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Línea abierta

El gobierno reabre la licitación para la obra de infraestructura más importante de los últimos tiempos en el país.

20 de octubre de 2003

Tan accidentado como el camino que deben recorrer los vehículos que pasan el alto de La Línea, en la cordillera Central colombiana, ha sido el recorrido del proyecto para hacer un túnel que lo atraviese. El siguiente tramo de este empinado recorrido comenzó la semana pasada, cuando el gobierno inició el proceso de licitación para la construcción de un túnel exploratorio.

La idea es abrir un 'hueco' que permita saber con qué se van a encontrar quienes en el futuro construyan el túnel principal. La incertidumbre sobre qué tipo de rocas hay en el interior de la montaña y, por tanto, qué tan difícil va a ser construir el túnel, ha sido uno de los obstáculos para arrancar la obra en el pasado. Al mismo tiempo el primer hueco será útil más adelante, pues con un esfuerzo adicional se convertirá en un túnel de rescate que, según los ingenieros del consorcio La Línea, es necesario para evacuar los vehículos en caso de incendio. Hacer el primer hueco le costará al país 21 millones de dólares y sienta las bases para que en los próximos años comience la construcción del túnel principal, cuyo valor se estima en 230 millones de dólares.

La decisión de hacer primero un túnel 'pequeño' para después hacer el 'grande' responde a lo que el ministro de Transporte, Andrés Uriel Gallego, llama "desagregar". Los problemas que se presentaron en las tres licitaciones pasadas, que fueron declaradas desiertas, y las limitaciones de recursos que tiene el país hacen necesario que el proyecto se haga paso a paso. Las firmas que en los últimos tres años habían mostrado interés en el proyecto a última hora no pudieron presentar sus propuestas pues no encontraron quien asegurara la obra.

Algunas de ellas temían encontrar dificultades geológicas mayores a las previstas y por eso era natural que nivelaran por lo alto el costo de la obra. Con el túnel exploratorio, según Héctor Salazar, director del Consorcio La Línea, los constructores tendrán un mayor grado de certeza sobre cuánto les costaría hacer el túnel principal.

Hoy en día una tractomula tarda más de tres horas en atravesar la cordillera, en el trayecto de 45 kilómetros entre Cajamarca y Calarcá, si tiene la suerte de no transitar en uno de los 320 días al año en que se presenta algún tipo de accidente. El 70 por ciento del tráfico corresponde a vehículos pesados, que transportan el mayor volumen de carga que se produce en el país, con destino al puerto de Buenaventura. A cada lado de La Línea se han hecho obras que mejoran el corredor vial entre Bogotá y el puerto pero el tiempo que ganan los transportadores termina perdiéndose al subir, por curvas cerradas y en malas condiciones, los 3.100 metros de altura que tiene la montaña.

Con el proyecto que tiene en mente el gobierno los vehículos deberán subir a 2.400 metros y atravesar un túnel de 8,6 kilómetros y bajar. El ahorro en tiempo, según los estudios contratados por el Invías, será de 80 minutos para los camiones y 40 minutos para los carros. La razón de hacerlo a esa altura es, básicamente, que construirlo más abajo cuesta demasiado, entre otras cosas porque sería más largo.

Esto ha llevado a algunos ingenieros a proponer que en lugar de hacer un túnel para carros se haga uno para trenes. Este último tendría un diámetro menor y además no necesitaría los costosos canales de ventilación para sacar el humo de los carros porque los trenes son eléctricos. Por estas razones sería más barato que el vehicular y, argumentan los proponentes, se podría pensar entonces en hacer un túnel ferroviario más largo y más abajo.

La posición del Invías frente a esta propuesta, no obstante, es que si bien es técnicamente buena, financieramente no es viable y por lo tanto no se justifica ahondar en ella haciendo más estudios. Aseguran que con el tráfico de 4.400 vehículos diarios que tiene hoy La Línea no es rentable hacer ese tipo de túnel. Los carros tendrían que esperar demasiado para montarse en el siguiente tren y, según estudios preliminares, pagar un peaje de 50.000 pesos por hacerlo. El ministro Gallego, mientras tanto, anota que una forma de no hacer obras es quedarse estudiando las alternativas.

Aunque a algunos les cabe la duda de si ese es el tipo de túnel que necesita el país, el gobierno decidió seguir adelante. No será, como imaginan algunos, un trayecto plano entre Cajamarca y Calarcá, sino que habrá que subir un buen tramo antes de cruzar la cordillera. Pero traerá en todo caso un ahorro importante en tiempo y en costos, sobre todo para los vehículos de carga, que son los que importan para la competitividad del país.