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LADRONES ELECTRONICOS

Un estudio alerta al sistema financiero sobre el crecimiento desmesurado de los delitos debidos a la automatización.

25 de noviembre de 1991

SI COMO CADA DIA TRAE su afán, cada avance tecnológico viene acompañado de nuevos problemas. Eso parece estar ocurriendo con la sistematización acelerada del sistema financiero colombiano. Un estudio presentado la semana pasada durante un encuentro de banqueros demostró que los fraudes cometidos contra sus instituciones crecen a grandes pasos, lo cual tiene muy preocupado al sector.
Tan sólo el año pasado desaparecieron unos 20 mil millones de pesos que cayeron en manos de los modernos piratas del software.
Durante 1990 los delitos financieros crecieron 10 veces con respecto a 1987. Una tercera parte de los hechos implicó hurto calificado; en otras palabras, atraco violento a sucursales y agencias. Pero otra tercera parte de los delitos se debió a fraude interno y modalidades delictivas relacionadas como falsificación de firmas y sellos, estafa en ahorros y cuentas corrientes, El trabajo fue presentado por Jaime Ricaurte Junguito, consultor de Incorbank S.A., ante el VI Encuentro Latinoamericano de Expertos en Seguridad Bancaria. En él se revelan cifras de la Asociación Sancana según las cuales la seguridad financiera cojea y no llega. El costo de los delitos el año pasado fue de 12.268 millones de pesos. Sin embargo, esos números son parciales (la estadística reportada corresponde a un 60 por ciento del total) porque la mayor parte de los fraudes no es reportada por todas las entidades. La conclusión general es la de que cada banco prefiere callar sus fallas, tanto hacia sus clientes como hacla sus colegas.
En esas circunstancias, los fraudes representan cerca del 20 por ciento de las utilidades del sector bancario. Una de las críticas que mayor consenso tuvo, fue la de que los manejadores del negocio dan mayor importancia a áreas que sin duda son claves en el negocio como crédito, mercadeo y comercio, pero la de seguridad está un poco relegada.
Llamó mucho la atención el vertiginoso aumento del fraude interno por el desarrollo tecnológico acelerado en cuanto a automatización e informática, lo que dio origen al llamado dinero electrónico que desaparece de una pantalla en un abrir y cerrar de ojos. La dificultad principal para detener a los delincuentes es que los mismos encargados del proceso de modernizacion se ven en aprietos para asimilar los avances y sus sistemas de protección.
Pero además de la vulnerabilidad de cajeros y terminales de computación, quedó al descubierto el limitado conocimiento de las autoridades judiciales sobre los delitos económicos y financieros y su inadecuado intercambio de información. Durante la llamada crisis financiera de 1982 fue un hecho que los jueces e investigadores no dieron la talla para aclarar los sucesos con operaciones swap, avales y especialmente en el complicado conocimiento del mundo de los títulos valores, lo que dio al traste con la posibilidad de éxito frente a los delincuentes de