Cecilia Rodríguez, hasta el momento se han otorgado licencias a una decena de zoocriaderos en el Casanare, con autorización para sacrificar unos 6.300 chigüiros anualmente. Cinco de ellos ya tienen capacidad para exportar a partir del próximo año. Por lo pronto, y a pesar de las dificultades jurídicas, en Paz de Ariporo los chigüiros ya son vistos no como una de las siete plagas de Egipto sino como los 'niños' consentidos de las fincas.