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Los cazafortunas

Una firma de Estados Unidos abre sus puertas a América Latina para investigar fortunas mal habidas y lidiar con secuestradores.

22 de noviembre de 1993

EN EL DECIMO PISO DE LA TORRE DEL FIRST Union Bank de Miami funciona una empresa que hace millones de dólares basada en el simple adagio popular de que "no hay nada oculto bajo el sol". Con la aplicación sistematizada del popular dicho, y un ejército de ex agentes del y FBI, la CIA, la DEA y abogados a granel, Kroll Asociates, la companía más grande de investigaciones privadas dc Estados Unidos, obtuvo ingresos por 54 millones de dólares el año pasado. Sus clientes favoritos son gobiernos que buscan los botines de funcionarios corruptos; familiares de millonarios secuestrados; firmas que desconfían de la solvencia de sus asociados; acreedores que no quieren correr el riesgo de que sus socios en América Latina sean narcotraficantcs; compañías que piensan mandar a la cárcel a quienes se roban sus secretos industriales; gerentes que desean saber quiénes son los empleados saboteadores; propietarios que han previsto despedir gerentes que hacen fraudes; bancos que quieren estar seguros de los antecedentes de sus empleados, y empleados que son víctimas de acoso sexual.
Aunque la compañía hace otras investigaciones a delincuentes de cuello blanco, las más publicitadas han sido las relacionadas con las cacerías de fortunas mal habidas.
Una sesión de una hora frente a un computador conectado a unas mil bases de datos, permite a los cazadores de la compañía conocer la información básica de la presa: el número de su licencia de conducir, las empresas registradas bajo su nombre, sus propiedades, demandas civiles -incluyendo separaciones, juicios por alimentos, embargos, bancarrotas- procesos criminales y domicilio durante los últimos cinco años. Un recaudador de impuestos colombiano obsesionado con las propiedades de sus compatriotas en el exterior, podría sufrir un infarto frente a estas bases de datos.
Los pasos siguientes son secretos y prolongados, pero, según los funcionarios de la Kroll, se desarrollan de acuerdo con el sentido común del detectivismo. "La gente quiere estar siempre cerca de fortuna y eso a veces los delata -dijo a SEMANA el gerente general en Miami, Thomas J. Cowley-. Se dan un viaje a Islas Caimán o a cualquier isla del Caribe para 'visitar' sus fortunas y eso nos dice algo".
Después de atar y desatar cabos, la compañía presenta un informe de su investigación que puede costar desde 5.000 hasta más de 300.000 dólares, según el peso de la perdiz.
LOS PECES GORDOS
De esta manera Kroll Asociates se ha anotado varios hits en 1991: descubrió que el presidente de Irak, Saddam Hussein, había sacado de su país una fortuna personal superior a los 10.000 millones de dólares, esquilmados de las ganancias del petróleo; meses antes localizó los atajos financieros utilizados por la familia Marcos de Filipinas para ocultar más de 20 millones de dólares y recientemente, ubicó la plata depositada en Estados Unidos por Paulo Cesar Farías, el extesorero y amigo del ex presidente de
Brasil, Fernando Collor de Melo, acusado de canalizar los dineros del escándalo que produjo la caída del presidente. La cuenta pasada por los investigadores de Kroll le salió al Gobierno
brasileño por 100.000 dólares.
La investigación sobre los presuntos vínculos del ex presidente peruano Alan García con el tristemente célebre Banco de Crédito y Comercio Internacional quedó a mitad de camino por falta de pago del Congreso peruano. "Infortunadamente no llegamos a conclusiones definitivas porque todo el proceso estuvo muy politizado -dijo en días pasados el fundador de la compañía, Jules Kroll, a la revista America Economía-. Sólo una parte del Congreso peruano contrató nuestros servicios y no tuvimos acceso a la información que necesitábamos". La Compañía, de 240 empleados y 600 investigadores externos, se ha embarcado en la más ambiciosa cacería de su historia: la República de Rusia ha contratado sus servicios para localizar de seis a ocho mil millones de dólares sacados de las arcas del Gobierno por dirigentes comunistas que se dieron cuenta de que el proceso de privatización era inevitable.
