Home

Economía

Artículo

LA VIRGEN DEL CAFE

Cuando los cafeteros pensaban que las cosas mejorarían sólo en 1995, la bonanza se les aparece inesperadamente.

1 de agosto de 1994

UNA FRASE QUE ACUÑO EL MINISTRO DE HAcienda, Rudolf Hommes, para describir la situación de los productores cafeteros colombianos, podría resumir la milagrosa recuperación del sector: "A los cafeteros se les apareció la Virgen dos veces". Y en ese sentido la cosa parece cierta. El primer augurio se produjo cuando la escasez mundial del producto, a mediados de marzo pasado, llevó a un alza de casi 50 centavos por libra en los mercados internacionales. Esta recuperación contribuyó a paliar la crisis financiera del Fondo Nacional Cafetero y consiguió, entre otras cosas, que sólo vendiera el 15 por ciento del Banco Cafetero, cuando tenía presupuestado salir del 60 por ciento del control accionario de la entidad.
Y cuando pocos lo esperaban, la Virgen se apareció por segunda ocasión hace una semana. Incluso la Federación de Cafeteros tenía previsto que los precios sólo mejorarían significativamente en 1995; Pero las heladas cayeron inmisericordemente sobre las tres principales regiones productoras del Brasil, y aunque todavía no se conoce con precisión el daño causado, se trata de las heladas más graves en los últimos 20 años y se cree que se perderá al menos una tercera parte de la cosecha brasileña del año entrante. De cualquier modo, en Colombia ya se puede empezar a hablar de una bonanza cafetera. Por lo menos las cifras así parecen demostrarlo: la libra de café suave colombiano que a finales de junio tenía un precio promedio en la bolsa de Nueva York de 1.20 dólares la libra, al cierre de la edición alcanzó 1.96 dólares la libra y se da por descontado que supere el techo de los dos dólares, debido a que las existencias del grano son exiguas a nivel mundial.
Si se tienen en cuenta estos datos, y el hecho de que cada centavo de incremento en el precio internacional equivale a unos 15 millones de dólares para los cafeteros nacionales, lo que viene para el país es una avalancha de recursos que rondaría los 1.000 millones de dólares. Las características de esta bonanza son muy diferentes a la famosa bonanza de 1976. Cuando se presentaron las heladas en julio de 1976, el precio de la libra de café estaba alrededor de los 70 centavos de dólar. El proceso de alza fue muy lento y apenas alcanzó la barrera del dólar en enero de 1977. De ahí en adelante se disparó hasta superar los tres dólares por libra.
El tema vital en la actual coyuntura es cómo manejar el paso de las vacas flacas al de las vacas gordas. Porque nadie puede olvidar que lo ocurrido en la reciente historia cafetera fue una crisis bastante grave. Ella surgió cuando los precios internacionales del grano empezaron a caer en 1989 debido a la sobreproducción mundial y se rompió el Pacto Mundial de Productores. Desde esa época y hasta los primeros meses de 1994, los grandes beneficiados fueron los tostadores del grano que lograron incrementar sus ganancias en cerca de un 25 por ciento. Un cálculo optimista sobre las pérdidas de las naciones productoras se podría situar en los 11.000 millones de dólares.
Ante tamaño despropósito, los países productores comenzaron desde el año pasado una etapa de restricción al cultivo como un mecanismo para estabilizar los precios. Esa actuación produjo este año una notoria recuperación del precio en los mercados internacionales. Lo que no se esperaba era que Brasil, el mayor productor de café del mundo, sufriera tan severo golpe climático, pues las heladas afectaron precisamente los estados a donde se habían desplazado los cultivos para evitar los efectos del tiempo de esta época del ano en otros estados.
Pero la euforia no puede volver miope a nadie. Lo preocupante ahora es que una disparada de precios tan rápida se pueda devolver con la misma precipitad. Aunque se piensa que como las heladas afectan realmente la cosecha del año entrante -la de este ya se estaba recogiendo-, el impacto a nivel de precios tendrá que mantenerse por lo menos un año. Durante ese período Colombia ganará mucho terreno en mercados como el estadounidense (ver gráfico), en donde Brasil mandaba la parada.
De todos modos, la experiencia de bonanzas anteriores debe servir para que no se repitan los errores del pasado. Por eso el gobierno y los productores han empezado a tomar las medidas del caso. Una de ellas tiene que ver con el alza interna del precio del grano. A ese respecto se debe aclarar que el reajuste del precio interno -que quedó en 163.000 pesos la carga- es el ajuste calculado con base en el promedio del precio internacional de 1.20 dólares la libra de antes de las heladas. Pero a estas alturas muchas de las medidas de control de la bonanza corresponderán al nuevo gobierno. Hay que tener en cuenta que si se crea una brecha o un diferencial muy grande entre el precio interno y el externo se estimula el contrabando de café, como ocurrió en la bonanza cafetera de fines de los años 70.
La otra preocupación tiene que ver con el nivel iternacional de los precios porque si se disparan a niveles muy superiores a los dos dólares por libra se empieza a desestimular el consumo. Por lo pronto, lo que parece claro es que la crisis financiera del Fondo Nacional del Café tocó fondo y que nuevamente debe fortalecerse para que se convierta en un mecanismo de estabilización para el sector, o colchón para época de vacas flacas, y para evitar el problema financiero_ que traería la monetización de las nuevas divisas. A la vez, la bonanzaa forzará nuevas siembras que incrementarán significativamente la próxima cosecha que se esperaba de 11 millones de sacos. Ahora podría sobrepasar los 15 millones de sacos, una cifra manejable. Si pasa de allí se necesitaría otra aparición de la Virgen para que la situación no se salga nuevamente de las manos, como ocurrió con espejismos pasados. -