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MAL MENOR

La refinanciación de la deuda externa privada, una solución que abre un compás de espera para resolver el problema de las reservas internacionales.

4 de junio de 1984

En un reciente artículo de Estrategia Económica se habla de que la tendencia del actual equipo económico, en su tratamiento a los problemas del país, parecen ser las "soluciones ad hoc". Y para ahondar más en el asunto, se recurre en la misma publicación, al símil de uno de los más conocidos cuentos del maximo fabulista nacional, Rafael Pombo, al sentar gráficamente que la política económica se está manejando con el criterio de abrir un hueco allí para tapar un hueco allá.
Cuando se adaptó la decisión de acelerar la tasa de devaluación, como un instrumento para hacer más competitivas las exportaciones y frenar, asimismo, el ritmo creciente de las importaciones, poco o nada se pensó sobre los efectos colaterales de la medida.
Tuvo que mediar el grito en el cielo que lanzaron las empresas privadas, algunas de ellas endeudadas hasta el cuello con la banca extranjera, para que se empezara a meditar sobre las secuelas del encarecimiento de la deuda contratada con el extranjero, por efectos del mayor ritmo de devaluación de la moneda nacional frente al dólar. Y, aunque según el economista José Antonio Ocampo, "la devaluación se ha hecho para que la pague alguien, y (...) adquirir créditos en el exterior equivale a importar un servicio", que como cualquier importación está sometida al riesgo de los mayores costos, lo cierto es que enfrentada la empresa nacional a un agudo ciclo recesivo, y empeñada la actual administración en darle la mano, como estrategia, a su vez, para tratar de trancar el ritmo creciente de la tasa de desempleo, se vio la necesidad de diseñar una nueva medida ad hoc, que permitiera salirle al paso a esta situación.
Inicialmente se dijo que el ministro de Hacienda había acogido la formula sugerida por las mismas empresas en dificultades, de nacionalizar la deuda; pero ante el alud de críticas que despertó esa posibilidad, especialmente, entre caracterizados líderes políticos de la nación y voceros gremiales, quienes al unísono aduje ron que no era lo justo "socializar unas pérdidas producto de la ineficiencia empresarial", la fórmula definitiva se pospuso hasta después de transcurrido el debate de mitaca.

LOS TITULOS CANJEABLES
Después de las elecciones el gobierno ha venido celebrando una serie de consultas, con los estamentos políticos y gremiales del país, para explicar una fórmula alternativa al manejo de la deuda privada externa, y que no implicara la nacionalización de esos pasivos.
La fórmula, calificada por el diario El Tiempo, de "ingeniosa", no es más que una ligera variante de los denominados Títulos Canjeables que, según los define el Profesor Currie, consisten en "invertir en obligaciones del banco para pagar en moneda extranjera". Sólo que como las empresas privadas enfrentan graves estrecheces en su capacidad de endeudamiento, entonces, el Banco de la República les prestaría los montos requeridos, a un interés y cuotas de amortización inicialmente bajos, y gradualmente upaquizados; y aquél, a su vez, se comprometería a ir pagando los vencimientos de la deuda privada, con el prerrequisito de ser renegociada con el acreedor extranjero, a fin de ampliar los términos y las condiciones de su amortización.
Los defensores de esta medida le señalan, entre otras, las siguientes ventajas:
1. Aunque se sostiene que el mecanismo propuesto sólo le da largas al asunto, en ello radicaría talvez su virtud en cuanto permitiría establecer un compás de espera a un país acosado por el creciente deterioro de sus reservas internacionales.
2. La medida no tiene un carácter emisionista, y por lo tanto no encierra perspectivas inflacionarias, puesto que al prestarles a las empresas deudoras la cuantía requerida para que, a su vez, adquieran los Títulos Canjeables, los efectos monetarios se compensarían.
3. No obstante que la medida tiene mucho de "subsidio cambiario", porque el Estado les prestaria a las empresas unos recursos, cuya protección del ritmo de la devaluación la terminará asumiendo el gobierno, la fórmula es un mal menor entre la variedad de las anteriormente planteadas; y apuntaría, en esencia, a crear un clima de confianza en los acreedores extranjeros que los induzca, por su parte, a renegociar dicha deuda; y a sortear la perspectiva de un incumplimiento de la deuda que deterioraría peligrosamente la imagen de "buen cliente" de que goza el país ante los organismos financieros internacionales.

SUBSIDIO EFECTIVO O CATASTROFE
Sin embargo, algunos voceros del sector privado no encuentran viable la fórmula de los Títulos Canjeables porque, en su concepto, no conduce a la recapitalización de las empresas en apuros y a su saneamiento financiero. E insisten que, a pesar de la poca receptividad que tiene en la opinión pública del país, cualquier medida que vaya a significar la sustitución del deudor privado o del acreedor extranjero, por parte del Estado colombiano, el gobierno a la larga deberá diseñar una fórmula distinta que implique un subsidio efectivo a los altísimos costos financieros que ahora enfrentan algunas empresas, asfixiadas por la recesión y los costos de su deuda externa.
Al respecto, estiman que si el Estado no obra en la dirección de conceder unos créditos subsidiados, con la garantía de que los empresarios se comprometan, a su vez, en un programa de fortalecimiento patrimonial que contemple nuevos aportes de capital y restricciones en la distribución de dividendos, sería exponer a un grupo de empresas, socialmente útiles por su alto grado de generación de empleo y de bienes y servicios básicos, a la posible liquidación definitiva.
Aun cuando continúan creyendo que la fórmula que el gobierno tiene sobre la mesa, no es una solución que permita cortar de raíz el problema sino que se limita a diferirlo, piensan que se debería aplicar, sin demora. Y proceder en una segunda etapa, cuando se haya entendido bien la dimensión del problema, a examinar soluciones verdaderamente efectivas.