La tarea es difícil porque Rusia, como la mayoría de países latinoamericanos lo tiene un buen sistema de registro computarizado y la falsificación de documentos es un deporte nacional. Pero los investigadores de Kroll creen que serán de gran ayuda los registros de los socios comerciales de Rusia. En esos registros esperan encontrar importaciones de los nuevos ricos hechas para tratar de limpiar sus fortunas.
La compañía de investigaciones de Kroll, que inició operaciones hace 21 años en Nueva York, ha abierto recientemente oficinas en Miami para tener un acceso más directo a America Latina. Pero no contento con eso, ha decidido localizarse directamente en algunos
países de la región. Próximamente abrirá oficinas en Santiago de Chile. Y después vendrán otros países.
Por ahora desde los amplios ventanales de la oficina del Gerente general en Miami, Thomas Cowley, se domina gran parte del centro bancario de esta ciudad que se ha consagrado como el balneario forzoso de los protagonistas de grandes escándalos financieros y de corrupción oficial de Latinoamérica.
COLOMBIA EN LA MIRA
Colombia, al igual que muchos otros países de la región, está, desde hace mucho tiempo, en el registro de clientes. Aunque el tema de la asesoría en secuestros está vedado en la oficina por las restricciones que ha impuesto la ley colombiana, los funcionarios de Kroll se han familiarizado con el delito por anteriores experiencias. El año pasado la compañía fue contratada para brindar asesoría a los familares de dos secuestrados. En Brasil atendieron ocho secuestros y en México, dos.
Otros contactos de la empresa con el país han sido la investigación de la falsificación de marcas, el robo industrial y el estudio de los antecedentes de ejecutivos y compañías. Un detective contratado por Kroll en Colombia logró identificar a una red de ladrones de equipos de computador, luego de infiltrarse en un grupo de empleados de la compañía implicados en el robo.
Kroll fue contratada también para investigar a una empresa pirata que se dedicaba a copiar diseños de ropa de una marca muy conocida y la exportaba a Estados Unidos. Y siete miemhros de la junta directiva de una institución financiera colombiana que querían invertir en la Bolsa de Nueva York fueron exhaustivamente investigados por Kroll a petición de un corredor de bolsa de esa ciudad. Finalmente, todos pasaron el examen.
Cowley, ex agente del FBI, dice que por lo menos el 30 por ciento de las actividades de su oficina se orientan al rastreo de fortunas, casi todas mal habidas. Los blancos más comunes de las investigaciones patrimoniales, explica Cowley, son tres. Uno es el ciudadano común y corriente cuyos bienes y dineros aparecen todos en la primera fase de la investigación sólo con oprimir unos cuantos botones de un computador. El otro es el empresario que ve que sus negocios van a la quiebra y decide esconder los fondos que aún le quedan para evitar embargos y confiscaciones. El tercero, y el más complicado, según Cowley, es el tipo pícaro que sabe que todo su dinero es sucio y tiene que camuflarlo desde el primer día que lo obtiene. Y para lograrlo utiliza el amplio menú de escondites del sistema comercial y financiero mundial, sociedades de papel, testaferros, cuentas cifradas y transferencias cablegráficas.
Pero el dinero deja otras huellas. Cowley dice que en el transcurso de la investigación siempre se encuentra con ex empleados, ex secretarias y ex socios de la persona bajo investigación, que quedaron resentidos con ella y que tienen muchas cosas interesantes que contar.
Y es gracias a esas personas que se llega, casi siempre, a comprobar la culpabilidad del investigado. Porque como dice el dicho, no hay nada oculto bajo el sol.